Recientemente, escuché una comunicación de hermanas: “No sé por qué siempre vivo en el pecado. Cuando me sucede algo en contra de mí, soy plenamente consciente de que debo poner en práctica las palabras del Señor, ser paciente y tolerante con los demás, pero no puedo hacerlo. No puedo seguir con la gente a mi alrededor. Incluso cuando mi esposo y mis hijos no actúan de acuerdo con mis requisitos, no los tolero. Muchas veces pierdo los estribos con ellos. Ni la paz ni la felicidad viven en mi corazón, así que a menudo siento dolor. Realmente no sé cómo recuperar el estado anterior, y cómo recuperar mi relación con el Señor”. Después de escuchar sus palabras, otros hermanos y hermanas sintieron lo mismo. Su condición me hizo pensar en las palabras del Señor Jesús : “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer. El que en mí no estuviere, será echado fuera como mal pámpano, y se secará; y los cogen, y lo...