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52. Habéis dicho que Dios ha venido, pero no nos atrevemos a creerlo porque la Biblia dice: “Entonces si alguno os dice: ‘Mirad, aquí está el Cristo’, o ‘Allí está’, no le creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:23-24). ¿Cómo distinguimos realmente al Cristo verdadero de los falsos?

       
Imagen de la Iglesia de Dios Todopoderoso


         LIBROS|Iglesia de Dios Todopoderoso | 52. Habéis dicho que Dios ha venido, pero no nos atrevemos a creerlo porque la Biblia dice: “Entonces si alguno os dice: ‘Mirad, aquí está el Cristo’, o ‘Allí está’, no le creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:23-24). ¿Cómo distinguimos realmente al Cristo verdadero de los falsos?



La respuesta de la palabra de Dios:
Investigar algo así no es difícil, pero requiere que cada uno de nosotros conozca esta verdad: Aquel que es la encarnación de Dios tendrá Su esencia, y aquel que es la encarnación de Dios tendrá Su expresión.
Haciéndose carne, Dios traerá la obra que debe hacer, y haciéndose carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida, y de mostrarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios seguramente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Para investigar si es la carne encarnada de Dios, el hombre debe determinarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, si es o no la carne encarnada de Dios, y si es o no el camino verdadero, debe discernirse a partir de Su esencia. Y así, para determinar[a] si es o no la carne de Dios encarnado, la clave está en prestar atención a Su esencia (Su obra, Sus palabras, Su carácter, y mucho más), en lugar de fijarse en Su apariencia exterior. Si el hombre sólo ve Su apariencia exterior, y pasa por alto Su esencia, demostrará la ignorancia y la ingenuidad del hombre. La apariencia externa no determina la esencia; aún más, la obra de Dios nunca se ha conformado a los conceptos del hombre. ¿No estaba reñida la apariencia exterior de Jesús con los conceptos humanos? ¿No eran Su aspecto y Sus vestiduras incapaces de proporcionar pista alguna sobre Su verdadera identidad? ¿No fue la razón por la que los antiguos fariseos se opusieron a Jesús, porque simplemente miraban Su aspecto exterior, y no se tomaron en serio las palabras que Él habló? Mi esperanza es que los hermanos y hermanas, que buscan la aparición de Dios, no repitan la tragedia histórica. No debéis convertiros en los fariseos de los tiempos modernos y clavar a Dios de nuevo en la cruz. Deberíais considerar cuidadosamente cómo dar la bienvenida al retorno de Dios, y tener una mente clara acerca de cómo ser alguien que se somete a la verdad. Esta es la responsabilidad de todo aquel que está esperando que Jesús vuelva con las nubes. Deberíamos frotarnos nuestros ojos espirituales, y no caer presas de las palabras llenas de ilusiones. Deberíamos pensar en la obra actual de Dios, y echar un vistazo a Su lado práctico. No os dejéis llevar por las fantasías ni os perdáis en ilusiones buscando siempre el día en que el Señor Jesús descienda repentinamente sobre vosotros en una nube para llevaros a vosotros que nunca lo habéis conocido o visto, y que no sabéis cómo hacer Su voluntad. ¡Es mejor pensar en asuntos prácticos!
de ‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”
El Dios que se hizo carne se llama Cristo, y así el Cristo que les puede dar a las personas la verdad se llama Dios. No hay nada excesivo en esto porque Él posee la esencia de Dios, y posee el carácter de Dios, y posee la sabiduría en Su obra, que el hombre no puede alcanzar. Los que así mismos se llaman Cristo, pero que no pueden hacer la obra de Dios, son fraudes. Cristo no es sólo la manifestación de Dios en la tierra, sino que es la carne particular asumida por Dios a medida que cumple y completa Su obra entre los hombres. Esta carne no es una que cualquier hombre pueda reemplazar, sino una que pueda adecuadamente llevar la obra de Dios en la tierra y expresar el carácter de Dios y representar bien a Dios y proveer al hombre con la vida. Tarde o temprano, todos esos cristos falsos caerán porque, aunque afirmen ser Cristo, no poseen nada de la esencia de Cristo. Y así digo que la autenticidad de Cristo, el hombre no la puede definir, sino que Dios mismo la contesta y la decide.
de ‘Sólo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna’ en “La Palabra manifestada en carne”
Algunos están poseídos por espíritus malignos y claman persistentemente “¡Soy Dios!”. Pero al final, no pueden mantenerse firmes, porque actúan en nombre del ser incorrecto. Representan a Satanás y el Espíritu Santo no les presta atención. Por muy alto que te exaltes o por muy fuerte que clames, sigues siendo un ser creado, que pertenece a Satanás. ¡Yo nunca clamo, soy Dios, soy el amado Hijo de Dios! Pero la obra que hago es la de Dios. ¿Debo gritar? No hay necesidad de exaltación. Dios hace Su obra por sí mismo y no necesita que el hombre le conceda un estatus o un título honorífico, y Su obra es suficiente para representar Su identidad y estatus. […] No puedes traer nuevos caminos o representar al Espíritu. No puedes expresar la obra del Espíritu o las palabras que Él habla. No puedes realizar la obra de Dios mismo ni la del Espíritu. No puedes expresar la sabiduría, la maravilla y lo insondable de Dios ni todo el carácter por medio del cual Él castiga al hombre. Así pues, tus repetidas reivindicaciones de ser Dios no importan; sólo tienes el nombre y nada de la esencia. Dios mismo ha venido, pero nadie lo reconoce, y aun así Él sigue en Su obra y lo hace en representación del Espíritu. Independientemente de que lo llames hombre o Dios, Señor o Cristo, o hermana, todo está bien. Pero la obra que Él hace es la del Espíritu y representa la de Dios mismo. No le importa el nombre con el que el hombre lo denomine. ¿Puede ese nombre determinar Su obra? Independientemente de cómo lo llames, desde la perspectiva de Dios, Él es la forma encarnada del Espíritu de Dios; representa a este y este lo aprueba. No puedes dejar paso a una nueva era ni finalizar la antigua, ni iniciar la nueva, ni hacer una nueva obra. Por tanto, ¡no se te puede llamar Dios!
de ‘El misterio de la encarnación (1)’ en “La Palabra manifestada en carne”
Si durante el día presente, emerge una persona capaz de exhibir señales y maravillas, y puede echar fuera demonios, sanar a los enfermos, y llevar a cabo muchos milagros, y si esta persona declara ser Jesús que ha venido, sería una falsificación de espíritus malos, y su imitación de Jesús. ¡Recuerda esto! Dios no repite la misma obra. La etapa de la obra de Jesús ya ha sido completada, y Dios nunca más la acometerá. La obra de Dios es irreconciliable con los conceptos del hombre; por ejemplo, el Antiguo Testamento predijo la venida de un Mesías, pero resultó que vino Jesús, por lo que sería erróneo que viniera otro Mesías de nuevo. Jesús ya ha venido una vez, y sería incorrecto que Él viniera de nuevo en esta ocasión. Hay un nombre para cada era, y cada nombre se caracteriza por una era. En los conceptos del hombre, Dios siempre debe hacer señales y maravillas, siempre debe sanar a los enfermos y echar fuera demonios, y siempre debe ser como Jesús, pero esta vez Dios no es así en absoluto. Si durante los últimos días, Dios siguiera exhibiendo señales y maravillas, echara fuera demonios y sanara a los enfermos —si hiciera exactamente lo mismo que Jesús—, Dios estaría repitiendo la misma obra, y la de Jesús no tendría significado ni valor. Así pues, Dios lleva a cabo una etapa de la obra en cada era. Una vez completada cada etapa de la obra, los espíritus malignos la imitan pronto, y después de que Satanás empiece a pisarle los talones a Dios, este cambia a un método diferente; una vez que Dios ha completado una etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan. Debéis tener claras estas cosas. ¿Por qué es diferente hoy la obra de Dios de la de Jesús? ¿Por qué no exhibe Dios hoy señales y maravillas, no echa fuera demonios, y no sana a los enfermos? Si la obra de Jesús fuera la misma que la realizada durante la Era de la Ley, ¿podría Él haber representado al Dios de la Era de la Gracia? ¿Podría Jesús haber completado la obra de la crucifixión? Si como en la Era de la Ley, Jesús hubiera entrado en el templo y observado el día de reposo, nadie lo habría perseguido y todos lo habrían aceptado. Si esto fuera así, ¿podría haber sido crucificado? ¿Podría haber completado la obra de redención? ¿Cuál sería la razón de que el Dios encarnado de los últimos días exhibiese señales y maravillas, como Jesús? Sólo si Dios realiza otra parte de Su obra durante los últimos días, una que represente parte de Su plan de gestión, puede el hombre obtener un conocimiento más profundo de Dios, y sólo entonces puede completarse dicho plan de gestión.
de ‘Conocer la obra de Dios hoy’ en “La Palabra manifestada en carne”
Nota al pie:
a. El texto original dice “en cuanto a”.

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