Leí la historia de Nínive en la Biblia anteriormente: La gente de Nínive nunca adoraban al Dios verdadero, ocasionando que se apartaran más y más lejos de Dios y corrompiéndose y convirtiéndose cada vez más malvados. Como resultado, sus obras malignas llegaron a los ojos de Dios y Dios decidió destruir la ciudad de Nínive. Sin embargo, antes de Su destrucción de esta, envió a Jonás decirles a todas las personas que moraban allí, “... Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada” (Jonás 3:4). Cuando escuchaban a Jonás predicar la voluntad de Dios, esas gentes, desde el rey supremo hasta sus súbditos, todos vestían cilicio y en cenizas, tampoco comían o bebían y rogaban sobremanera a Dios y se arrepentían frente a Él. Eventualmente, Dios Jehová se compadeció de ellos y luego se transformaron y arrepintieron. El destino de los Ninivitas entonces cambió y se vieron libres de ser destruidos. Aunque este asunto haya sido documentado de una manera breve en la Biblia, involucre el destino de toda la gran nación de Nínive. Yo pensé que había un significado profundo en ello, pero no sabía más nada, sino que los Ninivitas recibieron la clemencia de Dios debido a sus ayunos y arrepentimiento. He meditado a menudo respecto a esto, “¿Cómo pudieron los Ninivitas recibir tan gran clemencia de Dios? ¿Existe algún secreto desconocido en ello?”
No pude obtener un mejor entendimiento de la misericordia de Dios sobre los Ninivitas hasta después cuando vi un libro espiritual en la casa de mi amiga, El libro decía, “Una vez que las personas de Nínive, desde el rey supremo hasta sus súbditos, conocieron que Jehová Dios estaba enojado con ellos, cada una de sus acciones, la totalidad de su comportamiento, así como cada una de sus decisiones y elecciones fueron claras y sencillas a la vista de Dios. El corazón de Dios cambió de acuerdo a su comportamiento. ¿Cuál era el estado de ánimo de Dios en ese mismo momento? La Biblia te puede responder esa pregunta. Tal como se registra en las Escrituras: ‘Y Dios vio sus obras que ellos se habían arrepentido de su maldad; y Dios se arrepintió del mal que Él había anunciado para ellos y no lo cumplió’. Aunque Dios cambió de opinión, no había nada complejo sobre Su estado de ánimo. Simplemente pasó de expresar Su enojo a calmarlo, y después decidió no traer la catástrofe sobre la ciudad de Nínive. La razón por la que la decisión de Dios —salvar a los ninivitas de la catástrofe— fue tan rápida es que Dios observó el corazón de cada persona de Nínive. Vio lo que tenían en las profundidades de sus corazones: su confesión y arrepentimiento sinceros de sus pecados, su creencia sincera en Él, su profundo sentido de cómo sus actos malvados habían enfurecido Su carácter, y el miedo resultante del castigo inminente de Jehová Dios. Al mismo tiempo, Jehová Dios también oyó las oraciones desde las profundidades de sus corazones rogándole que detuviese Su enojo contra ellos para que pudiesen evitar esta catástrofe. Cuando Dios observó todos estos hechos, poco a poco Su ira desapareció. Independientemente de cuán grande había sido anteriormente Su enojo, cuando vio el arrepentimiento sincero en las profundidades de los corazones de estas personas Su corazón fue tocado por esto, y por tanto no quiso traer la catástrofe sobre ellos, y dejó de estar enojado con ellos. En su lugar, continuó extendiendo Su misericordia y tolerancia hacia ellos y continuó guiándolos y proveyendo para ellos”.
Este pasaje demostró que el pueblo de Nínive creía en Dios y podía reconocer Su voz. Cuando escucharon a Jonás decir, “... Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada” (Jonás 3:4). sintieron temor y estremecimiento, comprendiendo que estas palabras eran de Dios, porque sólo Dios posee dicha gran autoridad y poder para destruir una gran ciudad. Ellos conocían perfectamente que su propio comportamiento malvado ya había ofendido al Dios Jehová y Dios los castigaría sin duda alguna. Aun así, no escaparon de esto ni rechazaron a Dios: El pueblo de Nínive desde el rey supremo hasta sus súbditos, todos ayunaron y vistieron cíclico, abandonaron la violencia en sus manos y se esforzaron juntos para arrepentirse y confesión ante Dios Jehová. En ese entonces, la clemencia que Dios tuvo con este pueblo no fue solo por su comportamiento de ponerse cilicio y cenizas y el de no comer o beber nada, pero porque su arrepentimiento no fue superficial ni momentáneo. En él, no había ni el más mínimo disimulo, mucho menos ningún propósito. Dios vio el fondo de los corazones de los Ninivitas y vio su arrepentimiento real. Su sinceridad, conmovió a Dios y así les demostró piedad. De esto, aprendí que lo que Dios mira es nuestros corazones en vez de nuestro comportamiento externo. Dios mira profundamente dentro de nuestros corazones, y además Su piedad para con nosotros tiene principios. Independientemente de cuánto hagamos en apariencia para demostrar nuestro arrepentimiento, si no podemos arrepentirnos sinceramente ante Dios, entonces será imposible que obtengamos Su compasión.
Mirando atrás, yo siempre cometía pecados y luego me arrepentía de ellos. Pero muchas veces, apenas me satisfacía con confesárselos a Dios a cambio de la paz y tranquilidad en mi corazón. Y así, yo pensaba que me había arrepentido sinceramente ante Él. Algunas veces ayunaba y le oraba a Dios, por mis propios actos malvados, pensando que sin duda recibiría Su perdón de esta manera. También, muy a menudo cuando hacia algo que no iba de acuerdo con la verdad, pensaba que mientras evitara hacerlo cuando me enfrentara a cosas la próxima vez, entonces me había arrepentido realmente. Solo luego de haber leído estas palabras hoy, llegué a comprender que estos comportamientos superficiales no representaban el arrepentimiento sincero y por esta razón, a menudo no había obtenido la clemencia de Dios.
Y luego, vi más palabras en el libro, “Este ‘camino de maldad’ no se refiere a un puñado de actos malvados, sino a la fuente de mal detrás del comportamiento de las personas. ‘Arrepentirse de sus caminos de maldad’ significa que aquellos en cuestión nunca cometerían estos actos de nuevo. En otras palabras, nunca se comportarán de esa forma malvada de nuevo; el método, la fuente, el propósito, la intención y el principio de sus acciones han cambiado todos; nunca más usarán esos métodos y principios para traer disfrute y felicidad a sus corazones. El ‘despojarse’ en ‘despojarse de toda la violencia de sus manos’ significa deponer o desechar, romper totalmente con el pasado y nunca volver atrás. Cuando el pueblo de Nínive abandonó la violencia que había en sus manos, esto demostraba y representaba su arrepentimiento verdadero. Dios observa los exteriores de las personas así como sus corazones. Cuando Dios observó el arrepentimiento verdadero en los corazones de los ninivitas sin dudarlo y también observó que habían dejado sus caminos malvados y abandonado la violencia que había en sus manos, cambió de opinión. Es decir, la conducta y el comportamiento de estas personas, sus diversas formas de hacer las cosas, así como su verdadera confesión y arrepentimiento de los pecados en su corazón, provocaron que Dios cambiase Su opinión, Sus intenciones, se retractase de Su decisión y no los castigase ni destruyese. Así pues, las personas de Nínive consiguieron un final diferente. Redimieron sus propias vidas y al mismo tiempo obtuvieron la misericordia y tolerancia de Dios, punto en el cual Dios también retrajo Su ira”. Ahora, mi entendimiento del arrepentimiento verdadero de los Ninivitas ante Dios había aumentado de nuevo. El arrepentimiento verdadero no solo se refiere al arrepentimiento mostrado con palabras, ni teniendo un comportamiento aparentemente piadoso. Tampoco significa el de abstenernos de ciertas acciones malvadas. Más bien significa que podemos reflexionar sobre la causa fundamental de nuestras acciones nocivas—nuestras intenciones y propósitos para hacer las cosas, tanto como los principios de nuestras acciones, y luego conociendo estas cosas, podemos abandonarlas totalmente. Solo entonces nos hemos arrepentido sinceramente. Por ejemplo, cuando nos arrepentimos ante Dios después de cometer pecados, podemos reflecionar qué fue lo que nos ocasionó cometer la maldad y una vez conociendo que fue debido a nuestras intenciones equívocas, los motivos de hacer esas cosas, y los principios de las acciones, las podemos cambiar rápidamente, dejar de hacer las cosas por con estos pensamientos más y comportarse de acuerdo con las exigencias de Dios en todo. Solo así se arrepiente uno sinceramente y Dios verá eso. Y la gente así también recibirán la misericordia de Dios y será aceptado y bendecido por Él, así como lo hizo el pueblo de Nínive.
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