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Todo hermano y hermana sabe bien que la oración es un camino por el cual nos comunicamos con Dios. Así que, además de en la mañana y en la noche, también oramos antes y después de las comidas, en reuniones, los domingos, y así podríamos continuar enumerando momentos. Sin embargo, ¿cómo deberíamos orar exactamente para que nuestras oraciones sean aceptadas por Dios y conformes a Su voluntad? Todo hermano y hermana debería saberlo. De hecho, ya el Señor Jesús nos ha dado la respuesta a esta pregunta. Veamos este aspecto de esta verdad juntos:
Primero: Ten un corazón de la humildad, mantiene en tu posición y no puedas ser santurrones cuando ores
Lucas 18:9-14 dice así: “Refirió también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás: ‘Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos’. El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: ‘Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano’. Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘Dios, ten piedad de mí, pecador’. Os digo que éste descendió a su casa justificado pero aquél no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado”. En la parábola del Señor Jesús podemos ver fácilmente que al Señor le agradó la oración del publicano y detestó la del fariseo. Porque en la oración del fariseo podemos ver enaltecimiento y auto-justificación. El fariseo miraba con desprecio la oración del publicano, realmente enumeró todos sus méritos delante de Dios, llenos de pretensiones y auto-justificaciones. Realmente no sabía de su posición delante de Dios, no tenía una actitud de devoción hacia Dios, se había posicionado igual a Dios, así que Dios le aborreció. Pero la oración del publicano era completamente diferente. Sabía perfectamente que era un pecador con una identidad baja, así que pudo orar a Dios en humildad, pudo tener una actitud de devoción hacia Dios, estaba realmente arrepentido, y oraba sinceramente a Dios pidiendo el perdón de sus pecados, así que obtuvo la misericordia de Dios. Si nos basamos en estas diferentes actitudes, el Señor Jesús dijo: “Os digo que éste descendió a su casa justificado pero aquél no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado”. Si queremos que nuestras oraciones sean escuchadas por Dios, deberíamos evitar la oración del fariseo y seguir el ejemplo del publicano, permaneciendo correctamente en la posición de una criatura de Dios. Al orar en la presencia de Dios, deberíamos tener una actitud de piedad, tratar a Dios como Dios, reconocer nuestras maldades delante de Dios frecuentemente y reflexionar acerca de que estas cosas no agradan al Señor, y arrepentirnos verdaderamente y confesarnos delante de Dios; y aún más, no ser autosuficientes o presuntuosos. Solo de esa manera nuestras oraciones pueden ser aceptadas por Dios. Como Dios Jehová una vez dijo: “Y se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, y oran, buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra. Ahora mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la oración que se haga en este lugar” (2 Crónicas 7:14-15).
Segundo: Ora al Señor sincera y honestamente
El Señor Jesús una vez enseñó a Sus discípulos: “Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mateo 6:5-6). De este mandamiento del Señor Jesús, sacamos en conclusión que el Señor Jesús aborrecía las oraciones hipócritas de los fariseos. Ellos a propósito hacían que sus rostros parecieran tristes, hacían largas oraciones, para hacer ver a las personas que ellos ayunaban y oraban. Sin embargo en esas oraciones no había una buena comunicación con Dios, sólo importaba las ceremonias, para que los judíos pudieran ver que eran leales a Dios, y así las personas les admiraban y les respetaban. Esta clase de oración trataba de engañar a Dios y no podía ser aceptada por el Señor. Dios es el Creador. Cuando oramos ante Él, nosotros, Sus criaturas deberíamos tener un corazón reverente para con Dios y sinceramente alabarle. Si, como los fariseos, oramos al Señor durante varias horas al día, pero no le abrimos nuestros corazones, sólo vamos a Él con ceremonias religiosas y reglas, entonces esas oraciones llegarán a Dios solo superficialmente, tratan de engañarle y son aborrecidas por Dios. El Señor Jesús dijo: “Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad” (Juan 4:24). Así que cuando oramos, deberíamos tener un corazón rendido al Señor, aceptar lo que Dios nos dice, y decir a Dios lo que realmente está en nuestros corazones. Solo de esta manera, nuestras oraciones agradaran a Dios.
Tercero: Ora para que se lleve a cabo la voluntad de Dios
Mateo 6:9-13 dice así: “Vosotros, pues, orad de esta manera: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo[…] Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal’”. Dios espera que más gente pueda aceptar Su salvación y escapar del daño de Satanás, para que la voluntad de Dios se pueda hacer en la Tierra y el Reino de Cristo se establezca en ella. Así que hemos de orar, no para nuestros propios beneficios sino para estas cosas: Que la voluntad de Dios pueda ser hecha en la Tierra; que el Reino de Cristo se realice en la Tierra; Que el evangelio de Dios se extienda; que podamos extender el evangelio y que demos testimonio de Dios; que lleguemos a ser de los que buscan el corazón de Dios… Todas estas oraciones son aceptadas por Dios. Justo como en el antiguo testamento dice del rey David que propuso en su corazón construir el templo a Jehová el Señor. Así se convirtió en la persona que trajo gozo a Jehová el Señor. Tales oraciones son aceptadas por Dios. Y después de él, llegó el rey Salomón y Jehová el Señor le dijo a Salomón en un sueño que podía pedir lo que quisiera. Sin embargo, Salomón no pidió riquezas ni una larga vida, sino que pidió sabiduría para discernir justamente. Como resultado, Dios no solo le dió sabiduría, sino que le dió además todo lo que no pidió, larga vida y riquezas. Hoy en día, si amamos a Dios con todo nuestro corazón, nos importa la voluntad de Dios, y oramos que el Reino de Cristo venga y que la voluntad de Dios se lleve a acabo, entonces nuestras oraciones seran aceptadas por Dios.
Cuarto: Ora al Señor con perseverancia y resolución y no desmayes
Lucas 18:1-8 dice así : “Y les refería Jesús una parábola para enseñarles que ellos debían orar en todo tiempo, y no desfallecer, diciendo: “Había en cierta ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a hombre alguno. Y había en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él constantemente, diciendo: ‘Hazme justicia de mi adversario’”. Por algún tiempo él no quiso, pero después dijo para sí: ‘Aunque ni temo a Dios, ni respeto a hombre alguno, sin embargo, porque esta viuda me molesta, le haré justicia; no sea que por venir continuamente me agote la paciencia’. Y el Señor dijo: ‘Escuchad lo que dijo el juez injusto. ¿Y no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a El día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. No obstante, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?’”. De esta parábola del Señor podemos entender que no debemos estar impacientes para ver los resultados pronto en todo lo que pidamos a Dios, porque Dios es un Dios práctico, que no hace cosas sobrenaturales. El contesta las oraciones de acuerdo a Sus principios: a veces Dios prueba nuestra fe y lealtad hacia Él, a veces purifica nuestra más íntima contaminación. De esta manera no importa qué dificultades enfrentemos en nuestras vidas o en nuestro servicio, deberíamos , igual que la viuda que pedía al juez que le hiciese justicia, tener un corazón perseverante, orar y buscar a Dios con frecuencia, esperar que Dios revele Su voluntad a nosotros y no desmayar. Justamente como los israelitas sufrieron la opresión de Faraón en Egipto, ellos no cesaron de orar y clamar a Dios para que les libertara. Y aunque Dios no les contestó enseguida, ellos no desmayaron, sino que confiaban y dependían de Dios y oraban constantemente. Finalmente Dios levantó a Moisés para que les guiara a salir de Egipto y les condujera hasta la buena tierra de Canaan. Si constantemente oramos a Dios y no nos desanimamos, seremos iluminados por el Espíritu Santo, y veremos las grandes obras de Dios.
Si oramos de acuerdo a estos puntos cada día, nuestras oraciones seran aceptadas por Dios.
Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.
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