El hombre entiende un poco de la obra de hoy y de la del futuro, pero no comprende el destino al que entrará la humanidad. Como criatura, debería realizar el deber de una criatura: el hombre debería seguir a Dios en todo lo que Él hace; deberíais proceder en cualquier forma que Yo os diga que lo hagáis. No tienes forma de manejar las cosas por ti mismo y no tienes control sobre ti; todo debe quedar a merced de Dios y todo está en Sus manos. Si Su obra le proveyera al hombre un fin, un destino maravilloso antes de tiempo, y si Dios usara esto para incitar al hombre y hacer que este lo siguiera —si hiciera un trato con el hombre—, esto no sería una conquista ni tampoco obrar en la vida de este. Si Dios tuviera que usar el fin del hombre para controlarlo y ganar su corazón, en esto no estaría perfeccionando al ser humano ni tampoco lograría ganarlo, sino que estaría usando el destino para controlarlo. Nada le preocupa al hombre más que el fin futuro, el destino final y si se puede espera...