Las palabras relevantes de Dios:
Como crees en Dios, debes poner tu fe en todas las palabras de Dios y en toda Su obra. Es decir, como crees en Dios, debes obedecerle. Si no puedes hacerlo, entonces no importa si crees en Dios. Si has creído en Dios muchos años, pero nunca le has obedecido ni has aceptado todas Sus palabras, sino que le has pedido que Él se someta a ti y actúe según tus propios conceptos, entonces eres la más rebelde de todas las personas, y eres un incrédulo. ¿Cómo puede alguien así obedecer la obra y las palabras de Dios que no se conforman a los conceptos del hombre?
Todos los que tienen un falso entendimiento de las palabras de Dios son incrédulos. No tienen ningún conocimiento real, mucho menos tienen una estatura real; son personas ignorantes sin realidad. Es decir, todos los que viven fuera de la esencia de las palabras de Dios son incrédulos. Aquellos que son considerados incrédulos por las personas son bestias ante los ojos de Dios y aquellos considerados incrédulos por Dios son los que no tienen las palabras de Dios como su vida. Por lo tanto, las personas que no poseen la realidad de las palabras de Dios y que no viven las palabras de Dios son incrédulas.
Hay algunas personas cuya creencia nunca ha sido reconocida en el corazón de Dios. En otras palabras, Él no reconoce a estas personas como seguidores suyos, porque no elogia su creencia. Independientemente de cuántos años hayan seguido a Dios, sus ideas y opiniones nunca han cambiado. Son como los incrédulos, se adhieren a sus principios y a su manera de hacer las cosas, a sus leyes de supervivencia y creencia. Nunca aceptaron la palabra de Dios como su vida ni creyeron que Su palabra fuera la verdad, ni tuvieron intención de aceptar Su salvación, y nunca lo reconocieron como su Dios. Consideran que creer en Dios es una especie de pasatiempo de aficionado, tratan a Dios simplemente como un sustento espiritual, por lo que no piensan que merezca la pena probar y entender Su carácter, o Su esencia. Se podría decir que todo lo que corresponde al Dios verdadero no tiene nada que ver con estas personas. No están interesadas, y no se les puede importunar para que presten atención. Esto se debe a que, en lo profundo de su corazón, una voz intensa les advierte siempre: Dios es invisible e intocable, y Dios no existe. Creen que intentar entender a esta clase de Dios no merece sus esfuerzos; sería engañarse a uno mismo. Sólo reconocen a Dios de palabra y no adoptan una posición real. Tampoco hacen nada en términos prácticos, creyéndose muy listos. ¿Cómo mira Dios a estas personas? Las ve como no creyentes. Algunos preguntan: “¿Pueden leer los incrédulos la palabra de Dios? ¿Pueden cumplir con su deber? ¿Pueden pronunciar estas palabras: ‘Viviré para Dios’?”. Lo que el hombre ve con frecuencia son las demostraciones superficiales de las personas, no su esencia. Pero Dios no mira estas exhibiciones superficiales; Él sólo ve su esencia interior. Por tanto, esta es la clase de actitud y definición de Dios hacia estas personas.
Algunas personas no se regocijan en la verdad, mucho menos en el juicio. Más bien, se regocijan en el poder y las riquezas; tales personas se llaman buscadores de poder. Ellas buscan exclusivamente aquellas denominaciones en el mundo que tienen influencia y a los pastores y maestros que provienen de seminarios. A pesar de haber aceptado el camino de la verdad, se mantienen escépticos y son incapaces de dedicarse a plenitud. Hablan de sacrificarse por Dios, pero sus ojos se mantienen enfocados en los grandes pastores y maestros, y Cristo es dejado de lado. Sus corazones están llenos de fama, fortuna y gloria. Ellos no creen en absoluto que un hombre tan exiguo sea capaz de conquistar a tantos, que uno tan corriente sea capaz de perfeccionar a la gente. Ellos no creen en absoluto que estos don nadie entre el polvo y el estiércol sean la gente elegida por Dios. Ellos creen que si tales personas fueran los objetos de la salvación de Dios, entonces el cielo y la tierra estarían volteados al revés y todos los hombres se reirían a mandíbula batiente. Ellos creen que si Dios ha elegido a tales don nadie para ser perfeccionados, entonces esos grandes hombres se convertirían en Dios mismo. Sus perspectivas están manchadas de incredulidad; ciertamente, más que incrédulos, son bestias absurdas. Y es que sólo valoran la posición, el prestigio y el poder; lo que tienen en alta estima son los grandes grupos y denominaciones. No tienen la menor consideración hacia aquellos dirigidos por Cristo; son simplemente traidores que han dado la espalda a Cristo, a la verdad y a la vida.
Lo que tú admiras no es la humildad de Cristo, sino a esos falsos pastores de destacada posición. No amas la belleza ni la sabiduría de Cristo, sino a esos licenciosos que se asocian con el mundo vil. Te ríes del dolor de Cristo, que no tiene lugar donde reclinar Su cabeza, pero admiras a esos cadáveres que se apoderan de las ofrendas y viven en desenfreno. No estás dispuesto a sufrir junto a Cristo, sino que te lanzas con gusto en los brazos de esos anticristos insensatos a pesar de que sólo te suministren carne, letras y control. Aun ahora tu corazón todavía se vuelve hacia ellos, su reputación, su estatus e influencia. Aun así, continúas teniendo una actitud por la que la obra de Cristo te resulta difícil de soportar y no estás dispuesto a aceptarla. Por esto es que te digo que no tienes la fe de reconocer a Cristo. La razón por la que lo has seguido hasta el día de hoy es sólo porque no tenías otra opción. En tu corazón siempre se elevan muchas imágenes altivas; no puedes olvidar cada uno de sus palabras y obras, ni de sus palabras y manos influyentes. Ellos permanecen, dentro de vuestros corazones, por siempre supremos y por siempre héroes. Pero esto no es así para el Cristo de hoy. Él permanece por siempre insignificante en tu corazón y por siempre indigno de tu veneración. Porque Él es demasiado corriente, tiene muy poca influencia y está lejos de ser elevado.
En cualquier caso, Yo digo que todos los que no estiman la verdad son todos no creyentes y traidores de la verdad. Tales hombres nunca recibirán la aprobación de Cristo.
Si en su creencia en Dios las personas no viven frecuentemente ante Él, entonces no tienen temor de Dios en su corazón y, por ello, son incapaces de rehuir el mal. Todo esto está interconectado. Si tu corazón vive a menudo ante Dios, serás mantenido a raya y temerás a Dios en muchas cosas. No irás demasiado lejos ni harás nada disoluto. No harás aquello que es detestado por Dios y no pronunciarás palabras sin sentido. Si aceptas la observación de Dios y Su disciplina, evitarás hacer muchas cosas malvadas y, así, rehuirás al mal, ¿cierto? Si, en tu creencia en Dios, a menudo te encuentras en un estado de desconcierto, sin saber si Dios está en tu corazón, sin saber lo que deseas hacer en tu corazón, y si no eres capaz de estar en paz delante de Dios y no oras a Dios o no buscas la verdad cuando algo te ocurre, si a menudo actúas de acuerdo con tu propia voluntad, vives de acuerdo con tu carácter satánico y revelas tu carácter arrogante, y si no aceptas el escrutinio de Dios o Su disciplina y no obedeces a Dios, entonces las personas que son así siempre viven delante de Satanás y son controladas por su carácter satánico. Por tanto, tales personas no tienen la más mínima reverencia por Dios. Simplemente son incapaces de rechazar el mal y, aún si no hacen cosas malvadas, todo lo que piensan sigue siendo malvado y no está conectado con la verdad y va en contra de esta. Entonces, en esencia ¿esas personas no tienen conexión con Dios? Aunque son gobernadas por Dios, nunca se han reportado delante de Dios; nunca han tratado a Dios como tal, nunca han tratado a Dios como el Creador que rige sobre ellos; nunca han reconocido que Dios es su Dios y su Señor, y nunca han considerado adorar a Dios con su corazón. Tales personas no entienden lo que significa temer a Dios y piensan que tienen el derecho de hacer el mal, y dicen: “Haré lo que me plazca. Me haré cargo de mis propios asuntos; no le incumbe a nadie más”. Piensan que tienen derecho a hacer el mal, y consideran la fe en Dios como una especie de mantra, como una forma de ceremonia. ¿Acaso esto no los hace no creyentes? ¡Son no creyentes!
Fragmentos de sermones y comunicaciones para referencia:
Todos dentro de la familia de Dios cree en Dios. Sin embargo, hay un tipo de persona que, aunque asegura que cree en Dios, dentro de su corazón tiene dudas de la existencia de Dios, del hecho de que Dios creó todo lo que existe, del gobierno de Dios sobre todo lo que existe, de la encarnación de Dios, de la palabra de Dios y de la verdad. Un aspecto es que estas personas son incapaces de confirmar si estas cosas son verdad o no. Otro aspecto es que todavía dudan, creyendo que estas cosas son imposibles. ¿Qué creen ellas en su corazón? Creen en todas las cosas que existen en el mundo material. Creen en todo lo que sus ojos pueden ver y creen en todo lo que sus manos pueden tocar. Tienen una actitud sospechosa hacia cualquier cosa que sus ojos no pueden ver, al punto que incluso no lo reconocen. Este tipo de personas sólo creen en Dios nominalmente, pero en realidad, sólo son no creyentes. He oído que dentro de la religión occidental, el 25% de los pastores, es decir, básicamente 1 de cada 4 pastores, no cree que el Señor Jesús fue concebido por el Espíritu Santo y alberga dudas acerca de la Biblia. Entre los pastores occidentales, hay así de tantos que son no creyentes. Sobre todo cuando se trata de la segunda encarnación de Dios, se vuelven aún más opositores. Creen que Dios sólo existe en el cielo y que Dios nunca obrará entre los humanos. Como resultado, quienquiera que diga que Dios ha venido, será acusado por la mayoría de los pastores occidentales como hereje. ¿No diríais vosotros que estas personas son no creyentes? Son no creyentes. Los no creyentes no creen en la obra del Espíritu Santo. Dicen: “Esto es algo que es concebido por el hombre. El corazón del hombre puede sentirse momentáneamente inspirado y a veces se vuelven iluminados. Pero esto no tiene nada que ver con la obra del Espíritu Santo”. No creen en la obra del Espíritu Santo. Tampoco creen que las palabras de Dios son dichas por Dios. Dicen: “Estas palabras fueron dichas por el hombre. ¿Quién ha visto a Dios decir estas palabras? ¿Cómo podría Dios decir estas cosas? Esto fue dicho por el hombre”. Todos aquellos que no creen en la encarnación de Dios o en la obra del Espíritu Santo, y que incluso no creen que las palabras de Dios son expresadas por Dios o por el Espíritu de Dios, son no creyentes. Independientemente de cuánto digan que creen en Dios, son no creyentes. Un no creyente no es alguien que afirme que no cree en Dios. Dice que cree en Dios con su boca, pero en su corazón no cree. Esto es lo que quiere decir ser un no creyente y también se puede decir que es un impostor.
La esencia de los fariseos era la hipocresía. Creyeron en Dios, pero no amaron la verdad ni buscaron la vida. Simplemente creyeron en un Dios confuso del cielo y en sus propias nociones y fantasías, pero no creyeron en Cristo encarnado ni lo reconocieron. Todos ellos fueron unos incrédulos en el sentido estricto de la palabra. Su creencia en Dios fue investigar teología y en tratar la fe en Dios como una forma de conocimiento para llevar a cabo la investigación. Su sustento dependía de la investigación de la Biblia y la teología. En su corazón la Biblia era su sustento. Pensaron que cuanto mejor explicaran el conocimiento bíblico y la teoría teológica, habría más gente que los adoraría, más alto y más firmemente podrían estar en el podio y su estatus sería más estable. Precisamente fue porque los fariseos fueron personas que sólo vivieron por el estatus y el sustento, y fueron personas que estaban hartas de la verdad y la despreciaron, que cuando el Señor Jesús se encarnó y vino a hacer la obra, se aferraron obstinadamente a sus nociones, fantasías y conocimientos bíblicos para proteger su estatus y sustento, sin reparar en nada a la hora de resistirse y condenar al Señor Jesús y oponerse a Dios. […]
En el marco de la religión, muchas personas creen en Dios bajo el control de los fariseos, a quienes obedecen y hacen caso en todo. Al igual que ellos, únicamente estudian la Biblia y teología, pues sólo les importa comprender conocimientos bíblicos y teorías teológicas, y nunca se interesan por buscar la verdad ni por practicar las palabras del Señor. Al igual que los fariseos, creen exclusivamente en un Dios difuso del cielo, pero no en Cristo encarnado de los últimos días, Dios Todopoderoso. Por más autoridad y poder que tengan las verdades expresadas por Dios Todopoderoso, se siguen aferrando de manera obstinada a sus nociones y fantasías, a la vez que obedecen a los pastores y ancianos en su oposición y condena a Dios Todopoderoso. Ni que decir son del mismo tipo que los fariseos ¡y que van por el camino de oposición a Dios de los fariseos! Aunque no obedezcan a los fariseos, son de su mismo tipo y, además, hijos de los fariseos, ya que su naturaleza y esencia son las mismas. ¡Son todos unos incrédulos que solamente creen en sí mismos sin amar la verdad, unos anticristos que odian la verdad y se oponen a Cristo!
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No es difícil de entender el significado literal de “la fe en Dios”, pero para lograr una verdadera creencia en Dios se requiere comprender mucha verdad. Haga clic en WhatsApp para discutir con nosotros.
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Como crees en Dios, debes poner tu fe en todas las palabras de Dios y en toda Su obra. Es decir, como crees en Dios, debes obedecerle. Si no puedes hacerlo, entonces no importa si crees en Dios. Si has creído en Dios muchos años, pero nunca le has obedecido ni has aceptado todas Sus palabras, sino que le has pedido que Él se someta a ti y actúe según tus propios conceptos, entonces eres la más rebelde de todas las personas, y eres un incrédulo. ¿Cómo puede alguien así obedecer la obra y las palabras de Dios que no se conforman a los conceptos del hombre?
de ‘Los que obedecen a Dios con un corazón verdadero, con seguridad serán ganados por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
Todos los que tienen un falso entendimiento de las palabras de Dios son incrédulos. No tienen ningún conocimiento real, mucho menos tienen una estatura real; son personas ignorantes sin realidad. Es decir, todos los que viven fuera de la esencia de las palabras de Dios son incrédulos. Aquellos que son considerados incrédulos por las personas son bestias ante los ojos de Dios y aquellos considerados incrédulos por Dios son los que no tienen las palabras de Dios como su vida. Por lo tanto, las personas que no poseen la realidad de las palabras de Dios y que no viven las palabras de Dios son incrédulas.
de ‘Sólo se tiene la realidad si se pone en práctica la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”
Hay algunas personas cuya creencia nunca ha sido reconocida en el corazón de Dios. En otras palabras, Él no reconoce a estas personas como seguidores suyos, porque no elogia su creencia. Independientemente de cuántos años hayan seguido a Dios, sus ideas y opiniones nunca han cambiado. Son como los incrédulos, se adhieren a sus principios y a su manera de hacer las cosas, a sus leyes de supervivencia y creencia. Nunca aceptaron la palabra de Dios como su vida ni creyeron que Su palabra fuera la verdad, ni tuvieron intención de aceptar Su salvación, y nunca lo reconocieron como su Dios. Consideran que creer en Dios es una especie de pasatiempo de aficionado, tratan a Dios simplemente como un sustento espiritual, por lo que no piensan que merezca la pena probar y entender Su carácter, o Su esencia. Se podría decir que todo lo que corresponde al Dios verdadero no tiene nada que ver con estas personas. No están interesadas, y no se les puede importunar para que presten atención. Esto se debe a que, en lo profundo de su corazón, una voz intensa les advierte siempre: Dios es invisible e intocable, y Dios no existe. Creen que intentar entender a esta clase de Dios no merece sus esfuerzos; sería engañarse a uno mismo. Sólo reconocen a Dios de palabra y no adoptan una posición real. Tampoco hacen nada en términos prácticos, creyéndose muy listos. ¿Cómo mira Dios a estas personas? Las ve como no creyentes. Algunos preguntan: “¿Pueden leer los incrédulos la palabra de Dios? ¿Pueden cumplir con su deber? ¿Pueden pronunciar estas palabras: ‘Viviré para Dios’?”. Lo que el hombre ve con frecuencia son las demostraciones superficiales de las personas, no su esencia. Pero Dios no mira estas exhibiciones superficiales; Él sólo ve su esencia interior. Por tanto, esta es la clase de actitud y definición de Dios hacia estas personas.
de ‘Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra’ en “La Palabra manifestada en carne”
Algunas personas no se regocijan en la verdad, mucho menos en el juicio. Más bien, se regocijan en el poder y las riquezas; tales personas se llaman buscadores de poder. Ellas buscan exclusivamente aquellas denominaciones en el mundo que tienen influencia y a los pastores y maestros que provienen de seminarios. A pesar de haber aceptado el camino de la verdad, se mantienen escépticos y son incapaces de dedicarse a plenitud. Hablan de sacrificarse por Dios, pero sus ojos se mantienen enfocados en los grandes pastores y maestros, y Cristo es dejado de lado. Sus corazones están llenos de fama, fortuna y gloria. Ellos no creen en absoluto que un hombre tan exiguo sea capaz de conquistar a tantos, que uno tan corriente sea capaz de perfeccionar a la gente. Ellos no creen en absoluto que estos don nadie entre el polvo y el estiércol sean la gente elegida por Dios. Ellos creen que si tales personas fueran los objetos de la salvación de Dios, entonces el cielo y la tierra estarían volteados al revés y todos los hombres se reirían a mandíbula batiente. Ellos creen que si Dios ha elegido a tales don nadie para ser perfeccionados, entonces esos grandes hombres se convertirían en Dios mismo. Sus perspectivas están manchadas de incredulidad; ciertamente, más que incrédulos, son bestias absurdas. Y es que sólo valoran la posición, el prestigio y el poder; lo que tienen en alta estima son los grandes grupos y denominaciones. No tienen la menor consideración hacia aquellos dirigidos por Cristo; son simplemente traidores que han dado la espalda a Cristo, a la verdad y a la vida.
Lo que tú admiras no es la humildad de Cristo, sino a esos falsos pastores de destacada posición. No amas la belleza ni la sabiduría de Cristo, sino a esos licenciosos que se asocian con el mundo vil. Te ríes del dolor de Cristo, que no tiene lugar donde reclinar Su cabeza, pero admiras a esos cadáveres que se apoderan de las ofrendas y viven en desenfreno. No estás dispuesto a sufrir junto a Cristo, sino que te lanzas con gusto en los brazos de esos anticristos insensatos a pesar de que sólo te suministren carne, letras y control. Aun ahora tu corazón todavía se vuelve hacia ellos, su reputación, su estatus e influencia. Aun así, continúas teniendo una actitud por la que la obra de Cristo te resulta difícil de soportar y no estás dispuesto a aceptarla. Por esto es que te digo que no tienes la fe de reconocer a Cristo. La razón por la que lo has seguido hasta el día de hoy es sólo porque no tenías otra opción. En tu corazón siempre se elevan muchas imágenes altivas; no puedes olvidar cada uno de sus palabras y obras, ni de sus palabras y manos influyentes. Ellos permanecen, dentro de vuestros corazones, por siempre supremos y por siempre héroes. Pero esto no es así para el Cristo de hoy. Él permanece por siempre insignificante en tu corazón y por siempre indigno de tu veneración. Porque Él es demasiado corriente, tiene muy poca influencia y está lejos de ser elevado.
En cualquier caso, Yo digo que todos los que no estiman la verdad son todos no creyentes y traidores de la verdad. Tales hombres nunca recibirán la aprobación de Cristo.
de ‘¿Eres un verdadero creyente en Dios?’ en “La Palabra manifestada en carne”
Si en su creencia en Dios las personas no viven frecuentemente ante Él, entonces no tienen temor de Dios en su corazón y, por ello, son incapaces de rehuir el mal. Todo esto está interconectado. Si tu corazón vive a menudo ante Dios, serás mantenido a raya y temerás a Dios en muchas cosas. No irás demasiado lejos ni harás nada disoluto. No harás aquello que es detestado por Dios y no pronunciarás palabras sin sentido. Si aceptas la observación de Dios y Su disciplina, evitarás hacer muchas cosas malvadas y, así, rehuirás al mal, ¿cierto? Si, en tu creencia en Dios, a menudo te encuentras en un estado de desconcierto, sin saber si Dios está en tu corazón, sin saber lo que deseas hacer en tu corazón, y si no eres capaz de estar en paz delante de Dios y no oras a Dios o no buscas la verdad cuando algo te ocurre, si a menudo actúas de acuerdo con tu propia voluntad, vives de acuerdo con tu carácter satánico y revelas tu carácter arrogante, y si no aceptas el escrutinio de Dios o Su disciplina y no obedeces a Dios, entonces las personas que son así siempre viven delante de Satanás y son controladas por su carácter satánico. Por tanto, tales personas no tienen la más mínima reverencia por Dios. Simplemente son incapaces de rechazar el mal y, aún si no hacen cosas malvadas, todo lo que piensan sigue siendo malvado y no está conectado con la verdad y va en contra de esta. Entonces, en esencia ¿esas personas no tienen conexión con Dios? Aunque son gobernadas por Dios, nunca se han reportado delante de Dios; nunca han tratado a Dios como tal, nunca han tratado a Dios como el Creador que rige sobre ellos; nunca han reconocido que Dios es su Dios y su Señor, y nunca han considerado adorar a Dios con su corazón. Tales personas no entienden lo que significa temer a Dios y piensan que tienen el derecho de hacer el mal, y dicen: “Haré lo que me plazca. Me haré cargo de mis propios asuntos; no le incumbe a nadie más”. Piensan que tienen derecho a hacer el mal, y consideran la fe en Dios como una especie de mantra, como una forma de ceremonia. ¿Acaso esto no los hace no creyentes? ¡Son no creyentes!
de ‘Sólo si vives ante Dios en todo momento puedes caminar por la senda de la salvación’ en “Registros de las pláticas de Cristo”
Fragmentos de sermones y comunicaciones para referencia:
Todos dentro de la familia de Dios cree en Dios. Sin embargo, hay un tipo de persona que, aunque asegura que cree en Dios, dentro de su corazón tiene dudas de la existencia de Dios, del hecho de que Dios creó todo lo que existe, del gobierno de Dios sobre todo lo que existe, de la encarnación de Dios, de la palabra de Dios y de la verdad. Un aspecto es que estas personas son incapaces de confirmar si estas cosas son verdad o no. Otro aspecto es que todavía dudan, creyendo que estas cosas son imposibles. ¿Qué creen ellas en su corazón? Creen en todas las cosas que existen en el mundo material. Creen en todo lo que sus ojos pueden ver y creen en todo lo que sus manos pueden tocar. Tienen una actitud sospechosa hacia cualquier cosa que sus ojos no pueden ver, al punto que incluso no lo reconocen. Este tipo de personas sólo creen en Dios nominalmente, pero en realidad, sólo son no creyentes. He oído que dentro de la religión occidental, el 25% de los pastores, es decir, básicamente 1 de cada 4 pastores, no cree que el Señor Jesús fue concebido por el Espíritu Santo y alberga dudas acerca de la Biblia. Entre los pastores occidentales, hay así de tantos que son no creyentes. Sobre todo cuando se trata de la segunda encarnación de Dios, se vuelven aún más opositores. Creen que Dios sólo existe en el cielo y que Dios nunca obrará entre los humanos. Como resultado, quienquiera que diga que Dios ha venido, será acusado por la mayoría de los pastores occidentales como hereje. ¿No diríais vosotros que estas personas son no creyentes? Son no creyentes. Los no creyentes no creen en la obra del Espíritu Santo. Dicen: “Esto es algo que es concebido por el hombre. El corazón del hombre puede sentirse momentáneamente inspirado y a veces se vuelven iluminados. Pero esto no tiene nada que ver con la obra del Espíritu Santo”. No creen en la obra del Espíritu Santo. Tampoco creen que las palabras de Dios son dichas por Dios. Dicen: “Estas palabras fueron dichas por el hombre. ¿Quién ha visto a Dios decir estas palabras? ¿Cómo podría Dios decir estas cosas? Esto fue dicho por el hombre”. Todos aquellos que no creen en la encarnación de Dios o en la obra del Espíritu Santo, y que incluso no creen que las palabras de Dios son expresadas por Dios o por el Espíritu de Dios, son no creyentes. Independientemente de cuánto digan que creen en Dios, son no creyentes. Un no creyente no es alguien que afirme que no cree en Dios. Dice que cree en Dios con su boca, pero en su corazón no cree. Esto es lo que quiere decir ser un no creyente y también se puede decir que es un impostor.
de ‘Cómo discernir a cada tipo de persona’ en “Sermones y enseñanzas sobre la entrada en la vida (III)”
La esencia de los fariseos era la hipocresía. Creyeron en Dios, pero no amaron la verdad ni buscaron la vida. Simplemente creyeron en un Dios confuso del cielo y en sus propias nociones y fantasías, pero no creyeron en Cristo encarnado ni lo reconocieron. Todos ellos fueron unos incrédulos en el sentido estricto de la palabra. Su creencia en Dios fue investigar teología y en tratar la fe en Dios como una forma de conocimiento para llevar a cabo la investigación. Su sustento dependía de la investigación de la Biblia y la teología. En su corazón la Biblia era su sustento. Pensaron que cuanto mejor explicaran el conocimiento bíblico y la teoría teológica, habría más gente que los adoraría, más alto y más firmemente podrían estar en el podio y su estatus sería más estable. Precisamente fue porque los fariseos fueron personas que sólo vivieron por el estatus y el sustento, y fueron personas que estaban hartas de la verdad y la despreciaron, que cuando el Señor Jesús se encarnó y vino a hacer la obra, se aferraron obstinadamente a sus nociones, fantasías y conocimientos bíblicos para proteger su estatus y sustento, sin reparar en nada a la hora de resistirse y condenar al Señor Jesús y oponerse a Dios. […]
En el marco de la religión, muchas personas creen en Dios bajo el control de los fariseos, a quienes obedecen y hacen caso en todo. Al igual que ellos, únicamente estudian la Biblia y teología, pues sólo les importa comprender conocimientos bíblicos y teorías teológicas, y nunca se interesan por buscar la verdad ni por practicar las palabras del Señor. Al igual que los fariseos, creen exclusivamente en un Dios difuso del cielo, pero no en Cristo encarnado de los últimos días, Dios Todopoderoso. Por más autoridad y poder que tengan las verdades expresadas por Dios Todopoderoso, se siguen aferrando de manera obstinada a sus nociones y fantasías, a la vez que obedecen a los pastores y ancianos en su oposición y condena a Dios Todopoderoso. Ni que decir son del mismo tipo que los fariseos ¡y que van por el camino de oposición a Dios de los fariseos! Aunque no obedezcan a los fariseos, son de su mismo tipo y, además, hijos de los fariseos, ya que su naturaleza y esencia son las mismas. ¡Son todos unos incrédulos que solamente creen en sí mismos sin amar la verdad, unos anticristos que odian la verdad y se oponen a Cristo!
de “Preguntas y respuestas clásicas sobre el Evangelio del Reino Selecciones”
Tal vez te guste: El verdadero significado de la fe en Dios
Recomendación: Cómo tener fe en Dios
No es difícil de entender el significado literal de “la fe en Dios”, pero para lograr una verdadera creencia en Dios se requiere comprender mucha verdad. Haga clic en WhatsApp para discutir con nosotros.
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