Aunque nuestros pecados habían sido perdonados y fuimos salvos por la gracia, inevitablemente, aún pecamos frecuentemente y estamos atados por las cadenas del pecado. El Señor Jesús dijo: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21). “[...] seréis, pues, santos porque yo soy santo” (Levítico 11:45). De aquí, podemos ver que no podemos entrar en el reino de los cielos aunque nuestros pecados habían sido perdonados, debemos desechar de la naturaleza pecaminosa, ser limpios y seguir la voluntad de Dios, solo así podemos entrarlo. Porque Dios es santo, Él no permite a los que aún pueden cometer el pecado entrar en el reino de los cielos, todo esto se decidido por Su carácter.
Dios Todopoderoso dice: “En ese momento, la obra de Jesús era la redención de toda la humanidad. Los pecados de todos los que creían en Él eran perdonados; mientras creyeras en Él, Él te redimiría; si creías en Él, dejabas de ser un pecador y eras liberado de tus pecados. Esto es lo que significaba ser salvo y ser justificado por fe. Sin embargo, seguía habiendo en quienes creían algo rebelde y opuesto a Dios, y que había que seguir quitando lentamente. La salvación no significaba que el hombre hubiera sido ganado por completo por Jesús, sino que ya no pertenecía al pecado, que sus pecados habían sido perdonados: si creías, ya no pertenecías al pecado”("La Palabra manifestada en carne").
“Antes de que el hombre fuera redimido, muchos de los venenos de Satanás ya fueron plantados dentro de él. Después de miles de años de corrupción de Satanás, el hombre ya tiene dentro de sí una naturaleza que resiste a Dios. Por tanto, cuando ha sido redimido, no es nada más que una redención en la que se le ha comprado por un alto precio, pero la naturaleza venenosa de su interior no se ha eliminado. El hombre que está tan inmundo debe pasar por un cambio antes de ser digno de servir a Dios. Por medio de esta obra de juicio y castigo, el hombre llegará a conocer plenamente la esencia inmunda y corrupta de su interior, y podrá cambiar completamente y ser purificado. Sólo de esta forma puede ser el hombre digno de regresar delante del trono de Dios. [...] Aunque el hombre ha sido redimido y se le han perdonado sus pecados, sólo se considera que Dios no recuerda sus transgresiones y no lo trata de acuerdo con estas. Sin embargo, cuando el hombre vive en la carne y no ha sido liberado del pecado, sólo puede continuar pecando, revelando interminablemente el carácter satánico corrupto. Esta es la vida que el hombre lleva, un ciclo sin fin de pecado y perdón. La mayoría de los hombres pecan durante el día y se confiesan por la noche. Así, aunque la ofrenda por el pecado siempre sea efectiva para ellos, no podría salvarlos del pecado. Sólo se ha completado la mitad de la obra de salvación, porque el hombre sigue teniendo un carácter corrupto”("La Palabra manifestada en carne").
Muchos hermanos y hermanas que realmente creen en el Señor tienen tales problemas: Aunque llevan muchos años creyendo en el Señor, aún viven en el ciclo de pecado y confesión, confesándose al Señor todos los días y queriendo arrepentirse, pero no pueden cambiar. Les preocupa de no poder ver el rostro del Señor sin alcanzar la santidad. Se puede ver que cómo arrepentirse verdaderamente ante Dios es un problema que necesitamos resolver urgentemente. Haga clic en este enlace para compartir y comunicar el camino del verdadero arrepentimiento.
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