Toda empleada doméstica teme especialmente ser reprendida por su empleador si este sospechara que ella rompió accidentalmente algún objeto o si algo se extraviara en su casa. Dado que muchas veces esto es inevitable, ¿qué debería hacer frente a estas situaciones? Estas situaciones también me habían causado preocupación hasta que encontré la manera de obtener la confianza de mi empleadora.
En cierta oportunidad que cumplía con las tareas domésticas en la casa de mi empleadora, por descuido rompí una taza. Me preocupaba que después de ella saber de lo ocurrido, yo fuese culpada de trabajar sin cuidado y que tuviera una mala impresión de mí. Había muchas tazas en su casa; aunque una estaba rota, ella no lo sabría, así que realmente no quería contarle sobre ese asunto. Aunque ocultarlo traía un sentimiento de culpa en mi corazón, aún no tenía el coraje de decir la verdad. Así que oré para que Dios me otorgara la fe y la fuerza para ser honesta. Después de decirle la verdad sentí liberación, y no solo no me culpó, sino que dijo: “Está bien. Una taza es barata”.
Poco tiempo después, arreglando cosas en la nevera y corriendo para sacar el pollo, rompí el cajón pues el congelador se había cubierto de hielo. Me sentí nerviosa y preocupada en mi corazón, y pensé: he cometido un error de nuevo, ¿cómo podría explicar este asunto a mi empleadora? Soy tan torpe y no tengo ningún sentido común. Si ella llegara a conocer este asunto, ¿me despedirá? Luego pensé: bueno, normalmente no abre la nevera, así que no lo notará, no necesito contarle sobre esto. Así que no le dije nada.
Cuando regresé a mi casa, me sentí culpable en mi corazón, por lo que hablé con mi hermana buscando dirección. Yo sabía que habría lecciones para mí en todos los escenarios que Dios arregló, y también sabía que Dios quería guiarme a entrar en la verdad de ser una persona honesta a través de situaciones prácticas, todos los días. El Señor Jesús dijo: “y dijo: En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3). La Palabra del Señor específicamente nos dice que solo las personas honestas están en línea con la voluntad de Dios. Mientras nos convirtamos en niños pequeños, podemos ser aprobados por Dios y finalmente entrar en el Reino de Dios. Al comprender la voluntad de Dios, decidí decirle la verdad a mi empleadora.
Sin embargo, me puse ansiosa de nuevo en mi camino al trabajo. ¿Qué pasaría si ella me considerara muy torpe y me despidiera cuando diga la verdad? Si pierdo este trabajo, ¿dónde podría ir para encontrar otro adecuado? Así que en silencio oré a Dios en mi corazón: “¡Oh Dios! Quiero ser honesta y pura como niñas pequeñas. Lo incorrecto es incorrecto, y debería ser valientemente responsable por mi falta. No importa cuál sea el resultado, estoy dispuesta a actuar de acuerdo con Tus enseñanzas. Que tú me concedas la fe y la fuerza. ¡Amén!”
Pronto llegué a la casa de mi empleadora y de inmediata le dije la verdad. No solo no me culpó, sino que también me enseñó a enfrentar a situaciones similares en el futuro. ¡Realmente le agradecí a Dios por Su guía! No solo obtuve liberación y libertad en mi corazón debido a la práctica de ser una persona honesta, sino que aprendí un aspecto del sentido común.
Otro día, mi empleadora me dijo que fuera al supermercado a comprar verduras. Le preocupaba que no tuviese suficiente dinero en la billetera, así que me dio 50 euros extra. No usé el dinero extra, así que, tan pronto como regresé, se lo devolví, y ella me dijo que pusiera su billetera en el armario. Tres días después, mientras limpiaba el piso de arriba, vino a mí preguntándome: “Me faltan 50 euros de mi billetera. ¿Sabes dónde están? Ella abrió su billetera para mostrarme. Estaba algo estupefacta y no sabía qué decir. Entonces contesté en voz baja: “Después de que lo puse en el armario ese día, no le presté atención. No lo sé”. En ese momento, ninguna palabra podía describir lo que sentí. Mi cara se enrojeció y pensé: “Falta el dinero. Ciertamente sospecha que tomé el dinero porque no hay nadie más aquí, pero no hice eso. No hay nada que pueda hacer para limpiar mi nombre”. Estaba muy molesta en mi corazón, y finalmente llegó el momento de regresar a casa.
Mientras iba camino a casa, estaba reflexionando sobre este asunto y en silencio oraba a Dios en mi corazón: “¡Oh Dios! Sé que todas las cosas a las que me enfrento cada día están permitidas por Ti. Si hoy permites que esta situación me sobrevenga, debe haber una lección para que yo aprenda. Aunque no puedo evitarlo, debo afrontarlo valientemente”. Entonces pensé en lo que la Biblia dice: “Antes bien, sea vuestro hablar: ‘Sí, sí’ o ‘No, no’; y lo que es más de esto, procede del mal”(Mateo 5:37). He dicho lo necesario, y a pesar de que sospecha que tomé el dinero y quiere despedirme, debo obedecer los arreglos de Dios y enfrentar este asunto con calma. Mientras haga bien mi trabajo y practique honestidad de acuerdo con los requisitos de Dios, no necesito vivir en sospecha ni sufrimiento.
Más tarde, mi empleadora no me trató de manera diferente ni me despidió como resultado de esto. En los días siguientes, cuando me llevaba bien con ella y encontraba situaciones similares, siempre oraba a Dios y practicaba ser una persona honesta de acuerdo con las enseñanzas del Señor.
Una vez, mi empleadora regresaba a Taiwan. Antes de irse, ella puso las llaves de la casa bajo mi cuidado y me dijo que fuera a limpiar su casa cada pocos días. Ella dijo que pagaría mi salario cuando regresara. Nunca pensé que ella tendría tanta confianza en mí.
¡Gracias a Dios! Fueron las enseñanzas del Señor las que me hicieron comprender el significado de ser una persona honesta y me dieron principios para mi conducta. Actuando de acuerdo con la palabra del Señor, siento paz y consuelo en mi corazón, obtengo la confianza de los demás y satisfago a Dios. ¡Toda la gloria sea para Dios!
Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.
(Traducido del original en inglés al español por Asdrubal Josue Suarez Lopez)
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