A la Biblia también se la denomina Antiguo y Nuevo Testamento. ¿Sabéis a qué se refiere “testamento”? El “testamento” en el Antiguo Testamento procede del pacto de Jehová con el pueblo de Israel cuando mató a los egipcios y salvó a los israelitas de Faraón. Por supuesto, la prueba de este pacto fue la sangre del cordero embadurnada en los dinteles, por medio de la cual Dios estableció un pacto con el hombre, en el que se estableció que todos aquellos que tuvieran sangre de cordero en la parte superior y los lados del marco de la puerta eran israelitas, el pueblo escogido de Dios, y Jehová los salvaría (porque Jehová estaba a punto de matar a todos los hijos primogénitos de Egipto y a los primogénitos de las ovejas y el ganado). Este pacto tiene dos niveles de significado. Jehová no salvaría a nadie del pueblo o del ganado de Egipto; mataría a todos sus hijos primogénitos y a los primogénitos de ovejas y ganado. Por tanto, en muchos libros de profecía se predijo que los egipcios serían duramente castigados como consecuencia del pacto de Jehová. Este es el primer nivel de significado del pacto. Jehová mató a los primogénitos de Egipto y a los de su ganado, y salvó a todos los israelitas, lo que significa que Él apreciaba a todos los que eran de la tierra de Israel, y los salvaría a todos; Él deseaba hacer una obra a largo plazo en ellos, y estableció el pacto con ellos usando sangre de cordero. Desde ahí en adelante, Jehová no mataría a los israelitas, y dijo que serían para siempre Sus escogidos. Entre las doce tribus de Israel, emprendería Su obra para toda la Era de la Ley, abriría todas Sus leyes a los israelitas, y elegiría entre ellos profetas y jueces, y estarían en el centro de Su obra. Jehová hizo un pacto con ellos: a no ser que la era cambiara, Él sólo obraría entre los escogidos. El pacto de Jehová era inmutable, porque se hizo en sangre, y se estableció con Su pueblo escogido. Más importante es que Él había escogido un ámbito y un objetivo apropiados por medio de los cuales emprender Su obra para toda la era, y por tanto el pueblo vio el pacto como especialmente importante. Este es el segundo nivel de significado del pacto. Con la excepción del Génesis, que fue antes del establecimiento del pacto, todos los demás libros del Antiguo Testamento registran la obra de Dios entre los israelitas después del establecimiento del mismo. Por supuesto, hay relatos ocasionales de los gentiles, pero en general, el Antiguo Testamento registra la obra de Dios en Israel. Debido al pacto de Dios con los israelitas, los libros escritos durante la Era de la Ley se llaman el “Antiguo Testamento”. Se llaman así por el pacto de Jehová con los israelitas.
El Nuevo Testamento se llama así por la sangre derramada por Jesús en la cruz y Su pacto con todos aquellos que creyeron en Él. El pacto de Jesús fue este: las personas no tenían sino que creer en Él para que Su derramamiento de sangre perdonara sus pecados, y así serían salvos, nacerían de nuevo a través de Él, y ya no serían más pecadores; las personas no tenían sino que creer en Él para recibir Su gracia, y no sufrirían en el infierno tras su muerte. Todos los libros escritos durante la Era de la Gracia llegaron después de este pacto, y todos registran la obra y las declaraciones contenidas en él. No van más allá de la salvación de la crucifixión del Señor Jesús o del pacto; son todos libros escritos por los hermanos en el Señor que tuvieron experiencias. Así pues, estos libros también se llaman así por un pacto: se llaman el Nuevo Testamento. Estos dos testamentos incluyen sólo la Era de la Gracia y la de la Ley, y no tienen relación con la era final. Por tanto, la Biblia no tiene un gran uso para las personas presentes de los últimos días. Como máximo, sirve como una referencia provisional, pero básicamente tiene un valor de uso pequeño. Sin embargo, las personas religiosas siguen valorándola mucho. No conocen la Biblia; sólo saben cómo explicarla, y fundamentalmente no son conscientes de sus orígenes. Su actitud hacia la Biblia es: todo en ella es correcto, no tiene imprecisiones o errores. Como han determinado que es correcta, y sin error, la estudian y examinan con gran interés. La etapa actual de la obra no se predijo en la Biblia. Nunca se mencionó la obra de conquista en el más oscuro de todos los lugares, porque esta es la última obra. Como la era de la obra es diferente, ni siquiera el propio Jesús sabía que esta etapa de la obra se realizaría durante los últimos días; ¿cómo podrían, entonces, las personas de los últimos días examinar la Biblia para descubrir esta etapa de la obra?
La mayoría de los que explican la Biblia emplean inferencias lógicas, y no tienen un trasfondo real. Simplemente emplean la lógica para suponer muchas cosas. Porque, año tras año, nadie se ha atrevido a diseccionar la Biblia, o decirle “no”, porque este libro es el libro sagrado, y las personas lo adoran como a Dios. Esto ha sido así durante varios miles de años. Dios no ha prestado atención, y nadie ha descubierto la historia interior de la Biblia. Decimos que valorar la Biblia es adoración a ídolos, pero ninguno de esos devotos creyentes se atreve a verlo así, y replicarán: “¡Hermano! No digas eso, ¡es horrible! ¿Cómo puedes blasfemar contra Dios?”. Seguidamente, adoptarán una expresión dolida: “Oh misericordioso Jesús, Señor de la salvación, te ruego que perdones sus pecados, porque Tú eres el Señor que ama al hombre, y todos hemos pecado; por favor muéstranos gran compasión, amén”. Así de “piadosos” son; ¿cómo iba a ser fácil para ellos aceptar la verdad? Que tú digas algo tan absurdo los asustará mucho. Nadie se atrevería a pensar que la Biblia podría estar manchada con ideas y conceptos humanos, y nadie puede ver este error. Parte de lo que hay en la Biblia es experiencia y conocimiento humanos; otra parte es inspiración del Espíritu Santo, y también está la adulteración del intelecto y el pensamiento humanos. Dios nunca ha interferido en estas cosas, pero existe un límite: estas no pueden exceder el pensamiento normal de las personas y, si lo hacen, están interfiriendo en la obra de Dios y la están interrumpiendo. Aquello que exceda al pensamiento normal de las personas es la obra de Satanás, porque despoja a las personas de sus deberes; esta es la obra de Satanás y es dirigida por Satanás; y en este momento el Espíritu Santo no te permitirá actuar de esa forma. En ocasiones, algunos hermanos y hermanas preguntan: “¿Es correcto que yo obre de tal o cual forma?”. Miro su estatura y digo: “¡Está bien!”. También hay algunas personas que dicen: “Si obro de esta o aquella forma, ¿es mi estado normal?”. Y Yo digo: “¡Sí! Es normal, ¡especialmente normal!”. Otros preguntan: “¿Es correcto que yo obre así?”. Y Yo digo: “¡No!”. Ellos inquieren: “¿Por qué es correcto para él y no para mí?”. Y Yo replico: “Porque lo que estás haciendo viene de Satanás, perturba, y la fuente de tus motivaciones es anormal”. También hay ocasiones en las que la obra no ha llegado lo suficientemente lejos, y los hermanos y hermanas no saben. Algunos me preguntan si es correcto obrar de esa forma, y cuando veo que sus acciones no interrumpirán la obra del futuro, les digo que está bien. La obra del Espíritu Santo da a las personas una perspectiva; las personas no tienen que seguir los deseos del Espíritu Santo al pie de la letra, ya que poseen un pensamiento y una debilidad normales, y tienen algunas necesidades carnales, problemas reales, y en su cerebro hay pensamientos que básicamente no tienen medios para controlar. Todo lo que pido de las personas tiene un límite. Algunos creen que Mis palabras son ambiguas, que les estoy indicando que actúen de cualquier modo; esto se debe a que no entendéis que existe una perspectiva adecuada a Mis exigencias. Si fuera como tú imaginas —si pusiera las mismas exigencias a todas las personas sin excepción, y requiriera de ellos que alcanzaran la misma estatura—, eso no funcionaría. Es pedir lo imposible, y es el principio de la obra humana, no de la de Dios. La obra de Dios se lleva a cabo de acuerdo a las circunstancias reales de las personas, y se basa en su calibre innato. Este es también el principio de la difusión del evangelio: Debes proceder lentamente, dejando que la naturaleza siga su curso; solo cuando le digas la verdad claramente a alguien esa persona entenderá, y sólo en ese momento podrá dejar de lado la Biblia. Si Dios no hiciera esta etapa de la obra, ¿quién sería capaz de romper con lo convencional? ¿Quién podría realizar la nueva obra? ¿Quién sería capaz de encontrar una nueva senda fuera de la Biblia? Como los conceptos tradicionales y la ética feudal de las personas son tan indignantes, no tienen capacidad de desprenderse de estas cosas por sí mismas ni tienen la valentía de hacerlo. Eso, por no decir nada de cómo las personas de hoy han sido capturadas por unas pocas palabras muertas en la Biblia, palabras que han tomado posesión de sus corazones. ¿Cómo podrían estar dispuestos a entregar la Biblia? ¿Cómo podrían aceptar tan fácilmente un camino que está fuera de ella? Así son las cosas, a no ser que hables claramente de la historia interior de la Biblia y los principios de la obra del Espíritu Santo, de forma que todas las personas se convenzan por completo, lo cual es totalmente necesario. La razón es que, en la religión, todo el mundo venera la Biblia, y la adora como a Dios; también intentan contenerle dentro de ella, y hasta se da el caso de que sólo logran sus objetivos cuando han clavado a Dios en la cruz una vez más.
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