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Estudiar la Biblia | Devocionales cristianos "La Milagrosa Gracia: Quién Me Salvó a Borde de la Muerte"

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Estudiar la Biblia | Devocionales cristianos "La Milagrosa Gracia: Quién Me Salvó a Borde de la Muerte"




El sol salía al Este iluminando cada rincón de la tierra. Los sauces habían brotado. En un jardín, las coloridas flores emanaban una fragancia delicada. Y también había dos bancos de piedra. Anjing y Li Nuo, estaban sentados en ellos y conversando.


Li Nuo le preguntó a Anjing: “Hermana, escuché que habías tenido una piedra en la vesícula con anterioridad. Es sumamente difícil curar esta enfermedad y muchas personas han muerto por ello, pero te curaste milagrosamente, yo creo que debiste haber visto la obra milagrosa del Señor. ¿Puedes compartir tu experiencia conmigo?”
Las palabras de Li Nuo desataron los recuerdos lejanos de Anjing. Anjing dijo pensativamente: “Si, si el Señor no hubiese llevado a cabo Su maravillosa salvación, no estuviese viviendo en la actualidad”.
Recuerdo que fue un día en 1998, que me dio un dolor repentino en el estómago. Al principio, yo no pensé nada del mismo y pensaba que si tomaba algunas pastillas para el dolor, estaría bien. Sin embargo, más tarde, en realidad no pude soportar el dolor. Así que mi esposo me llevó al hospital apresuradamente para hacerme un examen Doppler a color. Al recibir los resultados, me informaron que mi vesícula estaba llena de piedras, la más grande media 2.8 mm y lo peor de todo, fue que estas piedras no podían removerse operándolas o con cirugía láser; así que solamente podía tomar medicinas. Cuando escuché los resultados, mi cabeza comenzó a retumbar y se oscureció todo delante de mí sintiendo mis piernas débiles. Aunque mi esposo me consolaba sin cesar, aun me sentía muy asustada y pensé: Hace unos cuantos días, nuestro vecino murió de este mal en su mejor momento. Además, estoy seriamente enferma y tengo tantas piedras en mi vesícula; ¿si solamente tomo medicinas, como puedo estar bien? ¿No estoy esperando la muerte? Mi hija es tan joven; ¿Qué le pasará a ella cuando me haya muerto? Mientras más pensaba, más me asustaba. Sentí que podría morir en cualquier momento.
Mis familiares estaban muy ansiosos después de haberse enterado de mi enfermedad. Escucharon que un hospital militar especialmente conocido en la ciudad de Shen Yang y me sugirieron que viese un doctor allá. Al saberlo, me dio un poquito de esperanza en mi corazón. Entonces, fui a ese hospital con mi esposo. Pero el resultado fue el mismo. Los doctores nos dijeron: “No tienes ninguna otra opción, pero tomarte las medicinas, sin importar a cuál hospital vayas. Nosotros solo podemos sacarte la vesícula si nos vemos obligados a hacerlo. Pero no podemos estar seguros de que la piedra en la vesícula se extienda hacia tus vías biliares. Una vez que suceda, no habrá nada que podamos hacer”. Después de haber escuchado esas palabras, me sentí tan desanimada como si me hubiese impactado un relámpago. Durante los días siguientes, lloré todos los días y tuve terribles dolores de estómago frecuentes. Cuando no pude más, en realidad quise golpear la pared. Mi esposo no tenía el corazón para verme sufrir con este tipo de dolor, así que fue a todos lados buscando doctores y remedios para mí. Sin embargo, después de un periodo de tiempo, mi enfermedad empeoraba continuamente. Cada vez que me enfermaba, me tenían que dar Demerol para el dolor. Estaba atormentada como si me hubiesen hecho trizas y así baje de más de 130 a 100 libras de peso.
Luego, un compañero de clases de mi esposo nos llamó y nos dijo que su padre era un cirujano principal prestigioso en Japón y vino todo el camino hasta aquí sólo por mi enfermedad. Así que mi esposo me llevó a ver a ese doctor, pero tampoco me curó. En ese momento, me sentía completamente desesperada. Incluso el especialista no podía hacer nada por mí, y parecía que mi enfermedad realmente no podía curarse. Entonces vivía desesperada y en agonía todos los días
Cuando las capacidades del hombre terminan, es donde Dios comienza. Así como no tenía ninguna esperanza, la salvación del Señor llegó a mí en el momento justo.
Desde que enfermé, me negué a salir. Sin embargo, un día, repentinamente quise hacerle una visita a mi tío quien vivía detrás de nosotros. Entre en la casa y vi dos mujeres a quienes no conocía. Mi tía me las presentó y me dijo: “Has venido en el momento justo. Estas son las hermanas quienes me hablaron sobre creer en el Señor Jesús. Me están dando un testimonio de la gracia del Señor: El Señor Jesús fue crucificado para salvar a los pecadores; Él perdona los pecados del hombre, otorga gracia en abundancia sobre él y sana su enfermedad y todo aquel que cree en el Señor, tiene paz y alegría. Jing, esa enfermedad te ha torturado tanto. Porque no solo crees en el Señor”.
Sacudí mi cabeza con una sonrisa y no dije nada. En ese momento, una de las dos hermanas me dijo pacientemente: “El Señor le da al hombre gracia abundante. Él puede resucitar a los muertos, sanar a los leprosos y hacer que un ciego vea y un invalido camine. A una hermana le diagnosticaron estar en la fase avanzada de cáncer pulmonar. Como ella creía en el Señor Jesús, ella había estado orando sinceramente, confesando su pecado y arrepintiéndose. El Señor escuchó sus plegarias y finalmente sanó. Al escuchar sus palabras, pensé: ¿Realmente es tan milagroso? Pero luego lo pensé de nuevo detenidamente: Me he estado muriendo y solo me quedan varios días de vida. Sería muy bueno si pudiese curarme después de creer en el Señor. Por lo tanto, prometí creer en el Señor con ellas.
De ahí en adelante, cada vez que había una reunión, las hermanas venían a alimentarme y apoyarme y enseñarme cánticos. Durante las reuniones, ellas oraban sinceramente por mí. Su amor me conmovió. Entonces fui ante el Señor y oré: “¡Oh mi Señor! Tengo pecados y estoy dispuesta a venir ante Ti para arrepentirme de mis pecados. Te pido perdón por mis pecados. Oh mi Señor, Tú tienes el poder y eres un gran doctor. Puedes crear algo de la nada y hacer que algo se convierta en nada. Entrego mi enfermedad en Tus manos. Que Dios me cure y me libere del dolor”. Con eso, me sentí sumamente liberada.
Un día, de nuevo tuve un dolor leve en el estómago. Pensé para mis adentros: ¿No dicen que mientras creas en el Señor y le ores a Él para arrepentirte de tus pecados, el Señor me sanaría? ¿Por qué entonces me estoy enfermando nuevamente? Cuando dudes, recordé lo que mi hermana había dicho en la reunión: “Debemos creer en el Señor con sinceridad, no duden”. En efecto, el Señor es fiel. ¿Cómo podía dudar en Él? Estaba consciente de que mi propia posición no era la correcta, y me apresure a orar: “¡Oh, mi Señor! Estoy equivocada. No debería dudar de Ti y tener poca fe. ¡Oh mi Señor! Cualquiera que sea mi enfermedad, estoy dispuesta a dar mi vida y muerte a Ti. Si me curo, te doy gracias a Ti; si no, aun mantengo mi fe en Ti”. Después de orar, mi dolor de estómago se alivió un poco.
Anteriormente, me enfermaba cada ocho o diez días. Durante el ataque solo me podían dar Demerol para el dolor. Ya que estaba dispuesta en depender del Señor, el dolor ha cesado bastante y ya no necesité del Demerol más. Así que, tenía más fe en el poder del Señor. Era exactamente como el Señor Jesús decía: “... Por vuestra poca fe; porque en verdad os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: ‘Pásate de aquí allá’, y se pasará; y nada os será imposible” (Mateo 17:20). El Señor es Todopoderoso. Cualquier cosa que la gente piense que es imposible, todo puede ser ejecutado por Dios. Durante mi enfermedad, me di realmente cuenta, que estando al borde de la muerte, no importa cuán bueno fuese el hospital y no importa cuán famoso fuese el doctor, ninguno de los dos podía cambiar el destino. Pero cuando dependí sinceramente del Señor, Su poder me fue revelado: Mi dolor se aliviaba constantemente.
Después, continué orando todos los días, asistía activamente a las reuniones y difundía el evangelio. Tenía algo en que apoyarme en mi corazón, así que mi estado de ánimo mejoró y mi vida estaba repleta de esperanzas. Mi tristeza desapareció y más bien, mi cara brillaba todos los días. Nunca imaginé que después de cierto tiempo, mi enfermedad se curó milagrosamente.
A través de esta experiencia, verdaderamente sentía la misericordia y salvación de Dios y vi las obras milagrosas del Señor. Luego de mi recuperación completa, prediqué el evangelio del Señor a mis familiares en mi entorno. Mi suegra difundió una señal: “¡El señor es realmente muy omnipotente, Su amor es tan grande! Después de eso, uno por uno, mis suegros y mi madre creyeron en el Señor. Les prediqué el evangelio del Señor a mis familiares, amistades y vecinos. Algunos de ellos vieron la obra del Señor en mí y entonces también creyeron en Él. De esta manera, uno convirtió a diez y diez convirtieron a cien. Finalmente, una iglesia se estableció.
Contando con la gracia de Dios, he sentido que Su amor está conmigo y que Dios es mi única seguridad. Como dicen las canciones de David: “Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento” (Salmos 23:4). Fue el Señor quien me salvó del borde de la muerte. Gracias a Dios por salvarme.
Li Nuo dijo con gratitud: “¡Gracias al Señor! Después de haber escuchado tu experiencia, siento que el Señor realmente es Omnipotente. Cuando nos enfermamos, no importa cuan buenos los doctores y los instrumentos médicos sean, son incapaces de curarnos y solo debemos apoyarnos en el Señor”.
Siguieron hablando el uno al otro alegremente. Un pájaro sobre un árbol aleteando, voló hacia el cielo, subiendo y alejándose más y más…
Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.
Fuente del artículo:  Estudiar la Biblia
Leer más sobre predicas cristianas: El amor de Dios me acompañó en mi accidente de auto.



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