Dice el proverbio popular, “El fuego y el agua no tienen piedad”. Sin embargo, en una gran inundación, un cristiano de más de setenta años sobrevivió sano y salvo confiando en Dios. Veamos su experiencia y testimonio juntos. El 3 de agosto de 2017, había lloviznado durante todo el día. Por la noche, comenzó a llover más y más fuerte hasta se convirtió en una lluvia torrencial. Escuché las noticias de algunos aldeanos evacuando el campo. En ese momento, empaqué los libros de las palabras de Dios y los guardé en un lugar seguro. Estaba preocupado de que esta fuerte inundación se barriera por delante a mi casa, porque mi casa se encontraba en una parte baja del terreno, detrás de la cual estaba una pendiente, y en el lado este y oeste de mi casa, no había forma de que fluyeran las aguas de la inundación, por lo que el torrente de agua solo podría fluir hacia mi casa. Si las agua entrarán en mi casa por la puerta trasera, seguro que mi casa sería derribada. Con estos temores, me presenté