¿Que es la encarnacion? | Palabras esenciales sobre los misterios de la encarnación de Dios (2)
Aquel que es Dios encarnado poseerá la esencia de Dios, y Aquel que es Dios encarnado tendrá la expresión de Dios. Haciéndose carne, Dios traerá la obra que pretende hacer, y haciéndose carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida y de señalarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios definitivamente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Si el hombre pretende investigar si es la encarnación de Dios, entonces debe corroborarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, para corroborar si es o no la carne encarnada de Dios y si es o no el camino verdadero, la persona debe discernir basándose en Su esencia. Y, así, a la hora de determinar si se trata de la carne de Dios encarnado, la clave yace en Su esencia (Su obra, Sus declaraciones, Su carácter y muchos otros aspectos), en lugar de fijarse en Su apariencia exterior. Si el hombre sólo analiza Su apariencia exterior, y como consecuencia pasa por alto Su esencia, esto demuestra que el hombre es malévolo e ignorante.
Extracto de ‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”
Dado que Dios se hace carne, Él realiza Su esencia dentro de Su carne de tal manera que Su carne es suficiente para emprender Su obra. Por lo tanto, toda la obra del Espíritu de Dios la reemplaza la obra de Cristo durante el tiempo de la encarnación, y en el corazón de toda la obra a través del tiempo de la encarnación está la obra de Cristo. No se puede mezclar con la obra de ninguna otra era. Y ya que Dios se hace carne, obra en la identidad de Su carne; ya que viene en la carne, entonces termina en la carne la obra que debía hacer. Ya sea el Espíritu de Dios o Cristo, ambos son Dios mismo y Él hace la obra que debe hacer y desempeña el ministerio que debe desempeñar.
Extracto de ‘La esencia de Cristo es la obediencia a la voluntad del Padre celestial’ en “La Palabra manifestada en carne”
La vida y la obra encarnadas de Dios pueden dividirse en dos etapas. Primero es la vida que vive antes de desempeñar Su ministerio. Él vive en una familia humana ordinaria, en una humanidad totalmente normal, obedeciendo la moral y las leyes normales de la vida humana, con necesidades humanas normales (comida, vestido, descanso, refugio), debilidades humanas normales y emociones humanas normales. En otras palabras, durante esta primera etapa Él vive en una humanidad no divina y completamente normal, y se involucra en todas las actividades humanas normales. La segunda etapa es la vida que vive después de empezar a desarrollar Su ministerio. Sigue morando en la humanidad ordinaria con un caparazón humano normal, sin mostrar señal externa alguna de lo sobrenatural. No obstante, Él vive puramente por el bien de Su ministerio y durante este tiempo Su humanidad normal existe enteramente para sostener la obra normal de Su divinidad; y es que, para entonces, Su humanidad normal ha madurado hasta el punto de ser capaz de desempeñar Su ministerio. Por tanto, la segunda etapa de Su vida consiste en llevar a cabo Su ministerio en Su humanidad normal; cuando es una vida tanto de humanidad normal como de divinidad completa. La razón por la que durante la primera etapa de Su vida Él vive en una humanidad completamente ordinaria es que Su humanidad no puede mantener aún a la totalidad de la obra divina, todavía no está madura; solo después de que Su humanidad madura y es capaz de cargar con Su ministerio, es cuando Él puede ponerse a realizar el ministerio que debe llevar a cabo. Como Él, siendo carne, necesita crecer y madurar, la primera etapa de Su vida es la de una humanidad normal, mientras que en la segunda, al ser capaz Su humanidad de acometer Su obra y llevar a cabo Su ministerio, la vida que el Dios encarnado vive durante ese periodo es una tanto de humanidad como de divinidad completa. Si el Dios encarnado hubiera comenzado Su ministerio formal desde el momento de Su nacimiento, realizando señales sobrenaturales y maravillas, entonces Él no tendría una esencia corpórea. Por tanto, Su humanidad existe por el bien de Su esencia corpórea; no puede haber carne sin humanidad y una persona sin humanidad no es un ser humano. De esta forma, la humanidad de la carne de Dios es una propiedad intrínseca de la carne encarnada de Dios. Decir que “cuando Dios se hace carne es totalmente divino y no es en absoluto humano”, es blasfemia, pues esta afirmación simplemente no existe y viola el principio de la encarnación. Incluso después de empezar a llevar a cabo Su ministerio, sigue viviendo Su divinidad en Su caparazón externo humano cuando realiza Su obra; sólo que en ese momento, Su humanidad tiene el único propósito de permitirle a Su divinidad desempeñar la obra en la carne normal. Así pues, el agente de la obra es la divinidad habitando en Su humanidad. Es Su divinidad, no Su humanidad, la que obra, pero esta divinidad está escondida dentro de Su humanidad; en esencia, Su divinidad completa, no Su humanidad, es la que lleva a cabo Su obra. Pero el actor de la obra es Su carne. Se podría decir que Él es un hombre, pero que también es Dios, porque Dios se convierte en un Dios que vive en la carne, con un caparazón y una esencia humanos, pero también con la esencia de Dios. Al ser un hombre con la esencia de Dios, Él está por encima de todos los humanos creados y de cualquier hombre que pueda desarrollar la obra de Dios. Por tanto, entre todos los que tienen un caparazón humano como el suyo, entre todos los que poseen humanidad, solo Él es el Dios mismo encarnado, todos los demás son humanos creados. Aunque todos poseen humanidad, los humanos creados no tienen más que humanidad, mientras que Dios encarnado es diferente. En Su carne, no sólo tiene humanidad sino que, más importante aún, también tiene divinidad. Su humanidad puede verse en la apariencia externa de Su carne y en Su vida cotidiana, pero Su divinidad es difícil de percibir. Como Su divinidad se expresa únicamente cuando Él tiene humanidad y no es tan sobrenatural como las personas lo imaginan, verla es extremadamente difícil para las personas. Incluso hoy es extremadamente difícil que la gente pueda comprender la verdadera esencia del Dios encarnado. Incluso después de haber hablado tanto sobre ello, supongo que sigue siendo un misterio para la mayoría de vosotros. De hecho, este asunto es muy simple: como Dios se hace carne, Su esencia es una combinación de humanidad y divinidad. Esta combinación se llama Dios mismo, Dios mismo en la tierra.
Extracto de ‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
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