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Mi Esposo Realmente es Bastante Bueno

Cuando era niña, escuchaba a la gente decir frecuentemente: “Un esposo con prestigio le trae honor a su esposa”, y “Sigue al hombre con quien te cases, sea un gallo o un perro”. (Un dicho chino que quiere decir que una chica no tiene otra opción sino vivir obedientemente con el hombre con quien se case, sea bueno o malo por el resto de su vida.). En ese entonces, yo siempre pensaba que cuando fuese grande tendría que casarme con un hombre exitoso, de una gran familia, quien ganara mucho dinero y pudiese protegerme a mí y a mi hijo. También creía que la segunda reencarnación de una mujer—su nacimiento—no lo decidía ella, pero lo decidía el matrimonio. Así que conseguir un buen esposo se convirtió en el objetivo más grande de mi vida.

Cuando llegué a América en 1997, estudié inglés y trabajé para obtener una maestría en informática mientras buscaba al esposo perfecto. Muchos de mis compañeros me presentaron a los hombres decentemente educados con ingresos estables, pero no funcionó con ellos por numerosas razones. Pero en mi cuarto año en América conocí a mi esposo. Él es americano y nos casamos rápidamente porque quedé embarazada pronto. Pronto comprendí que mi esposo era una persona sumamente mediocre, con un modesto empleo y no tenía mucha educación tampoco, no tenía ninguna ambición y era flojo; solamente trabajaba de 3 a 4 horas al día y luego venía a casa. Por lo tanto, no podía ganar suficiente dinero para mantenerme a mí y a nuestro recién nacido. Dependíamos de su madre y padre para que nos dieran de 1 a 2 mil dólares mensuales para pagar nuestra hipoteca y gastos de manutención.
Mi sueño de conseguir un esposo exitoso se hizo completamente pedazos. Me odiaba a mi misma por haberme casado con él a ciegas, ya que había arruinado mi oportunidad de una buena “segunda reencarnación”. Por consiguiente, estaba disgustada con mi esposo y cualquier cosa que él hiciera o dijera todos los días, nunca me caían bien. Pero sin importar cuánto lo reprendiese, él trataba a mi hijo y a mi muy bien como siempre. Sin embargo, no estaba satisfecha con él y muchas veces quise divorciarme, pero mi hijo de siete años una vez dijo: “Mamá, sin mi padre no hubiese nacido yo. Así que no puedes divorciarte porque no importa lo que él sea, es mi papá. No quiero ser como el niño del vecino quien tiene que mudarse constantemente entre las casas de su mamá y su papá”. Cada vez que pensaba en las palabras de mi hijo, dejaba la idea del divorcio al momento, pero muy dentro de mí no podía resignarme a seguir viviendo con mi esposo. Lo que más no entendía específicamente, era que haya perdido el trabajo donde apenas ganaba dinero. En un ataque de ira, comencé a trabajar como agente inmobiliario ese mismo día y le pedí que se quedara en casa cuidando a nuestro hijo. Yo pensé que podría ganar unas cuantas veces más de lo que él ganaba.
Efectivamente, mi ingreso aumentó y mi esposo se volvió incluso, menos útil a mis ojos. Finalmente, presenté una solicitud de divorcio en la corte (efectiva dentro de seis meses) y decidí conseguir un buen hombre quien pudiese igualar mis estándares. Pero en los siguientes dos o tres años, aunque estuve en contacto con algunos hombres quienes estaban interesados en mí, me di cuenta de que cada uno de ellos tenía defectos y que no existía ningún hombre completamente a mi nivel. Al fin desistí de la idea del divorcio. Sin embargo, todavía estaba insatisfecha con mi matrimonio infeliz. Sentí mucho dolor e impotencia en mi corazón. Una vida así era simplemente una tortura para mí, pero tenía que soportarlo por mi hijo.
Como siempre he creído que existe un Dios desde que fui una pequeña, para poder conseguir una solución al dolor de mi matrimonio, fui a varias iglesias buscando a Dios, ya que pensaba que Dios podría resolver mi sufrimiento. Pero fui a casi 20 iglesias y no conseguí la respuesta que quería, así que continué buscando. Entonces, inesperadamente, conocí el regreso del Señor.
En noviembre del 2016, conocí a la Hermana Xiaoxin durante una clase de estudios bíblicos. Dos semanas después, me presentó a la Hermana Winne y a la Hermana Chen Jing. Atestiguaron sobre la obra de Dios en los últimos días y me hablaron de muchas verdades, dándome un libro de las palabras de Dios. El libro contiene las palabras de Cristo en los últimos días. En estas palabras, Dios nos ayuda a encender Sus pensamientos y las intenciones detrás de todas las cosas que Él hizo una vez, como está documentado en la Biblia. También habla respecto a la esencia santa y carácter justo de Dios, Dios es la fuente de vida en todas las cosas, cómo Dios gestiona y provee todas las cosas y cómo Dios determina el destino de las personas, y así sucesivamente. Después de haberlo leído, me sentí segura que esta era la palabra de Dios. Tenía que leer las palabras de Dios diariamente porque si no me sentía vacía internamente. Algunas veces leía Sus palabras varias veces. Cada vez que las leía, aprendía algo nuevo. Mi espíritu especialmente se sentía lleno. Lo que más me alegraba era que al fin había conseguido una solución en las palabras de Dios para los problemas matrimoniales que me habían afectado durante más de 10 años…
Sucedió durante una hermandad cuando confesé mi dolor más profundo—con respecto a mi desagrado hacia mi esposo a lo largo de los años y mi propio deseo de terminar el enredo de este matrimonio y el dolor de continuar con mi matrimonio. Una hermana me leyó dos fragmentos de palabras: “El matrimonio es un acontecimiento fundamental en la vida de cualquier persona; es el momento en el que uno comienza a asumir realmente diversos tipos de responsabilidades y a cumplir diversos tipos de misiones. Las personas albergan muchas ilusiones sobre el matrimonio antes de experimentarlo por sí mismas, y todas ellas son hermosas. Las mujeres imaginan que sus medias naranjas serán el Príncipe Azul, y los hombres imaginan que se casarán con Blancanieves. Estas fantasías muestran que cada persona tiene ciertos requisitos para el matrimonio, su propia serie de exigencias y estándares. Aunque en esta era malvada las personas son constantemente bombardeadas con mensajes distorsionados sobre el matrimonio, que crean aún más requisitos adicionales y les dan todo tipo de bagaje y extrañas actitudes, cualquier persona que lo haya experimentado sabe que no importa cómo uno lo entienda ni cuál sea su actitud al respecto: el matrimonio no es un asunto de elección individual”.
“Uno se encuentra con muchas personas en su vida, pero no sabe quién será su compañero o compañera en el matrimonio. Aunque todos tienen sus propias ideas y posturas personales en este asunto, nadie puede prever quién será finalmente su media naranja real, y las nociones que uno pueda tener cuentan poco. Después de conocer a una persona que te gusta, puedes mostrar interés por ella; pero si este interés es recíproco o no, si puede llegar a ser tu pareja, no te toca a ti decidirlo. El objeto de tus afectos no es necesariamente la persona con la que podrás compartir tu vida; y, entretanto, alguien que nunca esperabas entra silenciosamente en tu vida y se convierte en tu pareja, pasa a ser el elemento más importante en tu destino, tu otra mitad, alguien a quien tu destino está inextricablemente vinculado. Y así, aunque hay millones de matrimonios en el mundo, cada uno de ellos es diferente: cuántos matrimonios son poco satisfactorios, cuántos son felices; cuántos abarcan el Oriente y el Occidente, cuántos el Norte y el Sur; cuántos son uniones perfectas, cuántos son de un mismo rango; cuántos son felices y armoniosos, cuántos son dolorosos y tristes; cuántos son la envidia de los demás, cuántos son incomprendidos y desaprobados; cuántos están llenos de alegría, cuántos están inundados de lágrimas y provocan desesperación… En esta miríada de matrimonios, los humanos muestran lealtad y un compromiso vitalicio en el matrimonio, o amor, apego, e inseparabilidad, o resignación e incomprensión, o traición, incluso odio. Tanto si el matrimonio en sí trae felicidad como dolor, la misión de cada uno dentro del mismo está predestinada por el Creador y no cambiará; cada uno debe cumplirla. Y el destino individual que se encuentra detrás de cada matrimonio es inmutable; el Creador lo predestinó con mucha antelación” (“Dios mismo, el único III”).
Entonces la hermana dijo: “Podemos ver a través de estas palabras que nuestro destino y la persona con quien nos casemos han sido destinadas por Dios desde hace mucho tiempo; no tenemos opción al respecto y no podemos cambiarlo. Como dice Dios: ‘Aunque todos tienen sus propias ideas y posturas personales en este asunto, nadie puede prever quién será finalmente su media naranja real, y las nociones que uno pueda tener cuentan poco’. Ella continuó, ¿te parece eso cierto? Antes de casarte, conociste muchos hombres interesados en ti y a ti te gustaron unos cuantos, pero no terminaste casándote con ellos y te casaste repentinamente con tu esposo. También, quisiste divorciarte tantas veces y hasta presentaste una solicitud para el divorcio, ¿pero después de todo aun estás con él, por qué? Porque todo esto está bajo el dominio de Dios y es con el permiso de Dios. Por otra parte, cada persona tiene su propia misión en sus propios matrimonios. Si quieres alcanzar la felicidad en el matrimonio, tanto el esposo como la esposa tienen una responsabilidad y una obligación con la cual cumplir; no es solamente la responsabilidad de uno o del otro, ni tampoco es que uno le exija al otro, cosas injustas. ¡Además, si pensamos en ello de otro punto de vista, ¡tu matrimonio también tiene el amor de Dios! Vamos a retroceder un paso: ¿No fue el hecho de estar inconforme con tu matrimonio la razón por la cual viniste en busca de Dios? ¿Si tu matrimonio y tu vida hubiesen cumplido con tus exigencias, hubieses aceptado el evangelio de Dios? La humanidad entera está profundamente corrompida, todo el mundo ama los deseos personales, no a Dios y casi nadie busca a Dios cuando están en un ambiente cómodo. Aunque tu matrimonio parezca ser desagradable, es un regalo de Dios para que puedas llegar a Dios y si entiendes el corazón de Dios, no siempre pensarás en liberarte de Su soberanía y ya no sentirás dolor a causa de tu matrimonio”. Las palabras de Dios y la comunicación de las hermanas me hicieron entender, que no depende de mi con quien me case, y eso porque el destino mío y el de mi esposo están íntimamente relacionados, nos unimos. Además, porque el objetivo de mi vida desde chica era casarme con el esposo perfecto, si de hecho hubiese encontrado uno, hubiese adorado a mi esposo en lugar que a Dios y nunca hubiese pensado en buscar a Dios.
Luego la hermana me leyó otro fragmento de palabras: “Como las personas no reconocen las orquestaciones y la soberanía de Dios, siempre afrontan el destino desafiantemente, con una actitud rebelde, y siempre quieren desechar la autoridad y la soberanía de Dios y las cosas que el destino les tiene guardadas, esperando en vano cambiar sus circunstancias actuales y alterar su destino. Pero nunca pueden tener éxito; se ven frustrados a cada paso. Esta lucha, que tiene lugar en lo profundo del alma de uno, es dolorosa; el dolor es inolvidable; y, al mismo tiempo, uno está desperdiciando su vida. ¿Cuál es la causa de este dolor? ¿Es debido a la soberanía de Dios, o porque una persona nació sin suerte? Obviamente ninguna de las dos es cierta. En última instancia, es debido a las sendas que las personas toman, los caminos que eligen para vivir sus vidas. […] Existe una forma muy simple de liberarse de este estado: decir adiós a la antigua forma de vida de uno, a los anteriores objetivos en la vida, resumir y analizar el estilo de vida, la filosofía, las búsquedas, los deseos y los ideales, y compararlos después con la voluntad y las exigencias de Dios para el hombre, y ver si todos ellos son acordes con estas, si todos ellos transmiten los valores correctos de la vida, llevan a uno a un mayor entendimiento de la verdad, y le permiten vivir con humanidad y semejanza humana. Cuando investigas repetidamente y analizas cuidadosamente los diversos objetivos de la vida que las personas persiguen y sus diversas formas diferentes de vida, verás que ninguno de ellos encaja con el propósito original del Creador cuando creó a la humanidad. Todos ellos apartan a las personas de Su soberanía y Su cuidado; son todos pozos en los que la humanidad cae, y que la llevan al infierno. Después de que reconozcas esto, tu tarea es dejar de lado tu antigua visión de la vida, mantenerte alejado de diversas trampas, dejar a Dios que se haga cargo de tu vida y haga arreglos para ti, intentar someterte solamente a las orquestaciones y la dirección de Dios, no tener elección y convertirte en una persona que lo adora a Él” (“Dios mismo, el único III”).
La hermana me dijo esto después de leer las palabras: “Cuando nos enfrentamos a cosas desagradables en la vida, la razón por la cual sentimos tanto dolor, es porque no conocemos la soberanía de Dios y no entendemos que Dios domina todo, y todo esto es el cuidado y protección para nosotros de Dios. Por lo tanto, siempre desafiamos y nos apartamos de la soberanía de Dios y nosotros mismos lo controlamos cuando nos enfrentamos al dominio de Dios, pero no podemos alejarnos de las gestiones de Dios, por eso vivimos con el dolor de esta lucha. Para liberarnos de este tipo de angustia, por una parte, debemos someternos a la soberanía y los planes de Dios; por otra parte, podemos discernir nuestras aspiraciones y nuestros metas para ver si están de acuerdo con la verdad y los requisitos de Dios. Si la opinión de “un marido con prestigio le trae honor a su esposa” está de acuerdo con la verdad y es un asunto positivo, entonces ¿cómo podría su tenencia a ella ser doloroso? ¿Cómo puedes estar insatisfecha con tu marido? De hecho, todas estas opiniones vienen de Satanás y son cosas negativas. Mirándolo desde otra perspectiva, si mantienes este punto de vista, ¿será puro tu matrimonio con tu marido? Incluso si realmente encuentras un ‘buen hombre’ que es bueno para hacer dinero, la relación entre tú y él siempre será materialista, sin amor verdadero. Y si su carrera falla, tu matrimonio se romperá y aunque trates de mantener tu matrimonio, todavía sufrirás porque tu esposo no puede darte honor. De hecho, cuando usamos nuestro corazón para experimentar, descubriremos que Dios gestiona todo por nosotros de una buena manera. Si nuestro punto de vista cambia y practicamos de acuerdo al camino que Dios nos indicó, ‘[…] tu tarea es dejar de lado tu antigua visión de la vida, mantenerte alejado de diversas trampas, dejar a Dios que se haga cargo de tu vida y haga arreglos para ti, intentar someterte solamente a las orquestaciones y la dirección de Dios, no tener elección y convertirte en una persona que lo adora a Él‘ obtendremos la liberación y libertad”.
A través de las palabras de Dios y la comunicación con la hermana, entendí que esa alegría y liberación verdadera sólo se puede obtener obedeciendo la soberanía y gestiones del Creador y que luchar con el destino, solo nos trae dolor incalculable. Al mismo tiempo, también vi que las tendencias sociales malignas nos hacen fijar grandes expectativas dentro del matrimonio, a la mayoría de nosotros; las ideas equivocadas que Satanás me enseñó, “un esposo con prestigio trae honor a su esposa: y “el matrimonio es la segunda reencarnación de las mujeres” me impedía someterme a la soberanía y el arreglo de Dios. En cambio, quería controlar mi propio destino, que resultó en vivir en el dolor. Ahora sé que a través de las palabras de Dios mi matrimonio ha sido predispuesto por Dios. Estoy dispuesta a seguir las palabras de Dios y dejar a un lado mi punto de vista anterior de la vida y someterme a la soberanía y los designios de Dios.
Cuando hago a un lado esas fantasías poco realistas y las expectativas sobre el matrimonio, y cuando estaba dispuesta a someterme a la soberanía y los designios de Dios, ya no me quejaba más de mi matrimonio. De hecho, me di cuenta de que mi esposo es bastante bueno. Así que tengo una mejor actitud hacia mi esposo ahora. Por ejemplo: solía regañarlo cuando lo veía haciendo las cosas contrarias a mi manera y quería divorciarme a cada momento, pero ahora rara vez lo regaño, y nunca menciono el divorcio de nuevo. En el pasado, no importaba lo que hiciera por mí, nunca le di las gracias y aunque hiciera algo bien, nunca lo elogié. No podía ver su bondad. Pero ahora le doy las gracias y cuando hace algo bien lo halago. Antes nunca lo atendía, pero ahora tomo la iniciativa de cocinarle y demostrarle interés, y existe más comunicación entre nosotros. Debido a que he cambiado, mi esposo ahora está muy feliz, nuestra familia se ha calmado, es más armoniosa y me siento liberada. Estoy muy agradecida por la salvación y orientación de Dios, porque ya no vivo un matrimonio doloroso. Fueron las palabras de Dios las que me sacaron de este “matrimonio infeliz”.

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