Cada etapa de la obra realizada por Dios tiene su propio sentido práctico. En aquel entonces, cuando Jesús vino, era varón, y cuando Dios viene esta vez, es mujer. A partir de esto puedes ver que Dios creó tanto al varón como a la mujer en aras de Su obra y que con Él no hay distinción de género. Cuando Su Espíritu viene, Él puede adoptar cualquier carne que desee y esa carne puede representarlo. Sea varón o mujer, puede representar a Dios mientras sea Su carne encarnada. Si Jesús hubiera aparecido como mujer cuando vino —en otras palabras, si el Espíritu Santo hubiera concebido una niña, y no un niño— esa etapa de la obra se habría completado de todas formas. Si esto hubiera ocurrido, la etapa actual de la obra la hubiera tenido que completar un varón, pero de todas maneras la obra se habría completado. La obra llevada a cabo en ambas etapas es igualmente significativa; ninguna de las dos etapas de la obra se repite ni entra en conflicto con la otra. En aquel momento, cuando Jesús lle