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VIII. Palabras sobre el carácter de Dios y lo que Él tiene y es


185. Dios es lo que Él es, y tiene lo que Él tiene. Todo lo que Él expresa y revela es representación de Su esencia y de Su identidad. Lo que Él es y lo que Él tiene, así como Su esencia e identidad, son cosas que ningún hombre puede reemplazar. Su carácter abarca Su amor por la humanidad, Su solaz por la humanidad, Su odio por la humanidad, y aún más, una comprensión profunda por la humanidad. Sin embargo, la personalidad del hombre puede ser optimista, vivaz o insensible. El carácter de Dios es uno que pertenece al Soberano de los seres vivos y todas las cosas, al Señor de toda la creación. Su carácter representa honor, poder, nobleza, grandeza y, sobre todo, supremacía. Su carácter es símbolo de autoridad, símbolo de todo lo que es justo, símbolo de todo lo que es hermoso y bueno. Más que esto, es un símbolo de Aquel que no puede ser[a] vencido o invadido por la oscuridad ni por ninguna fuerza enemiga, así como un símbolo de Aquel que no puede ser ofendido (y que tampoco tolerará ser ofendido)[b] por ningún ser creado. Su carácter es símbolo de la mayor autoridad. No hay persona o personas que trastornen o puedan trastornar Su obra o Su carácter. Pero la personalidad del hombre no es más que un mero símbolo de su leve superioridad sobre la bestia. El hombre en sí mismo y por sí mismo no tiene ninguna autoridad, ninguna autonomía y ninguna destreza para trascender el yo, sino que en su esencia es alguien que se acobarda a merced de todo tipo de personas, sucesos y cosas. La alegría de Dios se debe a la existencia y surgimiento de la justicia y la luz, a la destrucción de la oscuridad y la maldad. Él se deleita en traer luz y buena vida a la humanidad; Su alegría es una alegría justa, un símbolo de la existencia de todo lo que es positivo, y, aún más, un símbolo de buenos auspicios. La ira de Dios se debe al daño que la existencia y la interferencia de la injusticia ocasiona a Su humanidad; se debe a la existencia de la maldad y la oscuridad, a la existencia de las cosas que ahuyentan la verdad, y aún más, se debe a la existencia de cosas que se oponen a lo que es bueno y hermoso. Su ira es un símbolo de que todas las cosas negativas ya no existen, y aún más, es un símbolo de Su santidad. Su tristeza se debe a la humanidad, en la que Él tiene esperanzas, pero esta ha caído en la oscuridad, porque la obra que Él hace en el hombre no alcanza Sus expectativas, y porque no toda la humanidad a la que Él ama tiene la capacidad de vivir en la luz. Él se entristece de la humanidad inocente, del hombre honesto pero ignorante, y del hombre que es bueno pero tiene carencias en sus propios puntos de vista. Su tristeza es símbolo de Su bondad y de Su misericordia, símbolo de belleza y benevolencia. Su felicidad, por supuesto, proviene de derrotar a Sus enemigos y de obtener la buena voluntad del hombre. Más que esto, surge a partir de la expulsión y destrucción de todas las fuerzas enemigas, y debido a que la humanidad recibe una vida buena y pacífica. La felicidad de Dios es diferente al gozo del hombre; más bien, es el sentimiento de producir buenos frutos, un sentimiento aún mayor que el gozo. Su felicidad es un símbolo de la liberación del sufrimiento de la humanidad desde esta hora, y un símbolo de la entrada de la humanidad a un mundo de luz. Todas las emociones de la humanidad, por otro lado, surgen en aras de su propio interés, no por la justicia, la luz o lo que es hermoso, y mucho menos por la gracia concedida por el Cielo. Las emociones de la humanidad son egoístas y pertenecen al mundo de la oscuridad. Estas no existen en aras de la voluntad de Dios, y mucho menos de Su plan, por lo que nunca puede hablarse de Dios y del hombre en el mismo contexto. Dios es por siempre supremo y para siempre honorable, mientras que el hombre es siempre bajo, siempre despreciable. Esto es porque Dios siempre está haciendo sacrificios y se entrega a la humanidad; sin embargo, el hombre siempre toma y se esfuerza sólo para sí mismo. Dios siempre se está esforzando por la supervivencia de la humanidad; no obstante, el hombre nunca contribuye en nada en aras de la luz o la justicia. Aun si el hombre se esfuerza por un tiempo, es tan débil que no puede resistir ni un solo golpe, pues el esfuerzo del hombre siempre es para su propio beneficio y no para el de otros. El hombre siempre es egoísta, mientras que Dios es por siempre desprendido. Dios es la fuente de todo lo justo, lo bueno y lo hermoso, mientras que el hombre prevalece y manifiesta toda la fealdad y maldad. Dios nunca alterará Su esencia de justicia y belleza, y sin embargo, el hombre es perfectamente capaz, en cualquier momento y en cualquier situación, de traicionar la justicia y alejarse de Dios.

Extracto de ‘Es muy importante comprender el carácter de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

186. Yo soy el Principio y Yo soy el Fin. Yo soy el único Dios verdadero resucitado y completo. Hablo Mis palabras delante de vosotros, y debéis creer firmemente lo que digo. El cielo y la tierra pueden pasar, pero ni una letra ni una tilde de lo que digo pasará nunca. ¡Recordad esto! ¡Recordadlo! Una vez que la he declarado, no se ha retractado nunca ni una sola palabra, y cada una de estas se cumplirá.

Extracto de ‘Capítulo 53’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne

187. El universo y todas las cosas están en Mis manos. Si Yo lo digo, será. Si Yo lo ordeno, así se hará. Satanás está bajo Mis pies; ¡está en el abismo sin fondo! Cuando emita Mi voz, el cielo y la tierra pasarán, y quedarán en nada. Todas las cosas serán renovadas, y esto es una verdad inmutable y absolutamente cierta. Yo he vencido al mundo, así como a todos los malos. Yo me siento aquí y os hablo; y todos los que tienen oídos deberían escuchar y todos los que viven deberían aceptar.

Extracto de ‘Capítulo 15’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

188. Sostengo lo que digo, y lo que sostengo siempre lo llevaré a su conclusión y nadie puede cambiar esto; es absoluto. Trátese de palabras que he dicho en el pasado o de palabras que diré en el futuro, haré que todas se hagan realidad, una por una, y permitiré que toda la humanidad vea que se vuelvan realidad. Este es el principio detrás de Mis palabras y Mi obra. […] De todo lo que acontece en el universo, no hay nada en lo que Yo no tenga la última palabra. ¿Hay algo que no esté en Mis manos? Todo lo que Yo digo se hace, y ¿quién entre los seres humanos puede hacerme cambiar de opinión? ¿Podría ser el pacto que Yo hice en la tierra? Nada puede impedir que Mi plan avance; Yo estoy siempre presente en Mi obra, así como en el plan de Mi gestión. ¿Quién entre los seres humanos puede entrometerse? ¿No soy Yo quien ha hecho personalmente estos arreglos? Entrar en este ámbito hoy no se desvía de Mi plan ni de lo que he anticipado; Yo lo determiné todo hace mucho tiempo. ¿Quién de entre vosotros puede comprender esta etapa de Mi plan? Mi pueblo seguramente escuchará Mi voz, y todos y cada uno de los que me aman realmente sin duda regresarán ante Mi trono.

Extracto de ‘Capítulo 1’ de Las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”

189. ¡Yo soy justo, soy digno de confianza y soy el Dios que examina lo más íntimo del corazón del hombre! Yo revelaré inmediatamente quién es verdadero y quién es falso. No os alarméis; todas las cosas obran de acuerdo con Mis tiempos. Quién me quiere sinceramente y quién no, yo os lo diré, uno por uno. Solo cuidad de terminaros la comida, de terminaros la bebida y de acercaros a Mí cuando vengáis a Mi presencia; y Yo mismo haré Mi obra. No estéis demasiado ansiosos por obtener resultados rápidos; Mi obra no es algo que pueda hacerse de golpe. En ella están Mis pasos y Mi sabiduría, y es por eso que Mi sabiduría puede revelarse. Yo os permitiré ver lo que hacen Mis manos: el castigo del mal y la recompensa del bien. Ciertamente, Yo no favorezco a nadie. A ti, que me amas sinceramente, Yo te amaré sinceramente, y en cuanto a aquellos que no me aman sinceramente, Mi ira estará siempre con ellos, de forma que puedan recordar por toda la eternidad que Yo soy el Dios verdadero, el Dios que examina lo más íntimo del corazón del hombre. No actúes de una manera frente a los demás, pero de otra a sus espaldas; Yo veo con claridad todo lo que haces y, aunque puedas engañar a los demás, no puedes engañarme a Mí. Lo veo todo claramente. No es posible que ocultes nada; todo está en Mis manos. No te creas tan inteligente por hacer que tus pequeños cálculos sean para tu beneficio. Yo te digo: no importa cuántos planes pueda incubar el hombre, aunque sean miles o decenas de miles, al final, no pueden escapar de la palma de Mi mano. Mis manos controlan todas las cosas y objetos, ¡y, ni hablar de una persona! No intentes evadirme u ocultarte; no trates de engatusarme o de esconderte. ¿Puede ser que aún no veas que Mi glorioso rostro, Mi ira y Mi juicio se han revelado públicamente? A aquel que no me quiera sinceramente, Yo lo juzgaré de inmediato y sin misericordia. Mi piedad ha llegado a su fin; ya no queda más. Ya no sean hipócritas y detengan sus comportamientos salvajes e imprudentes.

Extracto de ‘Capítulo 44’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

190. Amo a todos los que se esfuerzan sinceramente y se dedican a Mí. Odio a todos los que nacen de Mí pero no me conocen y hasta Me oponen resistencia. No abandonaré a nadie que esté sinceramente por Mí, sino que doblaré las bendiciones de esa persona. Castigaré doblemente a los ingratos que transgreden Mi bondad y no los dejaré escapar fácilmente. En Mi reino no hay tortuosidad, engaño ni mundanidad, es decir, no hay hedor a muerte. En lugar de eso, todo es rectitud y justicia; todo es pureza y apertura, nada hay oculto o escondido. Todo es frescura, todo es gozo y todo es edificación. Quien siga hediendo a muerte no puede de ninguna manera permanecer en Mi reino, y en cambio será gobernado por Mi vara de hierro.

Extracto de ‘Capítulo 70’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

191. Yo soy un fuego que todo lo consume y no tolero la ofensa. Porque los seres humanos fueron, todos, creados por Mí, tienen que obedecer lo que Yo digo y hago, y no pueden rebelarse. Las personas no tienen derecho de entrometerse en Mi obra y, más aún, no están calificadas para analizar lo que está bien o mal en Mi obra o en Mis palabras. Yo soy el Señor de la creación, y los seres creados deberían lograr todo lo que Yo exijo, con un corazón de reverencia hacia Mí; no deberían intentar razonar conmigo y, en especial, no deberían resistirse. Con Mi autoridad gobierno a Mi pueblo, y todos los que forman parte de Mi creación deben someterse a Mi autoridad. Aunque hoy seáis osados y presuntuosos ante Mí, aunque desobedezcáis las palabras con las que os enseño y no tengáis ningún temor, Yo sólo respondo a vuestra rebeldía con tolerancia. No perderé los estribos ni afectaré Mi obra porque diminutos e insignificantes gusanos hayan removido la suciedad en el montón de estiércol. Yo tolero la existencia continua de todo lo que odio y todas las cosas que aborrezco en aras de la voluntad de Mi Padre, y lo haré hasta completar Mis declaraciones, hasta Mi último momento.

Extracto de ‘Cuando las hojas caídas regresen a sus raíces, lamentarás todo el mal que has hecho’ en “La Palabra manifestada en carne”

192. Como ya te has decidido a servirme, no te dejaré ir. Yo soy un Dios que odia el mal y soy un Dios que es celoso del hombre. Como ya has colocado tus palabras sobre el altar, no toleraré que huyas ante Mis propios ojos ni que sirvas a dos señores. ¿Piensas que podrías tener otro amor después de colocar tus palabras sobre Mi altar, después de colocarlas ante Mis ojos? ¿Cómo podría Yo permitir que las personas hicieran de Mí un necio así? ¿Pensabas que podías hacer votos a la ligera, hacer juramentos de boca hacia Mí? ¿Cómo podrías hacer juramentos junto a Mi trono, el trono del Altísimo? ¿Pensabas que tus juramentos ya habían pasado? Yo os digo: aunque vuestra carne pase, vuestros juramentos no lo harán. Al final, os condenaré en base a vuestros juramentos. Sin embargo, pensáis que podéis colocar vuestras palabras ante Mí para lidiar conmigo, y que vuestro corazón puede servir a los espíritus inmundos y malignos. ¿Cómo podría tolerar Mi ira a esas personas que son como perros y cerdos, y que me engañan? Yo debo llevar a cabo Mis decretos administrativos, y arrebatar de las manos de los espíritus inmundos a todos esos remilgados, “piadosos” que tienen fe en Mí para poder “atenderme” de forma disciplinada, para ser Mi buey, Mi caballo, y estar a merced de Mi matanza. Yo haré que retomes tu determinación anterior, y me sirvas una vez más. Yo no toleraré que nadie de la creación me engañe. ¿Pensabas que podías simplemente formular peticiones, y mentir de forma caprichosa ante Mí? ¿Pensabas que Yo no había oído o visto tus palabras y obras? ¿Cómo no iban a estar tus palabras y tus obras ante Mi vista? ¿Cómo podría Yo permitirles a las personas engañarme de esa forma?

Extracto de ‘¡Sois todos muy básicos en vuestro carácter!’ en “La Palabra manifestada en carne”

193. Yo soy el único Dios mismo; y además, Yo soy la única y exclusiva persona de Dios. Incluso más, Yo, la totalidad de la carne, soy la manifestación completa de Dios. Cualquiera que se atreva a no venerarme, cualquiera que ose mostrar desafío en sus ojos, cualquiera que ose exhibir resistencia en sus ojos y se atreva a decir palabras desafiantes contra Mí, morirá ciertamente por Mis maldiciones y Mi ira (habrá maldiciones debido a Mi ira). Además, cualquiera que se atreva a no ser leal o filial hacia Mí, y cualquiera que ose intentar engañarme, morirá sin duda por Mi odio. Mi justicia, Mi majestad y Mi juicio perdurarán eternamente y para siempre. Primero, fui amoroso y misericordioso, pero este no es el carácter de Mi divinidad completa; la justicia, la majestad, y el juicio se limitan a comprender Mi carácter: Dios mismo completo. Durante la Era de la Gracia fui amoroso y misericordioso. Dada la obra que tenía que terminar, poseía compasión y misericordia, después, sin embargo, ya no hubo necesidad de tales cosas (y no ha habido ninguna desde entonces). Todo es justicia, majestad y juicio, y este es el carácter completo de Mi humanidad normal emparejado con Mi divinidad completa.

Extracto de ‘Capítulo 79’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

194. Yo gobierno todas las cosas, soy el Dios sabio que ejerce plena autoridad y no soy indulgente con nadie; soy completamente despiadado, estoy del todo desprovisto de sentimientos personales. Trato a cualquiera (no importa lo bien que hable, no escapará de Mí) con Mi justicia, rectitud y majestad, al tiempo que permito que todos vean mejor la maravilla de Mis actos, así como lo que estos significan. Uno por uno, castigué a los espíritus malignos por los diversos actos que cometen, los arrojé uno a uno al pozo sin fondo. Esta obra la terminé antes de que empezaran los tiempos, dejándolos sin una posición, sin un lugar para hacer su obra. Ninguno de Mis escogidos, los predestinados y elegidos por mí, puede ser poseído por espíritus malignos y, en cambio, siempre serán santos. En cuanto a los que no he predestinado y seleccionado, los entregaré a Satanás y no les permitiré perdurar más tiempo. En todos los aspectos, Mis decretos administrativos implican Mi justicia y Mi majestad. No dejaré ir ni siquiera a uno solo de aquellos en los que obra Satanás, sino que los arrojaré junto con sus cuerpos al Hades, pues odio a Satanás. No lo perdonaré con facilidad, al contrario, lo destruiré completamente, sin darle la menor oportunidad de realizar su obra.

Extracto de ‘Capítulo 70’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

195. ¡Yo soy el Dios santo y no moraré en un templo inmundo! Solo uso personas honestas y sabias que son totalmente leales a Mí y que pueden ser consideradas con Mi carga. Esto es porque tales personas fueron predestinadas por Mí y absolutamente ningún espíritu maligno está obrando en ellas en lo más mínimo. Déjame aclarar una cosa: de ahora en adelante, todas aquellas personas sin la obra del Espíritu Santo tienen la obra de los espíritus malignos. Permíteme reiterar: no quiero a una sola persona en quien los espíritus malignos obren. ¡Todas serán arrojadas al Hades junto con su carne!

Extracto de ‘Capítulo 76’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

196. Castigaré a todos los nacidos de Mí que todavía no me conocen para así dejar de manifiesto toda Mi ira, Mi gran poder y Mi plena sabiduría. En Mí todo es justo y no hay absolutamente ninguna injusticia, ni engaño ni tortuosidad; quienquiera que sea deshonesto y mentiroso debe ser un hijo del infierno nacido en el Hades. En Mí todo es abierto; lo que sea que Yo diga se logrará, sin duda se logrará; lo que sea que Yo diga se establecerá, sin duda lo hará, y nadie puede cambiar o emular estas cosas porque Yo soy el único Dios mismo.

Extracto de ‘Capítulo 96’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

197. Castigaré al malvado y recompensaré al bueno; ejecutaré mi justicia y pondré en marcha Mi juicio. Usaré Mis palabras para lograrlo todo y haré que todas las personas y todas las cosas experimenten Mi mano que castiga, y haré que todas las personas vean Mi gloria plena, Mi sabiduría plena y Mi abundancia plena. Ninguna persona se atreverá a levantarse y a emitir un juicio, ya que todo se cumple en Mí, y aquí, que todos los hombres vean Mi dignidad plena y degusten Mi victoria plena, pues todas las cosas se manifiestan en Mí. A partir de esto es posible ver Mi gran poder y Mi autoridad. Nadie se atreverá a ofenderme ni a obstaculizarme. En Mí todo se pone al descubierto. ¿Quién se atrevería a esconder algo? ¡Estoy seguro de que no le prodigaré misericordia a esa persona! Esos miserables deben recibir Mi castigo severo y tal escoria debe ser quitada de Mi vista. Yo los gobernaré con una vara de hierro y usaré Mi autoridad para juzgarlos, sin la menor misericordia y sin evitar lastimar en absoluto sus sentimientos, porque Yo soy Dios mismo, que no tiene emociones, y es majestuoso y no puede ser ofendido. Todos deben entender y ver esto para que no sean derribados y aniquilados por Mí “sin causa ni razón”, pues Mi vara derribará a todos los que me ofendan. No me importa si conocen Mis decretos administrativos; eso no tendrá consecuencia alguna para Mí ya que Mi persona no tolera que nadie la ofenda. Es por eso que se dice que soy un león; derribo a quienquiera que toco. Es por eso que se dice que ahora es blasfemia decir que Yo soy el Dios de la compasión y la bondad. En esencia, no soy un cordero, sino un león. Nadie se atreve a ofenderme; a quienquiera que lo haga lo castigaré con la muerte, de inmediato y sin misericordia.

Extracto de ‘Capítulo 120’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

198. Mi voz es juicio e ira. No trato a nadie con gentileza y no muestro misericordia a nadie, porque Yo soy el Dios mismo justo, y estoy poseído de ira, estoy poseído de ardor, de purificación y de destrucción. En Mí, nada está oculto, nada es emocional. Por el contrario, todo está abierto, todo es justo e imparcial. Como Mis hijos primogénitos ya están conmigo sobre el trono, gobernando todas las naciones y pueblos, esas cosas y personas injustas e impías están empezando a ser juzgadas ahora. Yo las sondearé una por una, sin omitir nada, y las revelaré por completo. Porque Mi juicio ha sido revelado y abierto plenamente, y no me he guardado nada en absoluto; Yo desecharé todo lo que no sea acorde con Mi voluntad y lo dejaré perecer en el pozo sin fondo por toda la eternidad. Allí dejaré que arda por siempre. Esta es Mi justicia y esta es Mi rectitud. Nadie puede cambiar esto y todo debe estar bajo Mi mandato.

Extracto de ‘Capítulo 103’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

199. Cada frase que pronuncio conlleva autoridad y juicio, y nadie puede cambiar Mis palabras. Una vez que Mis palabras se pronuncien, las cosas se lograrán sin duda de acuerdo con Mis palabras; este es Mi carácter. Mis palabras son autoridad, y cualquiera que las cambie ofende Mi castigo, y lo debo fulminar. En casos graves acarrean ruina sobre sus propias vidas y van al Hades o al pozo sin fondo. Esta es la única manera en la que trato con la humanidad, y el hombre no tiene manera de cambiarla; este es Mi decreto administrativo. ¡Recuerda esto! A nadie se le permite ofender Mi decreto; ¡las cosas deben hacerse de acuerdo a Mi voluntad! En el pasado, fui demasiado paciente con vosotros y solo encontrasteis Mis palabras. Las palabras que Yo hablé sobre derribar a las personas aún no han sucedido. Pero a partir de hoy, todos los desastres (los relacionados con Mis decretos administrativos) sobrevendrán uno tras otro para castigar a todos los que no se conformen a Mi voluntad. Tiene que producirse la llegada de los hechos o, de lo contrario, las personas no podrían ver Mi ira, sino que serían disolutas una y otra vez. Este es un paso de Mi plan de gestión, y la forma en la cual llevo a cabo el siguiente paso de Mi obra. Yo os digo esto de antemano para que podáis evitar cometer ofensas y sufrir la perdición para siempre. Es decir, de ahora en adelante, haré que todas las personas, a excepción de Mis hijos primogénitos, tomen su lugar apropiado de acuerdo con Mi voluntad y las castigaré una por una. Yo no dejaré que ninguna de ellas se salga con la suya. ¡Solo atreveos a ser disolutos de nuevo! ¡Solo atreveos a ser rebeldes de nuevo! Yo he dicho anteriormente que soy justo con todos, que no tengo ni una pizca de sentimiento, y esto sirve para mostrar que Mi carácter no debe ser ofendido. Esta es Mi persona. Nadie puede cambiar esto. Todas las personas oyen Mis palabras y ven Mi glorioso semblante. Todas las personas deben obedecerme completa y absolutamente; este es Mi decreto administrativo. Todas las personas del universo y en los confines de la tierra deben alabarme y glorificarme, porque Yo soy el único Dios mismo, porque soy la persona de Dios. Nadie puede cambiar Mis palabras y declaraciones, Mi discurso y comportamiento, ya que estos asuntos son solo míos, y son las cosas que Yo he poseído desde los tiempos más remotos y que existirán para siempre.

Extracto de ‘Capítulo 100’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

200. Mis palabras lograrán todo; ningún hombre puede participar y ninguno puede realizar la obra que Yo llevaré a cabo. Limpiaré el aire de todas las tierras y erradicaré de la tierra todo rastro de los demonios. Ya he comenzado y daré el primer paso de Mi obra de castigo en la morada del gran dragón rojo. Así, se puede ver que Mi castigo le ha sobrevenido a todo el universo, y que el gran dragón rojo y toda clase de espíritus inmundos no tendrán poder para escapar de Mi castigo, porque Yo observo todas las tierras. Cuando Mi obra en la tierra finalice —es decir, cuando la era del juicio llegue a su fin— castigaré formalmente al gran dragón rojo. Mi pueblo verá, sin duda, Mi justo castigo hacia el gran dragón rojo; verterá, sin duda, alabanzas por causa de Mi justicia y para siempre exaltará sin duda Mi santo nombre por causa de Mi justicia. De ahí que llevaréis a cabo formalmente vuestro deber y formalmente me alabaréis por todas las tierras, ¡por los siglos de los siglos!

Extracto de ‘Capítulo 28’ de Las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”

201. Confiamos en que ningún país ni ningún poder pueda interponerse en el camino de lo que Dios quiere lograr. Aquellos que obstruyen Su obra, se resisten a Su palabra e interrumpen y perjudican Su plan terminarán castigados por Él. El que resista la obra de Dios será enviado al infierno; cualquier país que lo haga será destruido; cualquier nación que se levante para oponerse a la obra de Dios será barrida de esta tierra y dejará de existir.

Extracto de ‘Dios preside el destino de toda la humanidad’ en “La Palabra manifestada en carne”

202. Ahora es el momento en el que determino el final para cada persona, no la etapa en la que comencé a obrar en el hombre. Una a una, escribo en Mi libro de registro las palabras y acciones de cada persona, la trayectoria por la que Me ha seguido, sus características inherentes y cómo se ha comportado en última instancia. De esta manera, no importa qué clase de persona sea, nadie escapará de Mi mano y todos estarán con los de su propia clase según Yo lo designe. Yo decido el destino de cada persona, no en base a su edad, antigüedad, cantidad de sufrimiento ni, mucho menos, según el grado de compasión que provoca, sino en base a si posee la verdad. No hay otra decisión que esta. Debéis daros cuenta de que todos aquellos que no hacen la voluntad de Dios serán también castigados. Este es un hecho inmutable. Por lo tanto, todos aquellos quienes son castigados, reciben castigo por la justicia de Dios y como retribución por sus numerosas acciones malvadas.

Extracto de ‘Prepara suficientes buenas obras para tu destino’ en “La Palabra manifestada en carne”

203. Expreso Mi misericordia hacia los que me aman y se niegan a sí mismos. El castigo traído sobre los malvados es una prueba de Mi justo carácter y, más aún, testimonio de Mi ira. Cuando llegue el desastre, el hambre y la peste caerán sobre todos aquellos que se oponen a Mí y llorarán. Quienes hayan cometido toda clase de maldades, pero que me hayan seguido durante muchos años no se librarán de pagar por sus pecados; ellos también caerán en la catástrofe, que apenas se ha visto durante millones de años, y vivirán en un constante estado de pánico y miedo. Y todos Mis seguidores que han sido leales a Mí se regocijarán y aplaudirán Mi grandeza. Ellos experimentarán una alegría inefable y vivirán en un júbilo que Yo nunca antes he otorgado a la humanidad. Porque Yo atesoro las buenas acciones del hombre y aborrezco sus acciones malvadas. Desde que comencé a liderar a la humanidad, he estado esperando obtener un grupo de personas que piense igual que Yo. Pero nunca olvido a los que no piensan igual; los aborrezco siempre en Mi corazón, a la espera de la oportunidad de administrarles Mi retribución y lo disfrutaré cuando lo vea. ¡Ahora, Mi día finalmente ha llegado y ya no necesito esperar!

Extracto de ‘Prepara suficientes buenas obras para tu destino’ en “La Palabra manifestada en carne”

204. Corregiré las injusticias del mundo humano. Llevaré a cabo Mi obra con Mis propias manos por todo el mundo, prohibiendo a Satanás que dañe otra vez a Mi pueblo, prohibiendo a los enemigos que hagan otra vez lo que les plazca. Me convertiré en Rey en la tierra y moveré allá Mi trono, haciendo que todos Mis enemigos se postren ante Mí y confiesen sus crímenes. Mi tristeza está mezclada con la ira; pisotearé a todo el universo hasta aplastarlo, sin pasar por alto a nadie e infundiendo el terror en el corazón de Mis enemigos. Dejaré la tierra en ruinas y haré que Mis enemigos caigan entre ellas para que, a partir de entonces, ya no puedan corromper a la humanidad. Mi plan ya está determinado y nadie, sin importar quién sea, debe cambiarlo. Mientras deambulo en pomposa majestuosidad arriba del universo, toda la humanidad será renovada, y todo será revivido. El hombre ya no llorará y ya no clamará a Mí por ayuda. Entonces Mi corazón se regocijará y el pueblo regresará a Mí en celebración. Todo el universo, de arriba abajo, se estremecerá de júbilo…

Extracto de ‘Capítulo 27’ de Las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”

205. ¡Regocíjate, Sion! ¡Canta, Sion! ¡Yo he regresado triunfante; he vuelto victorioso! ¡Pueblos todos! ¡Apresuraos a alinearos en orden! ¡Todas las cosas de la creación! ¡Deteneos por completo, porque Mi persona está frente a todo el universo y aparece en el Oriente del mundo! ¿Quién se atreve a no arrodillarse en adoración? ¿Quién se atreve a no llamarme el Dios verdadero? ¿Quién se atreve a no admirarlo con reverencia? ¿Quién se atreve a no dar alabanza? ¿Quién se atreve a no regocijarse? ¡Mi pueblo oirá Mi voz, y Mis hijos sobrevivirán en Mi reino! Las montañas, los ríos y todas las cosas lanzarán interminables vítores y saltarán sin cesar. En ese momento, nadie se atreverá a retroceder, y nadie se atreverá a levantarse en resistencia. ¡Este es Mi acto maravilloso y, más aún, es Mi gran poder! Yo haré que todas las cosas me veneren en su corazón y, más allá incluso de esto, ¡haré que todo me alabe! Esta es la meta final de Mi plan de gestión de seis mil años, y es lo que he ordenado. Ni una sola persona, objeto o evento se atreve a levantarse para resistirse a Mí o para oponerse a Mí. Todo Mi pueblo confluirá a Mi montaña (en otras palabras, el mundo que Yo crearé más adelante) y se someterá ante Mí, porque Yo tengo majestad y juicio, y poseo autoridad. (Esto se refiere a cuando estoy en el cuerpo. Yo también tengo autoridad en la carne, pero como las limitaciones de tiempo y espacio no pueden trascenderse en la carne, no puede decirse que he obtenido la gloria plena. Aunque obtenga a los primogénitos en la carne, no puede decirse que he obtenido la gloria. Es solo cuando regrese a Sion y cambie Mi aspecto que puede decirse que llevo autoridad; es decir, que he obtenido la gloria). Nada será difícil para Mí. Por las palabras de Mi boca todo será destruido y por esas mismas palabras todo se creará y se hará completo. Tal es Mi gran poder y Mi autoridad. Como estoy lleno de poder y repleto de autoridad, ninguna persona puede atreverse a obstaculizarme. Yo ya he triunfado sobre todo y he obtenido la victoria sobre todos los hijos de la rebeldía.

Extracto de ‘Capítulo 120’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

206. Hay algo en la esencia y el carácter de Dios demasiado fácil de pasar por alto, algo que solo Él posee, ninguna otra persona, incluidas las que son consideradas grandes o buenas personas, o el Dios de su imaginación. ¿De qué se trata? Es la abnegación de Dios. Cuando se habla de abnegación, podrías pensar que tú también eres muy abnegado, porque cuando se trata de tus hijos nunca escatimas en nada ni regateas con ellos o piensas que también eres muy abnegado cuando se trata de tus padres. Independientemente de lo que pienses, por lo menos tienes algún concepto de la palabra “abnegado”, piensas en ella como una palabra positiva, y consideras que ser una persona abnegada es algo muy noble. Cuando eres abnegado, te tienes en alta estima. Pero no hay nadie que pueda ver la abnegación de Dios en todas las cosas, personas, acontecimientos, y objetos ni en Su obra. ¿Por qué es esto así? ¡Porque el hombre es demasiado egoísta! ¿Por qué digo esto? La humanidad vive en un mundo material. Tú puedes seguir a Dios, pero nunca ves o aprecias cómo provee Él para ti, cómo te ama y se preocupa por ti. ¿Qué ves entonces? Ves a tus familiares que te aman o te miman. Ves las cosas que son beneficiosas para tu carne, te preocupas por las personas y de las cosas que amas. Esta es la supuesta abnegación del hombre. Sin embargo, esas personas “abnegadas” nunca se preocupan del Dios que les da vida. En contraste con la de Él, la abnegación del hombre se vuelve egoísta y despreciable. La abnegación en la que cree el hombre es vacía y poco realista, adulterada, incompatible con Dios, y no tiene relación con Él. La abnegación del hombre es para sí mismo, mientras que la de Dios es una revelación verdadera de Su esencia. Precisamente por esta abnegación de Dios, el hombre recibe constante provisión de Él. Podría ser que este tema del que estoy hablando hoy no os afecte con demasiada profundidad y que os limitéis a asentir en señal de aprobación, pero cuando intentas apreciar el corazón de Dios en tu corazón, descubrirás esto de manera involuntaria: entre todas las personas, asuntos, y cosas que puedas sentir en este mundo, solo la abnegación de Dios es real y concreta, porque solo Su amor por ti es incondicional e inmaculado. Aparte de Él, toda la pretendida abnegación de cualquier otro es fingida, superficial, nada auténtica; tiene un propósito, ciertas intenciones, conlleva una compensación, y no puede superar la prueba. Hasta se podría decir que es sucia y despreciable.

Extracto de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I’ en “La Palabra manifestada en carne”

207. Dios creó a la humanidad; independientemente de que se hayan corrompido o de que le sigan, Dios trata a los seres humanos como Sus seres más queridos; como Sus seres más queridos, como lo expresarían los seres humanos, y no como Sus juguetes. Aunque Dios dice que Él es el Creador y que el hombre es Su creación, algo que podría insinuar que hay una ligera diferencia de rango, la realidad es que todo lo que Dios ha hecho por la humanidad supera por mucho a una relación de esta naturaleza. Dios ama a la humanidad, cuida de ella, y muestra preocupación por ella; provee, asimismo, constante e incesantemente para la humanidad. Él nunca siente en Su corazón que esto sea un trabajo adicional o algo que merezca mucho reconocimiento. Tampoco estima que salvar a la humanidad, proveer para ella, y concederle todo, sea hacer una gran contribución a la humanidad. Él simplemente provee para la humanidad de forma tranquila y silenciosa, a Su manera y por medio de Su propia esencia, y de lo que Él es y tiene. No importa cuánta provisión y cuánta ayuda reciba la humanidad de Él, Dios nunca piensa en eso ni intenta obtener reconocimiento. Esto viene determinado por Su esencia, y es también precisamente una expresión verdadera de Su carácter.

Extracto de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I’ en “La Palabra manifestada en carne”

208. Dios había despreciado al hombre, porque el hombre era hostil con Él; pero en Su corazón, Su cuidado, preocupación y misericordia por la humanidad permanecían inmutables. Incluso cuando destruyó a la humanidad, Su corazón permaneció inmutable. Cuando esta estaba llena de corrupción y hasta un punto doloroso le desobedeció a Dios, Él tuvo que destruirla por Su carácter y Su esencia, y de acuerdo con Sus principios. Pero por Su esencia, Dios siguió compadeciéndose de ella, y hasta quiso usar diversas formas para redimirla, a fin de que continuase viviendo. El hombre, sin embargo, se opuso a Dios, siguió desobedeciéndole y se negó a aceptar Su salvación, es decir, se negó a aceptar Sus buenas intenciones. No importa cómo lo llamó Dios, le recordó, le proveyó, lo ayudó o toleró, el hombre no lo entendía ni lo apreciaba, ni le prestaba atención. En Su dolor, Dios no olvidó concederle al hombre Su máxima tolerancia, esperando que el hombre cambie de rumbo. Después de alcanzar Su límite, hizo lo que tuvo que hacer sin dudarlo. En otras palabras, hubo un período y un proceso específicos desde el momento en que Dios planeó destruir la humanidad hasta el comienzo de Su obra de destrucción de la misma. Este proceso existió con el propósito de capacitar al hombre para que cambiase de rumbo, y esta fue la última oportunidad que Dios le dio al hombre. ¿Qué hizo Dios, pues, en este período anterior a la destrucción de la humanidad? Llevó a cabo una cantidad significativa de trabajo recordatorio y de exhortación. Independientemente del dolor y del pesar que había en Su corazón, Él continuó prestando Su cuidado, Su preocupación y Su abundante misericordia a la humanidad. ¿Qué vemos a partir de esto? Indudablemente, que el amor de Dios por la humanidad es real y no algo que solo se dice de la boca para afuera. Es real, tangible y apreciable; no es fingido ni está adulterado, ni es engañoso o pretencioso. Dios nunca usa el engaño ni crea falsas imágenes para que las personas vean que es digno de ser amado. Nunca usa el falso testimonio para que las personas vean Su belleza ni para alardear de Su hermosura y santidad. ¿No son dignos del amor del hombre estos aspectos del carácter de Dios? ¿No son dignos de adorar? ¿No son dignos de estimar? En este momento, quiero preguntaros: Después de oír estas palabras, ¿pensáis que la grandeza de Dios se reduce a simples palabras vacías en una hoja de papel? ¿Es el encanto de Dios meras palabras vacías? ¡No! ¡Ciertamente no! La supremacía, la grandeza, la santidad, la tolerancia, el amor de Dios, etc., cada detalle de cada uno de los distintos aspectos del carácter y la esencia de Dios encuentran expresión práctica cada vez que Él lleva a cabo Su obra, están encarnados en Su voluntad hacia el hombre, y también se cumplen y se reflejan en cada persona. Independientemente de que lo hayas sentido antes o no, Dios está cuidando de cada persona de todas las maneras posibles, usando Su corazón sincero, Su sabiduría, y diversos métodos para entibiar el corazón de cada persona, y despertar su espíritu. Este hecho es indiscutible.

Extracto de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I’ en “La Palabra manifestada en carne”

209. Dios ve esta instancia de Su gestión de la humanidad, de Su salvación de la humanidad, como lo más importante de todo. No solo hace estas cosas con Su mente o con Sus palabras y, desde luego, no lo hace de manera casual; para todas estas cosas tiene un plan, una meta, principios y Su voluntad. Es evidente que esta obra para salvar a la humanidad tiene una gran relevancia, tanto para Dios como para el hombre. No importa la dificultad de la obra ni lo grandes que sean los obstáculos, ni lo débiles que sean los seres humanos, ni lo profunda que sea la rebeldía de la humanidad; nada de esto es difícil para Dios. Él trabaja mucho, dedicando Sus meticulosos esfuerzos y gestionando la obra que Él mismo quiere llevar a cabo. Asimismo, lo dispone todo y ejerce Su soberanía sobre todas las personas sobre las que obrará y toda la obra que quiere completar; nada de esto se ha hecho antes. Es la primera vez que Dios ha usado estos métodos y pagado un precio tan grande por este importante proyecto de gestión y salvación de la humanidad. Aunque Dios está llevando a cabo esta obra, le está expresando y revelando a la humanidad, poco a poco y sin reservas, Sus meticulosos esfuerzos, lo que Él tiene y es, Su sabiduría y Su omnipotencia, y cada aspecto de Su carácter. Él revela y expresa estas cosas como nunca antes. Así, en todo el universo, aparte de las personas a las que Dios se propone dirigir y salvar, nunca ha habido criaturas tan cercanas a Dios, que hayan tenido una relación así de íntima con Él. En Su corazón, la humanidad, la cual Él quiere dirigir y salvar, es lo más importante y Él la valora por encima de todo lo demás; aunque haya pagado un gran precio por ella y aunque se sienta continuamente herido por ella y vea que le desobedecen, jamás la abandona y continúa incansablemente Su obra, sin quejas ni remordimientos. Esto se debe a que Él sabe que, tarde o temprano, las personas despertarán gracias a Su llamado y se conmoverán con Sus palabras, reconocerán que Él es el Señor de la creación y regresarán a Su lado…

Extracto de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III’ en “La Palabra manifestada en carne”

210. Muchas son las noches insomnes que Dios ha soportado por el bien de la obra de la humanidad. Desde lo más alto hasta las más bajas profundidades, Él ha descendido al infierno viviente en el que el hombre mora para pasar Sus días con él, nunca se ha quejado de la mezquindad que hay entre los hombres, nunca le ha reprochado a este su desobediencia, sino que ha soportado la mayor humillación mientras lleva personalmente a cabo Su obra. ¿Cómo podría Dios pertenecer al infierno? ¿Cómo podría pasar Su vida allí? Sin embargo, por el bien de toda la humanidad, y para que toda ella pueda hallar descanso pronto, Él ha soportado la humillación, y sufrido la injusticia para venir a la tierra, y entró personalmente en el “infierno” y el “Hades”, en el foso del tigre, para salvar al hombre. ¿De qué forma está el hombre cualificado para oponerse a Dios? ¿Qué razón tiene para quejarse de Dios? ¿Cómo puede tener el descaro de mirar a Dios? El Dios del cielo ha venido a esta, la más sucia de las tierras de vicio, y nunca ha desahogado Sus agravios ni se ha quejado del hombre, sino que acepta en silencio los estragos[1] y la opresión del hombre. Nunca ha devuelto el golpe ante las exigencias poco razonables del hombre, nunca le ha hecho requerimientos excesivos ni irrazonables. Simplemente realiza toda la obra que requiere el hombre sin queja alguna: enseñar, iluminar, reprochar, el refinamiento de las palabras, recordar, exhortar, consolar, juzgar y revelar. ¿Cuál de Sus pasos no ha sido para la vida del hombre? Aunque ha eliminado las perspectivas y la suerte del hombre, ¿cuál de los pasos que Dios ha llevado a cabo no ha sido para su destino? ¿Cuál de ellos no ha sido por el bien de la supervivencia humana? ¿Cuál de ellos no ha sido para liberarlo de este sufrimiento y de la opresión de las fuerzas oscuras tan negras como la noche? ¿Cuál de ellos no es por el bien del hombre? ¿Quién puede entender el corazón de Dios, que es como el de una madre amorosa? ¿Quién puede entender el ansioso corazón de Dios?

Extracto de ‘La obra y la entrada (9)’ en “La Palabra manifestada en carne”

211. Cuando Dios vino a la tierra, Él no era del mundo, ni se hizo carne con el fin de disfrutar del mundo. El lugar en el que obrar revelaría Su carácter y el que más sentido tendría es el lugar en el que Él nació. Sea una tierra santa o inmunda, e independientemente de dónde obre, Él es santo. Él creó todo lo que hay en el mundo, aunque todo ha sido corrompido por Satanás. Sin embargo, todas las cosas siguen perteneciéndole a Él; todas están en Sus manos. Llega a una tierra inmunda y obra ahí para revelar Su santidad; Él hace esto solamente en aras de Su obra, lo cual significa que soporta gran humillación para llevar a cabo dicha obra con el fin de salvar a las personas de esta tierra inmunda. Esto se hace para dar testimonio, en beneficio de toda la humanidad. Lo que tal obra muestra a las personas es la justicia de Dios y puede exhibir de mejor manera la supremacía de Dios. Su grandeza y Su rectitud se manifiestan en la salvación de un grupo de personas en situación precaria a quienes otros desprecian. Nacer en una tierra inmunda no prueba, en absoluto, que Él sea inferior; simplemente permite que toda la creación vea Su grandeza y Su amor sincero por la humanidad. Cuanto más lo hace, más revela Su amor puro, Su amor perfecto por el hombre. Dios es santo y justo. Aunque Él nació en una tierra inmunda y aunque vive con esas personas llenas de inmundicia, del mismo modo que Jesús vivió con los pecadores en la Era de la Gracia, ¿acaso cada parte de Su obra no se hace en aras de la supervivencia de toda la humanidad? ¿No es todo esto para que la humanidad pueda obtener una gran salvación? Hace dos mil años, Él vivió con pecadores durante unos años. Eso fue en aras de la redención. Hoy, Él está viviendo con un grupo de personas inmundas, inferiores. Esto es en aras de la salvación. ¿Acaso toda Su obra no es en beneficio de vosotros, los humanos? Si no es para salvar a la humanidad, ¿por qué habría vivido y sufrido Él con pecadores durante tantos años, después de nacer en un pesebre? Y si no es para salvar a la humanidad, ¿por qué regresaría Él a la carne una segunda vez, a nacer en esta tierra en la que se congregan los demonios, y a vivir con estas personas que Satanás ha corrompido profundamente? ¿No es fiel Dios? ¿Qué parte de Su obra no ha sido para la humanidad? ¿Qué parte no ha sido para vuestro destino? Dios es santo, ¡esto es inmutable! Él no está contaminado por la inmundicia, aunque ha venido a una tierra inmunda; ¡todo esto solo puede significar que el amor de Dios por la humanidad es extremadamente abnegado, y que el sufrimiento y la humillación que Él soporta son extremadamente grandes! ¿No sabéis cuán grande es la humillación que Él sufre por todos vosotros, y por vuestro destino? En lugar de salvar a las grandes personas o a los hijos de familias ricas y poderosas, hace hincapié en salvar a los inferiores y a quienes otros miran con desprecio. ¿No es todo esto Su santidad? ¿No es todo esto Su justicia? En aras de la sobrevivencia de toda la humanidad, Él preferiría nacer en una tierra inmunda y sufrir cada humillación. Dios es muy real; Él no hace obra falsa. ¿Acaso cada etapa de Su obra no se realiza de esta forma tan práctica? Aunque todas las personas lo difaman y afirman que Él se sienta a la mesa con pecadores; aunque todas las personas se burlan de Él y dicen que vive con los hijos de la inmundicia, con las personas más inferiores, Él sigue entregándose abnegadamente, y, por tanto, sigue siendo rechazado de esta forma entre la humanidad. ¿Acaso el sufrimiento que Él soporta no es mayor al vuestro? La obra que Él realiza ¿no es mayor que el precio que habéis pagado?

Extracto de ‘La relevancia de salvar a los descendientes de Moab’ en “La Palabra manifestada en carne”

212. Dios se ha humillado hasta un nivel tal, que lleva a cabo Su obra en esta gente inmunda y corrupta y perfecciona a este grupo de personas. Dios no sólo se hizo carne para vivir y comer entre las personas, pastorearlas, y proveer lo que estas necesitan. Lo más importante es que Él realiza Su poderosa obra de salvación y conquista en estas personas insoportablemente corruptas. Él vino al corazón del gran dragón rojo para salvar a estas, las más corruptas de las personas, de forma que todas las personas puedan ser cambiadas y hechas nuevas. La inmensa dificultad que Dios soporta no es solo la del Dios encarnado, sino principalmente que el Espíritu de Dios sufre una humillación extrema; Él se humilla y oculta tanto que se convierte en una persona corriente. Dios se encarnó, y tomó la forma de carne para que las personas vean que Él tiene una vida y unas necesidades humanas normales. Con esto basta para demostrar que Dios se ha humillado en gran medida. El Espíritu de Dios se materializa en la carne. Su Espíritu es muy elevado y grande, pero Él toma la forma de un ser humano común e insignificante, para así hacer la obra de Su Espíritu. El calibre, el conocimiento, el sentido, lo humano y la vida de cada uno de vosotros muestran que sois realmente indignos de aceptar esta clase de obra de Dios. Sois realmente indignos para permitir que Él soporte semejante sufrimiento por vuestra causa. ¡Dios es tan grande! ¡Él es tan supremo, y las personas tan malas y bajas! Sin embargo, Él sigue obrando en ellas. Él no solo se encarnó con el fin de proveer para las personas, para hablarles, sino que incluso vive con ellas. Dios es tan humilde, tan adorable.

Extracto de ‘Sólo los que se enfocan en la práctica pueden ser perfeccionados’ en “La Palabra manifestada en carne”

213. Todo lo que Dios hace es práctico, nada de lo que hace está vacío y lo experimenta todo Él mismo. Dios paga el precio de Su propia experiencia de sufrimiento a cambio de un destino para la humanidad. ¿Acaso no es esto una obra práctica? Los padres pueden pagar un precio sincero por el bien de sus hijos, y esto representa su sinceridad. Al hacerlo, Dios encarnado está siendo, por supuesto, sumamente sincero y fiel a la humanidad. La esencia de Dios es fiel; Él hace lo que dice y todo lo que hace se logra. Todo lo que Él hace por los seres humanos es sincero. No hace simplemente declaraciones; cuando dice que pagará un precio, realmente lo paga. Cuando dice que tomará el sufrimiento de la humanidad y sufrirá en su lugar, viene en verdad a vivir entre ellos y siente y experimenta este sufrimiento de manera personal. Después de eso, todas las cosas en el universo reconocerán que todo lo que Dios hace es correcto y justo; que todo lo que Dios hace es realista: se trata de evidencia poderosa. Además, la humanidad tendrá un hermoso destino en el futuro y todos aquellos que permanezcan alabarán a Dios; elogiarán que las obras de Dios ciertamente se hicieron a partir de Su amor por la humanidad. Dios se presenta entre los hombres humildemente, como una persona corriente. No se limita a llevar a cabo un poco de obra, a decir unas palabras y luego irse; por el contrario, realmente se presenta entre los hombres y experimenta el dolor del mundo. Cuando termine de experimentar este dolor será cuando se vaya. Así de real y práctica es la obra de Dios; todos los que perduren lo alabarán por ella y verán Su fidelidad al hombre y Su bondad. La esencia de belleza y bondad de Dios puede verse en el significado de Su venida en la carne. Todo lo que Él hace es sincero; todo lo que Él dice es serio y leal. Todo lo que Él pretende hacer, realmente lo hace, y cuando paga un precio, lo paga de verdad; no hace simplemente declaraciones. Dios es un Dios justo; Dios es un Dios leal.

Extracto de ‘El segundo aspecto del significado de la encarnación’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

214. Cuando seas capaz de apreciar realmente los pensamientos y la actitud de Dios hacia la humanidad, cuando puedas entender realmente Sus emociones y Su preocupación por cada ser de la creación, podrás entender la devoción y el amor depositados sobre cada persona creada por el Creador. Cuando esto ocurra, utilizarás dos palabras para describir el amor de Dios. ¿Cuáles son estas dos palabras? Algunas personas dicen “abnegado”, y otras “filantrópico”. De estas dos, la segunda es la palabra menos apropiada para definir el amor de Dios. Es un término que se utiliza para describir a una persona que es magnánima o abierta de mente. Aborrezco esta palabra, porque se refiere a dispensar caridad de un modo aleatorio, indiscriminado, sin tener en cuenta principios. Es una inclinación abiertamente sentimental, que es común en las personas insensatas y que están confundidas. Cuando esta palabra se utiliza para describir el amor de Dios, existe inevitablemente una connotación blasfema. Tengo dos palabras que definen de forma más adecuada el amor de Dios. ¿Cuáles son? La primera es “inmenso”. ¿No es evocadora? La segunda es “vasto”. Detrás de estas palabras que utilizo para definir el amor de Dios hay un significado real. Literalmente, “inmenso” describe el volumen o la capacidad de una cosa, pero no importa lo grande que esta sea: es algo que las personas pueden tocar y ver. Esto es porque existe, no es un objeto abstracto, sino algo que puede darles ideas a las personas de una manera relativamente precisa y práctica. No importa si lo estás mirando desde una perspectiva bi o tridimensional; no necesitas imaginar su existencia, porque es algo que existe de hecho de forma real. Aunque usar la palabra “inmenso” para definir el amor de Dios puede hacernos pensar que se está intentando cuantificarlo, al mismo tiempo también da la sensación de que Su amor no se puede cuantificar. Yo digo que el amor de Dios puede cuantificarse, porque no es vacío ni surge de ninguna leyenda. Más bien, es algo compartido por todas las cosas que están bajo Su dominio y es algo que disfrutan todas las criaturas en diversos grados y desde diferentes perspectivas. Aunque las personas no pueden verlo ni tocarlo, este amor trae sustento y vida a todas las cosas conforme se va revelando gota a gota en su vida y las personas cuentan y dan testimonio del amor de Dios, el cual disfrutan en cada momento que pasa. Digo que el amor de Dios no puede cuantificarse porque el misterio de Dios que provee y alimenta todas las cosas es algo difícil de comprender para los seres humanos, como lo son los pensamientos de Dios sobre todas las cosas y, en particular, sobre la humanidad. Es decir, nadie sabe la sangre y las lágrimas que el Creador ha derramado por la humanidad. Nadie puede comprender ni entender la profundidad o el peso del amor que el Creador tiene por la humanidad, a la que hizo con Sus propias manos. Describir el amor de Dios como inmenso es ayudar a las personas a apreciar y entender su amplitud y la verdad de su existencia. También pueden comprender en mayor profundidad el significado real de la palabra “Creador”, y pueden obtener un entendimiento más profundo de la verdadera relevancia de la denominación “Creador”. ¿Qué describe habitualmente el término “vasto”? Se usa generalmente para describir el océano o el universo, por ejemplo: “el vasto universo” o “el vasto océano”. La expansión y la silenciosa profundidad del universo superan el entendimiento humano y es algo que capta la imaginación de los hombres y los llena de admiración. Su misterio y su profundidad se ven, pero no se puede alcanzar. Cuando piensas en el océano, piensas en su amplitud: parece no tener límites y sientes su misterio y su gran capacidad de contener cosas. Por esta razón he usado la palabra “vasto” para definir el amor de Dios. Lo he hecho para ayudar a las personas a sentir lo valioso que es, su intensa belleza y lo infinito y extenso de su poder. Lo he hecho para ayudarlas a sentir la santidad de Su amor, la dignidad Dios y Su calidad de inofendible, revelados por medio de Su amor.

Extracto de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III’ en “La Palabra manifestada en carne”




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