A finales de los años 80, mientras estaba en la universidad, tuve la suerte de escuchar el evangelio del Señor Jesús . A través de reuniones y leer la Biblia, aprendí que el nombre de Dios era Jesús, que Él creó el cielo y la tierra, y que es el único Dios verdadero que gobierna todas las cosas, que con el fin de redimir a la humanidad, fue crucificado, que es nuestro único Salvador, y que debemos defender el nombre del Señor en todo momento, porque la Biblia dice: “Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado á los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Conmovida por el Espíritu Santo, anhelaba leer más de la Biblia e ir a reuniones. Mi corazón estaba lleno de paz y gozo.