Hace 2000 años, los seguidores del Señor le preguntaron: “Cuál será la señal de tu venida y de la consumación de este siglo?” (Mateo 24:3). El Señor Jesús respondió: “Y habréis de oír de guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado! No os alarméis, porque es necesario que todo esto suceda; pero todavía no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y en diferentes lugares habrá hambre y terremotos. Pero todo esto es solo el comienzo de dolores” (Mateo 24:6-8). Hoy en día, cada vez tienen lugar más desastres en todo el planeta. Se suceden terremotos, epidemias, hambrunas, guerras e inundaciones. A finales de 2019 surgió un nuevo tipo de coronavirus en Wuhan, China. Su velocidad de transmisión es alarmante: en apenas unos meses aparecieron casos en todo el país y China se sumió inmediatamente en el caos. Multitud de provincias, municipios y aldeas están siendo puestos sucesivamente en cuarentena conforme el número de muertes continúa aumentando. Además, el virus se ha propagado a más de 20 países de todo el mundo. Para colmo, entre septiembre de 2019 y enero de 2020, los incendios forestales en Australia destruyeron más de 5900 edificios y mataron más de mil millones de animales. En enero de 2020, dicho continente se vio azotado por la mayor lluvia torrencial en un siglo, la cual provocó unas inundaciones que mataron muchos animales de agua dulce. Ese mismo mes, decenas de miles de personas se quedaron sin hogar a consecuencia de las inundaciones en Indonesia. También tuvieron lugar la erupción de un volcán en Filipinas, la peor plaga de langostas en África en 25 años y un terremoto de magnitud 6,4 en Sinkiang… La lista es interminable. Se han cumplido las profecías bíblicas de la venida del Señor. Es lógico pensar que el Señor ha regresado. Entonces, ¿por qué aún no hemos recibido Su venida? ¿No nos sumiremos en la gran tribulación si esto continúa? ¿Y qué deberíamos hacer para recibir la venida del Señor?
¿Cómo vendrá el Señor?
Muchas personas han leído estas palabras en la Biblia: “He aquí, viene con las nubes” (Apocalipsis 1:7). “Verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria” (Mateo 24:30). Tienen por seguro que el Señor vendrá con las nubes. Sin embargo, ¿por qué no hemos contemplado esa visión todavía? ¿Es este el único medio por el que vendrá el Señor? En realidad, hemos pasado por alto una cosa importante acerca de la venida del Señor. En las Escrituras también se profetiza una venida de Dios en secreto, como en: “He aquí, vengo como ladrón” (Apocalipsis 16:15). “Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’” (Mateo 25:6). “Por eso, también vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre” (Mateo 24:44). “Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:24-25).
Las referencias de las Escrituras a “como ladrón” y “a medianoche se oyó un clamor” indican que, cuando el Señor regrese en los últimos días, lo hará silenciosamente, en secreto. ¿Y a qué se refiere “Hijo del Hombre”? Sin duda, un “Hijo del Hombre” nace de una persona, con una madre y un padre, y de carne y hueso. El Señor Jesús, por ejemplo, se encarnó en la imagen de una persona normal que vive entre los hombres. Por tanto, vemos que “Hijo del Hombre” alude a Dios encarnado; el Espíritu no puede denominarse Hijo del Hombre. Además, las Escrituras también dicen que “Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación”. Este pasaje de las Escrituras deja claro que, cuando el Señor regrese, soportará mucho sufrimiento y será rechazado por esta generación. Todos sabemos que Dios solamente podría ser rechazado al encarnarse en el Hijo del Hombre, ya que Dios encarnado es demasiado corriente y la gente no lo conoce; lo considera una persona corriente y, en consecuencia, Él sufre grandes penalidades. No obstante, si el Señor se apareciera al hombre como Espíritu, todos los hombres, fueran buenos o malos, creyentes o incrédulos, e incluso opositores a Dios, caerían en tierra ante Él en adoración, pues ¿quién podría rechazar a Dios entonces? ¿Y cómo habría de sufrir Dios? Esto demuestra que el Señor de los últimos días se aparece a la humanidad como Hijo encarnado del Hombre.
Hoy en día los desastres ocurren con frecuencia en todo el mundo, todavía no pasa la pandemia, llegará la hambruna. Al ver estas señales de los últimos tiempos, todos prevemos que el Señor ha regresado, pero ¿dónde aparece el Señor? ¿Cómo debemos buscar las huellas de Dios? Haga clic en medios de contacto abajo para unirse a nosotros, vamos a buscar juntos las huellas de Dios para asistir al banquete del Cordero.
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