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Dios Todopoderoso me condujo a la senda de obtener la purificación

En 2007, debido a mucha presión en mi vida, vine yo solo a Singapur para trabajar y ganarme la vida. El clima en Singapur es muy cálido durante todo el año, así que todos los días sudaba profusamente cuando trabajaba. Era tan duro que sufría lo indecible y además llevaba una vida solitaria sin familia ni amigos, así que me parecía aburrido y tedioso. Un día de agosto, camino de casa desde el trabajo, recibí un panfleto del evangelio que decía: “Y después de que hayáis sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que os llamó a su gloria eterna en Cristo, El mismo os perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá” (1Pedro 5:10). Ver estas palabras hizo que sintiera calidez en mi corazón. Entonces un hermano me trajo a la iglesia y los hermanos y hermanas me recibieron cordialmente y me sirvieron una comida deliciosa. Llevaba trabajando casi un año desde que me fui de casa y la calidez de la familia y la deliciosa comida casera era algo de lo que no había disfrutado en mucho tiempo. Puesto que me sentía solo y vagando sin rumbo, de inmediato se me saltaron las lágrimas y en ese momento tuve la sensación de que estaba de vuelta en casa. A partir de entonces, la iglesia era un lugar al que necesitaba ir todos los domingos.
Fui bautizado en diciembre y entré formalmente en la senda de creer en el Señor y de confesar mis pecados y arrepentirme de ellos. Una vez oí al predicador en la iglesia hablando del capítulo 18 de Mateo, versículos 21-22: “Entonces se le acercó Pedro, y le dijo: Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. Cuando oí esto, pensé para mis adentros: “¿Cómo pueden ser tan grandes el perdón y la paciencia del Señor Jesús? Su perdón a las personas es setenta veces siete. ¡Si las personas fueran realmente capaces de lograr esto, habría amor y calidez entre la gente!”. Me sentí muy conmovido y decidí que actuaría según las enseñanzas del Señor.
En los tres años desde que empecé a creer en el Señor fui bastante entusiasta a la hora de ir a reuniones y escuchar sermones. Más tarde mi jefe me puso a cargo de gestionar una zona de construcción, así que dediqué todas mis energías al trabajo y de forma gradual dejé de asistir a las reuniones. Más tarde un amigo me presentó a un jefe, el Sr. Li, y trabajando con él establecí una empresa de construcción. Era muy feliz y decidí esforzarme mucho. Por aquel entonces ya me había metido totalmente en el torbellino del dinero y dejé de ir a la iglesia. Para que el proyecto tuviera éxito, con el fin de que la gente alabara mis habilidades, no tenía amor ni paciencia con mis obreros y muchas veces los regañaba e incluso a menudo hacía llorar al líder del equipo con mis insultos. Todos los trabajadores me miraban tímidamente e incluso huían para intentar evitarme. Incluso personas que habían sido buenas amigas mías se volvieron frías hacia mí y ya no querían compartir conmigo las palabras de su corazón. ¡Fue tan difícil para mi corazón aceptar este trato! El Señor Jesús enseñó que nuestro perdón hacia los demás debería ser setenta veces siete. Yo no había perdonado ni una sola vez, así que ¿cómo podía siquiera parecer un cristiano? Sabía que lo que hacía estaba mal y quería transformarme en mi corazón, pero durante todo el tiempo sufría por carecer de dirección. Cuando estaba deprimido, lo único que podía hacer era orar al Señor y decir todo lo que tenía en la cabeza, sólo entonces podía sentir un poco de alivio.
En agosto de 2015 suspendimos las operaciones comerciales porque la empresa no iba bien y volví a casa. Por aquel entonces me sentía muy deprimido y me emborrachaba y jugaba a las cartas todo el día. Cuando mi esposa me decía que tenía que dejar de beber, la insultaba horriblemente diciendo: “Es mi dinero, me lo he ganado y lo gastaré como quiera…”. La insultaba tan horriblemente que mi hija no se atrevía a decir nada, sino que simplemente se quedaba nerviosa a un lado, observando. Mi esposa no podía hacer nada por mí excepto sentarse a un lado y llorar. Me arrepentía cada vez que le hacía daño a mi propia familia de esta forma, pero no podía evitarlo. En aquellos días yo ya había perdido por completo la decencia de un cristiano y mi comportamiento y acciones eran como los de un incrédulo.
Cuando me sentí impotente y sufría, volví una vez más a la iglesia. En aquel periodo oraba constantemente al Señor Jesús: “¡Señor! He hecho muchas cosas que no quería hacer y le he dicho muchas cosas hirientes a la gente. Cada vez que cometía este pecado me arrepentía. Me odiaba a mí mismo especialmente, pero nunca pude controlarlo. Oraba y confesaba mis pecados por la noche, pero durante el día repetía los mismos pecados, así que hoy he terminado como alguien con quien nadie quiere tener nada que ver. Todo el mundo se ha distanciado de mí. ¡Oh, Señor! Te suplico que me salves. ¿Qué debo hacer para estar por fin libre de pecados?”.
En Año Nuevo de 2016 pisé suelo estadounidense, pues había venido para ganarme la vida en Nueva York. Poco después de eso, fui a la iglesia para participar en un curso de estudio espiritual y fue allí donde conocí a la hermana Qing Lian. Un día la hermana Qing Lian me llamó por teléfono para decirme que quería contarme una buena noticia. Dije: “¿Cuál es la buena noticia?”. Ella contestó: “Ha venido un misionero. ¿Quieres ir a oírle hablar?”. Yo respondí: “¡Genial! ¿Dónde es?”. Luego dispuso un día para que fuera a su casa.
El día que habíamos acordado, fui a la casa de la hermana Qing Lian y la hermana Zhao también estaba allí. Los vi usando una televisión para reproducir un fragmento de un discurso: “Y por eso digo que el sentido del hombre ha perdido su función original, y que también la conciencia del hombre ha perdido su función original. […] El carácter del hombre debe ser cambiado comenzando por el conocimiento de su esencia, y a través de cambios en su pensamiento, su naturaleza y su perspectiva mental, por medio de cambios fundamentales. Sólo así se lograrían cambios verdaderos en el carácter del hombre. El carácter corrupto del hombre proviene de haber sido envenenado y pisoteado por Satanás, del daño atroz que Satanás ha infligido a su pensamiento, su moral, su percepción y su sentido. Es precisamente debido a que estas cosas fundamentales del hombre han sido corrompidas por Satanás, y que son diametralmente distintas a cómo Dios las creó originalmente, que el hombre se opone a Dios y no entiende la verdad. Por ende, los cambios en el carácter del hombre deben comenzar con cambios en su pensamiento, percepción y sentido que cambien su conocimiento de Dios y su conocimiento de la verdad” (‘Tener un carácter inalterable es estar en enemistad con Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”). Me emocioné al oír estas palabras. “¿Acaso no están hablando de mí? Siempre despreciaba a los demás, intentaba enseñarles esto o los insultaba por aquello, sin ninguna moral ni razón, y he perdido el decoro de los santos”. Estas palabras me atravesaron hasta el alma. Nunca antes había leído palabras como aquellas ni había oído hablar así a ningún predicador. Estaba angustiado todo el tiempo porque cometía pecados a menudo, pero nunca había sido capaz de escapar de ser controlado por el pecado. Estas palabras me mostraron el camino para dejar atrás el pecado y me resultaba muy extraño: habían sido muy bien pronunciadas, pero ¿quién podría haberlas escrito?
La hermana Zhao me dijo que era la palabra de Dios, que eran las palabras expresadas por el Señor Jesús retornado, ¡y que el Señor Jesús ya había vuelto en la carne! Cuando oí esa noticia apenas podía creer lo que oía. ¿Quién de entre los creyentes en el Señor no espera que Él regrese? Ahora escuchaba inesperadamente la noticia del regreso del Señor y estaba completamente perdido: ¿realmente había regresado el Señor? Tenía que conseguir que las hermanas me hablasen enseguida sobre ello. La hermana Zhao dijo: “El Señor Jesús ha regresado realmente y Él es Dios Todopoderoso encarnado. Ha expresado la verdad acerca de purificar y salvar a las personas y ha comenzado a llevar a cabo la obra de juicio empezando por la casa de Dios. Su objetivo es salvarnos completamente del dominio de Satanás y ser ganados por Dios. En la Era de la Gracia, el Señor Jesús sólo completó la obra de la redención, nos redimió del pecado y absolvió nuestros pecados para que no fuéramos condenados por la ley, pero no eliminó nuestra naturaleza pecaminosa. Todos somos capaces de aprender de la experiencia que, aunque el Señor nos absolviera de nuestros pecados, todavía sufrimos las cadenas de nuestra naturaleza pecaminosa. A menudo pecamos y ofendemos al Señor y es imposible que nos liberemos del control del pecado. En el pasado no sabíamos a qué se debía y sólo llegamos a saberlo leyendo la palabra de Dios Todopoderoso. Después de haber sido corrompidos por Satanás ya nos habíamos llenado de su carácter corrupto, de su modo de ser arrogante, engreído, deshonesto, traicionero, egoísta, despreciable, codicioso, malicioso, etc. Controladas por estos caracteres corruptos, las personas luchan y maquinan entre sí, compiten por fama y riqueza y ​​son incapaces de vivir en armonía; también cometen pecados a menudo y se resisten a Dios. Para rescatar completamente a las personas del pecado, uno todavía necesita que Dios venga y lleve a cabo la obra de eliminar la naturaleza pecaminosa del hombre, sólo entonces podremos ser limpiados, salvados y ganados por Dios. Después de leer algunos capítulos de la palabra de Dios Todopoderoso, lo entenderemos”. La hermana Zhao abrió el libro de la palabra de Dios y empezó a leer: “Aunque el hombre ha sido redimido y se le han perdonado sus pecados, sólo se considera que Dios no recuerda sus transgresiones y no lo trata de acuerdo con estas. Sin embargo, cuando el hombre vive en la carne y no ha sido liberado del pecado, sólo puede continuar pecando, revelando interminablemente el carácter satánico corrupto. Esta es la vida que el hombre lleva, un ciclo sin fin de pecado y perdón. La mayoría de los hombres pecan durante el día y confiesan por la noche. Así, aunque la ofrenda por el pecado siempre sea efectiva para ellos, no podría salvarlos del pecado. Sólo se ha completado la mitad de la obra de salvación, porque el hombre sigue teniendo un carácter corrupto. […]” (‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”).

“Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad, se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre, pero no lo libró de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió a Jesús cargar con los pecados del hombre como la ofrenda por el pecado, sino también que Dios realizara una obra mayor para librar completamente al hombre de su carácter, que ha sido corrompido por Satanás” (‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”).
“Los pecados del hombre fueron perdonados a través del Dios encarnado, pero eso no significa que el hombre no tenga pecado en él. Los pecados del hombre podían ser perdonados por medio de una ofrenda por el pecado, pero el hombre ha sido incapaz de resolver el problema de cómo no pecar más y cómo poder desechar completamente su naturaleza pecaminosa y ser transformado. Los pecados del hombre fueron perdonados gracias a la obra de la crucifixión de Dios, pero el hombre siguió viviendo en el viejo carácter satánico y corrupto. Así pues, el hombre debe ser completamente salvo de este carácter satánico corrupto para que la naturaleza pecadora del hombre sea del todo desechada y no se desarrolle más, permitiendo así que el carácter del hombre cambie. Esto requiere que el hombre entienda la senda del crecimiento en la vida, el camino de la vida, y el camino del cambio de su carácter. También necesita que el hombre actúe de acuerdo con esa senda, de forma que su carácter pueda ser cambiado gradualmente y él pueda vivir bajo el brillo de la luz y que pueda hacer todas las cosas de acuerdo con la voluntad de Dios, desechar el carácter satánico corrupto, y liberarse de la influencia satánica de las tinieblas, aflorando de este modo totalmente del pecado. Sólo entonces recibirá el hombre la salvación completa” (‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”). La hermana Zhao comunicó así: después de haber leído estas palabras de Dios lo entendemos, ¿verdad? Aunque hemos creído en el Señor durante muchos años, somos incapaces de liberarnos de la esclavitud del pecado. La razón es que en la Era de la Gracia Dios sólo llevó a cabo la obra de la redención, pero no la obra de eliminar el pecado. Así que no importa cuánto confesemos nuestros pecados, nos arrepintamos y superemos nuestro propio yo o ayunemos y oremos, no podremos alcanzar una condición de no pecar. Eso significa que si queremos liberarnos de la esclavitud de nuestra naturaleza pecaminosa, sólo experimentar la obra de redención del Señor Jesús sigue siendo insuficiente. Tenemos que aceptar la obra de juicio llevada a cabo por el Señor Jesús retornado porque sólo la obra de juicio de Dios en los últimos días puede exponer el origen de los pecados que cometen las personas y mostrar a la gente la senda de liberarse de su naturaleza pecaminosa y de ganar pureza. Cuando actuamos de acuerdo con lo que Dios dice hoy, el carácter corrupto en nuestro interior será limpiado gradualmente y nos liberaremos de la esclavitud del pecado; sólo entonces podremos obtener la liberación y la libertad verdaderas. Así que la “expiación del pecado” en la Era de Gracia y que Dios “elimine el pecado” en los últimos días son dos obras diferentes. La “expiación del pecado” era simplemente el Señor Jesús ocupando el lugar del hombre por sus pecados y eximiendo a las personas del castigo que deberían sufrir por los pecados que cometieran. Pero eso no significa que las personas estén libres de pecado ni que ya no cometerán pecados y serán completamente limpiadas. Más bien, “eliminar el pecado” significa eliminar el origen de por qué las personas cometen pecados, haciendo que ya no pequen, que logren una transformación en su carácter de vida y que sean completamente purificadas. Así que, sólo aceptando la obra de juicio de Dios en los últimos días podemos recibir la salvación, ser llevados al reino de Dios y obtener la promesa y la bendición de Dios.
Al escuchar la palabra de Dios y lo que comunicaban las hermanas sentí que se ajustaba mucho a la verdad y era muy realista. Recordé todos aquellos años en los que fui arrogante y desinhibido, cuando las personas de mi departamento me tenían miedo y mantenían las distancias, mi esposa e hija en casa también me temían y nadie quería ser mi amigo. Ni siquiera logro encontrar a nadie con quien hablar íntimamente y sentí una profunda sensación de dolor y que era un fracaso como persona. También me odiaba a mí mismo, pero no tenía forma de cambiar. Realmente necesitamos que el Señor Jesús regrese y lleve a cabo la obra de salvación y purificación. Al escuchar hoy acerca del regreso del Señor Jesús para expresar la verdad y llevar a cabo la obra de limpiar y transformar a las personas, ¡me sentí realmente afortunado! Aquel día, cuando me iba a casa, la hermana me dio una copia del libro “Escuchar la voz de Dios Conocer a Cristo” y dijo que al principio ella había vivido en el pecado y había sido incapaz de liberarse de él, igual que yo. Más tarde, después de leer las palabras de aquel libro, encontró finalmente la manera de practicar. ¡Tomé el libro felizmente y decidí tener buena fe en Dios Todopoderoso!
Desde que acepté la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días, leí mucho de la palabra de Dios y fui entendiendo gradualmente algo acerca de las tres etapas de la obra de Dios, el misterio de la encarnación, el significado de los nombres de Dios, la historia interna de la Biblia y otros aspectos, y además mejoró mi fe en Dios. Cuando acababa de empezar, me conmovía y me afligía leer las palabras acerca de que Dios juzga la naturaleza satánica de las personas. Todavía albergaba algunas nociones en mi interior y pensaba que Dios hablaba de manera demasiado estricta. Después leí en la palabra de Dios: “En los últimos días, Cristo usa una diversidad de verdades para enseñarle al hombre, para revelar la esencia del hombre y analizar sus palabras y hechos. Estas palabras comprenden varias verdades, tales como, el deber del hombre, cómo debe el hombre obedecer a Dios, cómo debe el hombre ser leal a Dios, cómo debe el hombre vivir la humanidad normal, la sabiduría y el carácter de Dios, y así sucesivamente. Todas estas palabras se enfocan en la esencia del hombre y en su carácter corrupto. En particular, esas palabras que revelan cómo el hombre desdeña a Dios se dicen con relación a cómo el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Cuando Dios hace la obra del juicio, no simplemente aclara la naturaleza del hombre con unas cuantas palabras, sino que lleva a cabo la revelación, el tratamiento y la poda en el largo plazo. Esa forma de revelación, tratamiento y poda no se pueden sustituir con palabras ordinarias, sino con la verdad que el hombre no posee en absoluto. Sólo esa manera de obrar se considera juicio; sólo por medio de ese juicio se puede persuadir al hombre, se le puede convencer por completo de la sumisión a Dios, y puede obtener el verdadero conocimiento de Dios” (‘Cristo realiza la obra de juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”). De la palabra de Dios entendí que la obra de juicio de Dios en los últimos días usa la verdad que el hombre no posee en absoluto para mostrar la rebeldía y la corrupción de las personas y para analizar el habla y el comportamiento de la gente. Sólo a través de la exposición, el trato y la poda de Dios a largo plazo pueden las personas conocer poco a poco su carácter corrupto y su naturaleza esencial, ver claramente sus propios modales corruptos y feos y llegar a un estado de odiarse para, acto seguido, transformarse a sí mismas. Si Dios no obrara de esta manera, yo no conocería mi propio carácter corrupto, así que ¿cómo podría liberarme de mi naturaleza pecaminosa y obtener la purificación? ¡Cuanto más leía la palabra de Dios, más sentía que la obra de juicio de Dios era muy buena! En efecto, la palabra de Dios puede limpiar, transformar y salvar a las personas.
En una ocasión, mientras estaba compartiendo en una reunión mis propias experiencias y siempre decía frases como “creo que” y “esto es lo que pienso”, un hermano señaló que este hábito en mi discurso era una indicación de arrogancia. Si alguien más me hubiese expuesto así antes, habría discutido con esa persona y la habría refutado rápidamente. Pero en ese momento decidí permanecer en silencio sin discutir y justificarme, porque pensé en las palabras de “Sermones y Comunión acerca de la Entrada a la Vida”: “Si siempre dices ‘creo que’ cuando te encuentres con cualquier tema, bueno, lo mejor es que abandones tus opiniones. Te exhorto a que abandones tus opiniones y busques la verdad. Analiza las palabras de Dios. ¡Tu ‘opinión’ no es la verdad! […] ¡Eres demasiado arrogante y egoísta! Ante la verdad ni siquiera puedes dejar tus propias concepciones e ilusiones ni negarlas. ¡No quieres obedecer a Dios en lo más mínimo! De entre aquellas personas que verdaderamente buscan la verdad y verdaderamente tienen un corazón que reverencia a Dios, ¿quién dice aún ‘creo que’? Ese dicho ya ha sido eliminado. Es la revelación del carácter satánico”. Así sentí que lo que el hermano acababa de decir era correcto y yo no tenía motivos para refutarlo. Lo que el hombre piensa que es verdad no puede sustituir a la verdad. Lo que piensa el hombre viene de Satanás. Si alguien siempre utiliza la palabra “yo” al principio de lo que dice, esto es no tener a Dios en el corazón y es una señal de no reverenciar a Dios. ¡Qué arrogante por mi parte hablar siempre de esa manera!
Más tarde también leí un pasaje en el libro “Sermones y Comunión acerca de la Entrada a la Vida” que decía: “Las personas se vuelven arrogantes cuando poseen activos. Si alguien es de buen calibre y tiene un cierto nivel de capacidad, pensará: ‘Soy mejor que los demás’. Al hacerlo revela su carácter arrogante y no tiene ninguna consideración hacia nadie más. Esto es normal, porque es experta y capaz. Si realmente se conociera a sí misma, esta persona pensaría que no vale un centavo. ¿Qué motivo tendría entonces para ser arrogante? Esta persona pensaría que no vale la pena ser arrogante y si no tuviera activos para serlo, no se volvería arrogante. ¿No es así? Algunas personas creen que son mejores que todo el mundo y que pueden entender cualquier asunto claramente, así que ¿qué está destinado a sucederles algún día? Cuando sufran un gran revés y sean humilladas en el fracaso, ¿seguirán siendo arrogantes? Sentirán que no pueden ir con la cabeza alta, no se atreverán a mirar a nadie. Entonces, cuando esas personas con un carácter arrogante y engreído fracasen, sean humilladas varias veces o sean tratadas y podadas enormemente varias veces, su carácter arrogante se resolverá naturalmente. Todas las personas se dejan convencer así. Experimentando el juicio y castigo de Dios, siendo podadas y tratadas, siendo disciplinadas por el Espíritu Santo y sufriendo algunos fracasos y reveses las personas se volverán mucho más honestas. Su arrogancia será cada vez menor y estas personas no serán tan santurronas. Aunque entiendan algo a fondo, aún buscarán la verdad al respecto, buscarán las ideas de otros para tomar precauciones ante la posibilidad de cometer un error. Todo esto es el resultado alcanzado a través del juicio y el castigo de Dios. Así que no importa lo arrogante y santurrón que seas, no temas y no te preocupes. Siempre y cuando experimentes el juicio y el castigo de Dios y aceptes más del trato y la poda, especialmente la disciplina del Espíritu Santo, empezarás a cambiar gradualmente. Nadie puede ayudarte con esto, así que tienes que apoyarte en orar a Dios y buscar la verdad, ganar la obra del Espíritu Santo, porque una vez que el Espíritu Santo obre en ti todos tus problemas se solucionarán”. Este pasaje fue comunicado de manera muy penetrante, ¡y realmente funcionó! Me di cuenta de que antes, en la obra o en casa, siempre estaba sentando cátedra y todo esto se debía al control de la naturaleza arrogante de Satanás. Me creía con habilidad, con la capacidad de ganar dinero, alardeaba de mi antigüedad y despreciaba a todos menos a mí mismo, pensaba que nadie era tan bueno como yo y siempre me ponía en un pedestal. Después de aceptar la obra de Dios en los últimos días, leí muchas palabras con respecto a cómo Dios juzga y revela la naturaleza arrogante de las personas y, también a través de lo que comunicaban los hermanos y hermanas en las congregaciones, empecé a tener un entendimiento superficial de mi propia naturaleza arrogante. Vi que en realidad yo no era mejor que nadie y que mi capacidad y mi riqueza habían sido otorgadas por Dios, así que no tenía nada de lo que jactarme. Al mismo tiempo también encontré en la palabra de Dios la manera de transformar mi naturaleza arrogante, aceptando más si cabe ser tratado y podado por los hermanos y hermanas, comparándome con la palabra de Dios y reflexionando más sobre mí mismo, obteniendo un verdadero autoconocimiento, odiándome a mí mismo, y sin seguir apoyándome en el carácter satánico en lo que hago, para por el contrario actuar de acuerdo con la palabra de Dios. En el transcurso de haber experimentado el ser podado y tratado así muchas veces, además de lo que aprendí mediante la autorreflexión, mi naturaleza arrogante empezó de manera gradual a lograr algunas transformaciones.
A raíz de leer más la palabra de Dios y vivir constantemente la vida de la iglesia, cada vez era más consciente de lo afortunado que fui al poder aceptar la obra de Dios en los últimos días. En la Iglesia de Dios Todopoderoso todos los hermanos y hermanas son muy apasionados, se tratan con sinceridad. Todos ellos son puros y sencillos y se comunican mutuamente sus propias experiencias y aunque sus caracteres corruptos sean revelados, son capaces de reflexionar y conocerse a sí mismos sobre la base de la palabra de Dios. He visto que la palabra de Dios Todopoderoso es realmente capaz de limpiar y transformar a las personas. Dios mismo expresó la palabra para llevarnos a liberarnos del pecado y alcanzar la salvación, ¡así que estamos verdaderamente bendecidos! Pensando en cuántas personas hay aún que creen en Dios sinceramente, que esperan ansiosamente que regrese el Señor Jesús y que anhelan liberarse de las cadenas del pecado y obtener la purificación, resolví algo mientras oraba a Dios: estoy dispuesto a difundir el evangelio del reino a aún más personas y a hacer que sean como yo, a seguir los pasos de Dios y a obtener la salvación de Dios de los últimos días.
Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

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