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Evangelio de hoy | Mateo 12:1

¿Por qué permitió el Señor Jesús que Sus discípulos arrancaran las espigas para comer en el día de reposo?

“Por aquel tiempo Jesús pasó por entre los sembrados en el día de reposo; sus discípulos tuvieron hambre, y empezaron a arrancar espigas y a comer” (Mateo 12:1).
Anteriormente, cuando leí esta escritura, siempre me pregunté: ¿Por qué el Señor Jesús eligió salir fuera en el día de reposo? ¿Y por qué permitió Él que Sus discípulos arrancaran las espigas para comer cuando pasaban por los sembrados? Las leyes estipulaban que la gente tenía que dejar de trabajar para adorar a Dios en el día de reposo y no se les permitía salir casualmente ni participar en actividades. Por lo tanto, para los fariseos, lo que el Señor Jesús hizo parecía violar las leyes. Pero ¿por qué el Señor Jesús hizo esas cosas en el día de reposo? ¿Qué quería el Señor decirle a la gente en ese momento al hacer esas cosas?
Después, discutí este asunto con los hermanos y hermanas en el Señor. Gracias al liderazgo y la guía del Señor, finalmente descubrimos la verdad: antes de que el Señor Jesús se encarnara como el Hijo del Hombre para llevar a cabo Su obra, Dios siempre había guiado a la humanidad por el camino de la obra del Espíritu Santo. Todos, excepto Moisés y otros profetas que podían recibir directamente las revelaciones de Jehová Dios, eran incapaces de entender directamente la voluntad de Dios y sus requerimientos del hombre. Por lo tanto, Dios usó a Moisés para establecer leyes. La importancia de que Dios estableciera y decretara las leyes fue transmitir Su voluntad y demandas a la humanidad de esa época, haciéndoles saber a las personas que si podían acatar las leyes y los mandamientos obtendrían sus bendiciones, y si las violaban, serían castigados. A través de las leyes y los mandamientos, Dios guió a la gente a vivir en la tierra de una manera razonable y ordenada, e hizo que la gente alcanzara el verdadero temor de Dios mientras acataba las leyes y los mandamientos. De esta manera, la humanidad, corrompida por Satanás, nunca podría ser devorada por el pecado, sino que viviría la vida normal del hombre bajo las restricciones de la ley.
Después de que Dios se hiciera carne para obrar entre los hombres, Él puede pronunciar directamente Su voz para proveer todo lo que el hombre necesita, y así Él puede expresar directamente Su voluntad y demandas al hombre. Por ejemplo, no importa cuántos problemas difíciles tuvieran los discípulos y las personas que seguían al Señor Jesús, ellos podrían buscar directamente al Señor, entonces Él resolvería sus problemas en cualquier momento según sus necesidades prácticas, o señalaría las maneras para practicar, directamente y claramente. Porque cada palabra hablada por el Señor Jesús, todo lo hecho por Él y cada exigencia del hombre hecha por Él, todo venía de Dios mismo. Así como dijo el Señor Jesús: “[...] Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; [...]” (Juan 14:6). Por lo tanto, ¿existe alguna necesidad de que Dios mismo se aparezca al hombre y obre sobre la base de las letras y doctrinas de la ley? ¿Y puede Él estar sujeto al tiempo, al espacio y a las limitaciones geográficas, o a los conceptos e imaginaciones del hombre? Así, el Señor Jesús salió en el día de reposo y permitió que sus discípulos arrancaran las espigas de maíz para comer cuando tenían hambre; esto mostró precisamente a la humanidad de esa época que Su llegada ya había terminado la Era de acatar la ley y que Él había comenzado Su nueva obra de la Era de la Redención.
La obra del Señor Jesús en aquella época no se ajustaba a los conceptos del hombre, pero aquellos que verdaderamente creían en Dios y amaban la verdad, como Pedro, Juan, etcétera, pudieron romper la esclavitud y la restricción de sus conceptos e imaginaciones, confirmaron al Señor por Su obra y Sus palabras, y fueron firmes en seguirlo y testificar para Él. Sin embargo, los principales sacerdotes judíos, escribas y fariseos, no sólo se negaron a buscar la verdad en la obra y las palabras del Señor, sino que condenaron al Señor Jesús por no obedecer las leyes y mandamientos según las palabras y doctrinas de la ley y, así, se opusieron a la nueva obra de Dios. En realidad, los fariseos sólo creían en Dios de palabra. Ellos creían en el Dios dentro de sus propios conceptos e imaginaciones y en el Dios que confinaban a las letras en las escrituras. En su opinión, Dios sólo podía ser el Dios que estableciera leyes; Su obra tenía que estar limitada dentro de la ley; si la obra iba más allá de la ley, entonces no era la obra de Dios. Sus conceptos eran decadentes, necios y obstinados y, además, sus naturalezas eran tan arrogantes y presumidas que preferían morir a buscar y ceder a la verdad. Como consecuencia, crucificaron al Señor Jesús que vino a redimir a la humanidad, cometiendo un crimen atroz. Como es bien sabido, el Señor Jesús denunció siete males contra ellos y los abandonó y eliminó completamente. Está claro que la obra de Dios es siempre nueva y nunca vieja. Quien busque y obedezca la verdad y se mantenga al tanto de la obra de Dios, será objeto de Su salvación; mientras que cualquiera que falle en mantenerse al tanto de los pasos de la obra de Dios y que todavía se aferre a sus conceptos e imaginaciones para condenar y resistir a Dios, pertenece a la calaña de los fariseos, que son todos expuestos y eliminados por la obra de Dios. Esta es una lección histórica y una amonestación que los tiempos modernos y la gente del mañana deben tener en cuenta.


(Traducido del original en inglés al español por Xinia Arias Quirós)
Recomendación:



Música Cristiana | Cómo buscar las huellas de Dios

I Ya que estamos buscando las huellas de Dios, debemos buscar la voluntad de Dios, buscar Sus palabras y Sus declaraciones, buscar Sus palabras y Sus declaraciones. Porque donde están Sus nuevas palabras, ahí está Su voz, la voz de Dios. Porque donde están las huellas de Dios, ahí están Sus hechos, los hechos de Dios. Donde está la expresión de Dios, ahí está la aparición, la aparición de Dios. Donde está la aparición de Dios, ahí existe la verdad, el camino y la vida. II Mientras buscabais Sus huellas, ignorasteis las palabras “Dios es la verdad, el camino y la vida”. Por lo que, cuando muchas personas reciben la verdad, no creen que han encontrado las huellas de Dios, y mucho menos reconocen la aparición de Dios. ¡Qué grave error es este! Su aparición no se puede reconciliar con las concepciones del hombre, y mucho menos aparecer por orden del hombre. Cuando hace Su obra, Él toma Sus decisiones, toma Sus decisiones y hace Sus propios planes; además, Él tiene Sus propios objetivos, Sus propios métodos, Sus propios métodos. No es necesario que discuta con los hombres cuando Él hace Su obra, que busque el consejo del hombre, y mucho menos notificar a todo el mundo. Ese es el carácter de Dios, todos lo deben de reconocer. III Si queréis ser testigos de la aparición de Dios, si queréis seguir las huellas de Dios, entonces debéis primero trascender vuestras opiniones. No debéis demandar que Dios haga esto o aquello, mucho menos debéis situarlo dentro de vuestros confines, o limitarlo a vuestras opiniones. En cambio, debéis preguntar cómo debéis buscar las huellas de Dios, y aceptar Su aparición, y cómo os debéis someter a la nueva obra de Dios. Eso es lo que el hombre debe hacer, lo que el hombre debe hacer. Ya que el hombre no es la verdad, no está en posesión, en posesión de la verdad, el hombre debe buscar, aceptar y obedecer. Ya que el hombre no es la verdad, no está en posesión, en posesión de la verdad, el hombre debe buscar, aceptar y obedecer. El hombre debe buscar, aceptar y obedecer. De “La Palabra manifestada en carne”

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

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