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Cómo dejar el pecado: Una verdadera experiencia de un creyente católico

Luego la hermana empezó a leer las palabras de Dios Todopoderoso: “Aunque el hombre ha sido redimido y se le han perdonado sus pecados, sólo se considera que Dios no recuerda sus transgresiones y no lo trata de acuerdo con estas. Sin embargo, cuando el hombre vive en la carne y no ha sido liberado del pecado, sólo puede continuar pecando, revelando interminablemente el carácter satánico corrupto. Esta es la vida que el hombre lleva, un ciclo sin fin de pecado y perdón. La mayoría de los hombres pecan durante el día y se confiesan por la noche. Así, aunque la ofrenda por el pecado siempre sea efectiva para ellos, no podría salvarlos del pecado. Sólo se ha completado la mitad de la obra de salvación, porque el hombre sigue teniendo un carácter corrupto”. “Por medio de esta obra de juicio y castigo, el hombre llegará a conocer plenamente la esencia inmunda y corrupta de su interior, y podrá cambiar completamente y ser purificado. Sólo de esta forma puede ser el hombre digno de regresar delante del trono de Dios. Toda la obra realizada este día es con el fin de que el hombre pueda ser purificado y cambiado; por medio del juicio y el castigo por la palabra, así como del refinamiento, el hombre puede desechar su corrupción y ser hecho puro”.
Tras leer estas palabras, la hermana continuó hablando: “Estas palabras de Dios Todopoderoso nos muestran que cuando el Señor Jesús dijo ‘Todo se ha cumplido’, lo que quería decir era que la obra de Dios de redención se había cumplido. No significaba que la obra de Dios de salvar a toda la humanidad se hubiese acabado. Está escrito en la Biblia: ‘Pues que yo soy Jehová vuestro Dios, vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo […]’ (Levítico 11:44). ‘[...] y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor’ (Hebreos 12:14). Dios es santo, por lo tanto, la gente sucia y corrupta no es digna de admirar el rostro de Dios, ni es digna de entrar en el reino de Dios. Al creer en el Señor, tan sólo se nos perdonan nuestros pecados; al presentarnos ante el Señor Jesús, confesarnos y arrepentirnos, podemos disfrutar de la gracia y las bendiciones de Dios, y Él deja de vernos como pecadores. Pero nuestro carácter satánico no nos lo ha perdonado Dios, y nuestra naturaleza pecaminosa sigue ahí. Nuestra vida cíclica de pecar de día y arrepentirnos de noche persiste, sin manera alguna de quitarnos de encima las ataduras del pecado. Por ejemplo: para proteger nuestros intereses personales, seguimos mintiendo y engañando a Dios: cuando vemos a otros actuar no de acuerdo con nuestra propia manera de pensar, a menudo perdemos la paciencia y los reprendemos; a veces no somos capaces de resistirnos a las tentaciones malvadas del mundo y las seguimos y pecamos; cuando la obra de Dios no sigue la línea que nosotros tenemos en mente, seguimos siendo capaces de juzgarle y condenarle, y de resistirnos a Su obra por culpa de nuestras ideas e imaginaciones. Por lo tanto, necesitamos de Dios para que nos juzgue y nos purifique y cambie nuestro carácter corrupto. Tan sólo cuando ese carácter corrupto haya sido purificado, y nos convirtamos en gente que de verdad lo adora y obedecemos y amamos a Él, entonces la obra de Dios de salvar a la humanidad se habrá completado.
La obra del juicio de Dios Todopoderoso en los últimos días se erige sobre la base de la obra del Señor Jesús de redención llevada a cabo en la Era de Gracia. Debido a la redención del Señor Jesús, estamos cualificados para presentarnos ante Dios y recibir Su salvación, pero si creemos en Dios y no experimentamos Su juicio en los últimos días, entonces no podemos obtener de verdad la salvación”.
La comunicación de la hermana me hizo ver de repente la luz. Antes yo pensaba que quienes creíamos en el Señor habíamos sido agraciados con la salvación y que cuando el Señor viniese, nos llevaría directamente al reino celestial. Pero ahora, a través de las palabras de la hermana, me di cuenta de que estaba equivocado. Nuestra fe en el Señor nos trae el perdón de los pecados, pero nuestra naturaleza pecaminosa sigue existiendo, de modo que tenemos que aceptar el juicio de Dios en los últimos días. Solamente cuando nuestro carácter corrupto se haya purificado y cambiado, podremos ser llevados ante Dios y al reino de los cielos. Mirando atrás, estuve estudiando durante diez años en el monasterio y luego entré en una orden religiosa para realizar estudios avanzados, pero aun así no podía evitar pecar, y aunque confesaba mis pecados y me arrepentía ante el Señor, más tarde repetía los mismos pecados. Mi estado mostraba que yo no era una persona que hubiera sido purificada y que sin lugar a dudas no estaba cualificado para ser elevado al reino de los cielos. También entendí que debido a mi carácter corrupto yo vivía en el bucle de cometer pecados y confesarlos luego. ¡Gracias a Dios! Las palabras de la hermana habían sido tan buenas que solucionaron mi confusión.
Y por fin encontré la manera de deshacerme de mi carácter corrupto
A continuación, inquieto, le pregunté a la hermana: “Entonces, ¿cómo nos purifica Dios? ¿Cómo puede dispersarse mi carácter corrupto? Me he esforzado siempre por controlarme para no pecar, y también le he rezado al Señor, pidiéndole que me ayudase. Sin embargo, ya han pasado tantos años, y yo sigo sin cambiar”. Al oír esto, ella sonrió y habló conmigo pacientemente: “Hermano, en cuanto a este asunto, las palabras del Dios Todopoderoso lo dicen bien claro. Leamos juntos un pasaje. Dios Todopoderoso dice: ‘En los últimos días Cristo usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la esencia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tal como: el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como también la sabiduría y el carácter de Dios, y así sucesivamente. Todas estas palabras son dirigidas a la esencia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios con relación a cómo el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al emprender Su obra de juicio, Dios no deja simplemente en claro la naturaleza del hombre con sólo unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda durante un largo plazo. Estos métodos de exposición, de trato y poda, no pueden ser sustituidos con palabras ordinarias, sino con la verdad que el hombre no posee en absoluto. Sólo los métodos de este tipo se consideran juicio; sólo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido de la sumisión a Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra de juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra de juicio realizada por Dios’.
Estas palabras nos dicen que en los últimos días, Dios juzgará y purificará nuestro carácter corrupto al expresar la verdad. Por un lado Dios usa Sus palabras para exponer y disecar tanto nuestra naturaleza como nuestra esencia y la verdad real de cómo hemos sido corrompidos por Satanás, para que podamos saber de verdad, con las palabras de Dios de juicio y castigo, que estamos llenos de carácter satánico: arrogancia y prepotencia, artimañas y engaños, egoísmo y mezquindad. También seremos capaces de saber que vivir basándonos en nuestro carácter corrupto es no tener un corazón reverente hacia Dios: Lo juzgamos y nos resistimos a Él según nuestras nociones y nos hemos convertido por completo en gente de Satanás, oponiéndonos y rebelándonos contra Él. Por otro lado, Dios usa Sus palabras para decirnos claramente cuál es Su voluntad, Sus exigencias y Sus normas, así como la manera correcta de ponerlas en práctica, proporcionándonos así el camino a seguir. Por ejemplo, Dios nos dice que le gusta la gente honesta y que odia a la gente engañosa; que solamente la gente honesta puede entrar en el reino de los cielos; y también nos dice cómo liberarnos de nuestro carácter engañoso y ser honestos. Mientras tanto, Dios también dispone situaciones prácticas para ponernos a prueba, refinarnos y tratar con nosotros. Satanás nos ha estado corrompiendo durante miles de años, y este carácter corrupto y satánico está fuertemente enraizada en nuestro interior y no puede cambiarse de golpe, así que tenemos que aceptar ese juicio a largo plazo, esos castigos, esas pruebas y refinamientos de las palabras de Dios, así como el castigo y la disciplina que surgen al topar con la realidad. Tan sólo así podemos ver con claridad nuestra verdadera naturaleza corrupta, podemos llegar a conocernos y detestarnos de verdad, arrepentirnos de nuestras acciones pecaminosas, alcanzar el verdadero conocimiento de la santidad de Dios, Su belleza y Su justicia, para al final desarrollar un corazón que adora a Dios y que esté dispuesto a practicar la verdad para satisfacerle”.
Mientras estaba escuchando a la hermana, se me encendió de repente una luz y lleno de alegría le dije: “Gracias al Señor. Antes yo me controlaba para no pecar; estudié la Biblia con ahínco y respeté las reglas del monasterio, sin embargo, seguía pecando. Con tu comunicación acerca de las palabras de Dios, me he dado cuenta de que solamente la verdad que Dios exprese en los últimos días podrá solucionarse mi comportamiento pecaminoso”. El hermano Liu también estaba emocionado y dijo: “¡Gracias al Señor! Por fin hemos encontrado la manera de deshacernos del pecado”. Al oír esto, la hermana asintió con la cabeza y sonrió. A continuación nos mostró un vídeo que daba testimonio y se titulaba “Aparece la verdadera luz”. El protagonista del vídeo solía ser como yo, vivía inmerso en el pecado y se sentía extremadamente miserable, pero luego, al experimentar el juicio y el castigo de las palabras de Dios, descubrió su carácter corrupto. Y después de eso, cuando expuso su corrupción, confió en Dios para renunciar a su carne y actuar según la palabra de Dios. Poco a poco, dejó de sentirse tan forzado por su carácter corrupto y experimentó algo de lo que es ser un verdadero ser humano. Tras ver el vídeo, vi aún con más nitidez que las palabras de Dios son muy autoritarias y poderosas, y creí que mientras aceptase el juicio y el castigo de las palabras de Dios, sería capaz de obtener el conocimiento de mi corrupción y lograr también poco a poco la purificación y transformación. ¡Gracias, Dios! Contaba con un camino más claro para librarme de mis pecados.
Entendí la verdad y mi espíritu se liberó
Durante las siguientes reuniones, la hermana habló conmigo de muchas verdades que tenían que ver con la historia interna y la esencia de la obra de Dios, dividida en tres etapas: el significado de los nombres de Dios, los misterios de la encarnación de Dios y otros aspectos de la verdad. Tras oír todo aquello, logré un mayor entendimiento de Dios, sentí que estaba más cerca de Él y me sentí espiritualmente saciado. Confirmé desde lo más profundo de mi corazón que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús retornado, porque sólo Dios puede expresar la verdad y revelar los misterios de la Biblia. Me sentí muy agradecido al Señor por permitirme oír la voz de Dios, y pude asistir al banquete del Cordero.
A partir de este momento, cada vez que estaba libre en casa, me ponía a leer las palabras de Dios Todopoderoso y miraba las películas sobre el evangelio y los vídeos de bailes y canciones que producía la Iglesia de Dios Todopoderoso. Cuanto más los miraba, más me encantaba mirarlos y más liberado estaba mi espíritu. Además participaba de la vida eclesiástica de la Iglesia de Dios Todopoderoso. En las reuniones, los hermanos y hermanas compartíamos nuestros conocimientos con respecto a la palabra de Dios. Transcurrido un tiempo logré un mayor conocimiento de Su obra y de mi naturaleza corrupta, y dejé de perder la paciencia con la gente. Cuando me resultaba desagradable lo que me decía mi esposa, le rezaba a Dios tratando de buscar Su voluntad. Con las palabras de Dios guiándome, pude dejar a un lado mi arrogancia y dejé de perder la paciencia con ella. Mi relación con ella ahora es algo mejor de lo que solía ser. ¡Gracias a Dios! Aunque creo en Dios Todopoderoso sólo desde hace unos meses, veo de corazón que Sus palabras son la verdad y que de hecho son capaces de cambiar mi carácter corrupto. A partir de ahora, estoy dispuesto a experimentar más palabras de juicio y castigo de Dios para poder desprenderme de mi carácter corrupto cuanto antes, vivir como un verdadero ser humano y obtener la salvación de Dios.
(Traducido del original en inglés al español por Eva Trillo)
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Fuente del artículo: Estudiar la Biblia 

Leer más sobre la Palabra de Dios: "Lo que se le pide al hombre hoy es diferente de lo que se le pedía en el pasado e incluso más de lo que se le requería en la Era de la Ley. ¿Y qué se le pedía al hombre bajo la ley cuando se llevaba a cabo la obra en Israel? Tan sólo que guardara el día de reposo y las leyes de Jehová. Nadie debía trabajar en el día de reposo ni transgredir las leyes de Jehová. Pero ahora no es así. En el día de reposo, el hombre trabaja, se reúne y ora como de costumbre, y no se imponen restricciones. Los de la Era de la Gracia debían ser bautizados; y no sólo eso, sino que se les pedía que ayunaran, partieran el pan, bebieran vino, cubrieran sus cabezas y lavaran sus pies. Ahora, estas normas se han abolido y se le han impuesto al hombre unas exigencias más elevadas, porque la obra de Dios se profundiza continuamente y la entrada del hombre llega incluso más alto. En el pasado, Jesús imponía Sus manos sobre la persona y oraba, pero ahora que se ha dicho todo, ¿cuál es el uso de la imposición de manos? Las palabras pueden lograr resultados por sí solas. Cuando Él imponía las manos en el pasado, lo hacía para bendecir y curar al hombre. Así es como obraba el Espíritu Santo en ese momento, pero ahora no es así. En el presente, utiliza palabras en Su obra para obtener resultados. Él ya os ha dejado claras Sus palabras, y vosotros deberíais simplemente ponerlas en práctica. Ellas son Su voluntad y la obra que Él hará. Por medio de Sus palabras, puedes entender Su voluntad y lo que Él te pide que consigas. Simplemente pones Sus palabras en práctica directamente sin necesitar la imposición de manos. Algunos pueden decir: “¡Impón Tus manos sobre mí! Impón Tus manos sobre mí de forma que pueda recibir Tu bendición y participar de Ti”. Estas son todas prácticas anteriores obsoletas que ahora están prohibidas, porque la era ha cambiado. El Espíritu Santo obra de acuerdo con la era, no a voluntad o según normas establecidas. La era ha cambiado, y una nueva debe traer con ella obra nueva. Esto es cierto de cada etapa de la obra, y así la misma nunca se repite. En la Era de la Gracia, Jesús hizo mucho de esa obra, como curar enfermedades, expulsar demonios, imponer Sus manos sobre el hombre para orar por él y bendecirlo. Sin embargo, continuar haciéndolo no respondería a ningún propósito en el presente. El Espíritu Santo obraba de esa forma en ese momento, porque era la Era de la Gracia, y se mostró suficiente gracia al hombre para su disfrute. Este no tenía que pagar ningún precio y podía recibir la gracia mientras tuviera fe. Todos recibían un trato muy misericordioso. Ahora, la era ha cambiado, y la obra de Dios ha progresado más; a través de Su castigo y Su juicio, la rebeldía del hombre y las cosas inmundas en su interior se echarán fuera. Como era la etapa de la redención, Dios tenía que hacer esa obra, mostrando al hombre suficiente gracia que disfrutar, de forma que el hombre pudiera ser redimido del pecado y, por medio de la gracia, ser perdonado de sus pecados. La presente etapa se realiza para revelar las iniquidades en el hombre por medio del castigo, el juicio, el herir de las palabras, así como la disciplina y la revelación de las palabras, de forma que pueda ser salvos después. Esta obra es más profunda que la redención. En la Era de la Gracia, el hombre disfrutaba de suficiente gracia y ya la ha experimentado, y por tanto el hombre ya no debe disfrutarla más. Esa obra ha quedado ahora obsoleta y ya no se hará más. Ahora, el hombre es salvado por medio del juicio por la palabra. Tras el hombre ser juzgado, castigado y refinado, su carácter cambia. ¿No se debe esto a las palabras que he hablado? Cada etapa de la obra coincide con el progreso de toda la humanidad y con la era. Toda obra tiene su sentido; se realiza para la salvación final, para que la humanidad tenga un buen destino en el futuro, y para que los hombres sean divididos según su tipo al final." ( “La Palabra manifestada en carne”)

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