Nota del editor: ¿Cómo podemos librarnos de las ataduras del pecado? Creo que a muchos hermanos y hermanas en el Señor les preocupa este problema, y puede que tú mismo lo hayas intentado muchas veces, pero hayas fracasado a la hora de deshacerte de los grilletes del pecado. El autor del siguiente artículo tuvo el mismo problema. Pero tras muchos años de búsqueda por fin dio con la raíz de sus pecados y aprendió a deshacerse de ellos.
Al estar atado por los pecados, me sentía confuso y no tenía a dónde dirigirme
Nací en el seno de una familia católica, y a los trece años empecé a estudiar las doctrinas del Catolicismo y fui bautizado. Más tarde vi cómo la fe de algunos de mis amigos de la iglesia se enfriaba cada vez más. Ocupaban su tiempo haciendo dinero y siguiendo las tendencias de este mundo, distanciándose cada vez más del Señor. Al ver esto, sentí que en verdad no era fácil seguir el camino de la cruz y que sin fe en el Señor era imposible entrar en el reino de los cielos. Por lo tanto, decidí consagrar mi vida al Señor y decidí hacerme un cura al servicio del Señor.
A la edad de 22, me interné en un monasterio para estudiar. Todos los días me levantaba a las 5:30 de la mañana, meditaba, rezaba el rosario y alababa al Señor desde las 6 de la mañana; estudiaba la Biblia y las doctrinas del Catolicismo a partir de las 8 y rezaba más de una hora por las noches. Pero tras un tiempo estudiando, no sentía que me estuviera acercando al Señor, todo lo contrario: sentía que ese tipo de vida era aburrido y pesado. Es más, durante ese periodo a menudo surgían en mi mente pensamientos sucios y malvados, y aunque me confesaba y me arrepentía ante el Señor, esos pensamientos aparecían a veces de repente y no era capaz de controlarme. Anteriormente le había prometido al Señor que permanecería casto, sin embargo ahora, quería romper aquella promesa. ¿Acaso esto no era pecar y engañar al Señor? Pero entonces, ¿cómo podría yo entrar en el reino de los cielos? De modo que todos los días le rezaba sin parar al Señor, pidiéndole que me ayudase a librarme de mis pecados y a servirle de todo corazón. Sin embargo, tampoco así logré cambio alguno, lo que me hacía sufrir y sentirme muy ansioso.
Tras diez años de estudio, me gradué. A continuación, y para resolver mi problema, el del deseo de pecar, me fui a Indonesia, a un monasterio recluido para estudios avanzados. Pero seguía sin poder evitar pensar en aquellas cosas impuras. Esto me desanimaba y descorazonaba de manera extrema, de modo que un año más tarde decidí regresar a los Estados Unidos.
Más tarde, la iglesia lo arregló todo para que me fuera a Beijing a cursar más estudios avanzados. Durante el tiempo que estuve estudiando allí, a menudo me acordaba de que durante todos los años que había creído en el Señor, le había estado rezando constantemente y le había pedido que me cambiase, además había estado buscando constantemente establecer una relación con Él. Pero a pesar de aquellos años de esfuerzo, seguía sin tener conocimiento alguno del Señor y mi naturaleza pecaminosa tampoco había sido eliminada. Pensé: “¿Cómo puedo realizar un buen trabajo guiando a mis hermanos y hermanas en la iglesia en tales circunstancias? Si me hago cura, ¿acaso no acabaré arruinándolos?”
Finalizados mis estudios, el obispo vino junto a mí y me dijo que quería consagrarme como cura. Se trataba de un sueño que yo había estado persiguiendo durante años, pero en aquel momento, la pasión y el entusiasmo de antaño se habían esfumado. De modo que rechacé la proposición y decidí ser un creyente normal y corriente. Después de aquello, volví a casa y me casé. Y después pecaba con frecuencia, a menudo perdía la paciencia y me peleaba con mi esposa por tonterías. Yo simplemente era incapaz de poner en práctica la paciencia y la tolerancia. Debido a esto, me confesaba a menudo y me arrepentía ante el Señor, pero luego volvía a pecar. Más tarde intenté recuperar mi relación con el Señor acudiendo a más reuniones. Cada vez que había reuniones y clases de preparación en mi iglesia, yo dejaba de lado el trabajo y acudía a ellas. Y aun así, mi problema seguía sin solucionarse.
Debido a que mi espíritu seguía marchitándose y debido a la presión laboral, estaba muy agotado, tanto física como mentalmente. Estaba confuso y no sabía cómo seguir sobre el camino que se extendía ante mí. Era como si me hubiesen arrojado a tierra salvaje. Mi corazón albergaba una desilusión y una impotencia indescriptibles.
La noticia del regreso del Señor me trajo esperanza
Y justo cuando ya no me quedaba más fe sobre la que seguir, la salvación de Dios vino sobre mí y me libró de mi miseria. Un día de enero del 2018, tras asistir a misa, conocí por casualidad al hermano Li. Este me presentó al hermano Liu. A partir de ese momento, cada vez que teníamos algo de tiempo hablábamos sobre nuestras creencias. Yo sentía que ambos tenían un conocimiento único de la Biblia, de modo que disfrutaba hablando con ellos.
En una ocasión, cuando estábamos compartiendo nuestro conocimiento de las escrituras, el hermano Liu dijo: “Un compañero de trabajo mío que conocí en China era piadoso y bueno predicando, pero ahora cree en el Relámpago Oriental. No hace mucho, otros dos compañeros míos del trabajo que acudían conmigo a las reuniones en mi iglesia, también empezaron en creer en ella. ¿Qué tipo de iglesia es el Relámpago Oriental? ¿Por qué se han convertido a ella tantos hermanos y hermanas que buscan la verdad?” Al oír aquello, hice una ligera mueca. Recordé que un devoto administrador de la iglesia que yo había conocido anteriormente también se había aceptado el Relámpago Oriental. Pensé: “¿Qué predican en el Relámpago Oriental? ¿Por qué son capaces de atraer a tantos devotos cristianos? He oído que la gente de esa iglesia siempre está hablando sobre el Apocalipsis. La mayoría de la gente no se atreve a hablar sobre el Apocalipsis; incluso los curas apenas hablan de él. ¿Podría ser que el Espíritu Santo los haya iluminado? ¿Por qué no voy y escucho lo que dice el Relámpago Oriental para ver qué tienen de especial sus sermones? Puede que resulten beneficiosos para mis devociones espirituales y que me ayuden a conocer al Señor”. Pensando de esta manera, se despertó en mí la curiosidad por esta iglesia, de modo que les dije: “¿Por qué no vamos a investigar el Relámpago Oriental y averiguar qué tiene de particular?” Ellos asintieron. Más tarde, el hermano Liu se puso en contacto con algunos hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso y programó una reunión con ellos.
A la hora concertada llegamos al lugar de la reunión. Nada más cruzar la puerta, los hermanos y las hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso, que habían llegado antes, se acercaron a nosotros y nos saludaron cariñosamente. Tras las presentaciones, una hermana puso un vídeo sobre “El origen y el desarrollo de la Iglesia de Dios Todopoderoso”. Tras ver el vídeo, sentí sorpresa: su contenido seguía la línea de la Biblia y revelaba los misterios del Apocalipsis. Un ejemplo: la Biblia dice: “Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:27). Aunque me había pasado años leyendo la Biblia, desconocía lo que las Escrituras querían decir con esto. Tan sólo después de ver el vídeo, entendí que este versículo ha sido completado por la obra de Dios encarnado en los últimos días. Luego un hermano nos puso una película sobre el Evangelio: “La Biblia y Dios”. Tras ver la película, mi espíritu quedó completamente sacudido. Resultó que hay tantísimos misterios con respecto a la Biblia. Sentí que la verdad presentada en la película no podía pronunciarla ningún teólogo o pastor del mundo. Yo había leído muchos libros espirituales y aun así nunca había visto a nadie compartir la producción de la Biblia y su esencia de manera tan clara y explícita. De verdad que obtuve gran alimento con aquello.
A continuación, los tres escuchamos muy atentamente las palabras del hermano Wang. Al oírle decir que Dios está realizando una etapa de la obra del juicio en los últimos días en Su obra, recelé un poco y pensé: “Eso no es verdad. El Señor Jesús ya ha completado Su obra, así que ¿cómo va a hacerse carne para llevar a cabo la obra de juzgar? ¿De qué va todo esto?” Me interesó cada vez más lo que iba diciendo el hermano Wang y quise saber más para confirmar o no que Dios Todopoderoso era el Señor Jesús retornado. Pero se nos había hecho tarde. De modo que concertamos otra cita con ellos para el día siguiente y poder seguir escuchando más. De camino a casa, estuvimos discutiendo lo que se había presentado en los vídeos y yo dije: “En la reunión de hoy he entendido muchas cosas. Siento que me ha acercado al Señor”. Al decirlo, me sentí de alguna manera emocionado y pensé: “Si el Señor realmente ha regresado y está entre nosotros, ¿acaso entonces yo no soy como Pedro, que vivió en la misma época del Señor? Si es así, ¡soy de verdad bienaventurado! Y creo que el Señor va sin duda a ayudarme a solucionar mis problemas”. Con esto en mente, estaba deseando aun más que llegase la reunión del día siguiente.
Se resolvió mi confusión y logré entender por qué Dios hace la obra del juicio y cuál era la raíz de mis pecados
Al día siguiente, salí disparado hacia la reunión nada más acabar de trabajar. Al llegar, vi que los hermanos y hermanas ya me estaban esperando. Me sentí algo incómodo y pasé rápidamente hacia delante y me senté. En ese instante una hermana a la que había conocido el día anterior, me preguntó sonriendo: “¿Qué te pareció la reunión de ayer? Si hay algo que sigues sin entender, no dudes en preguntar. Juntos podemos buscar la respuesta”. Al oír aquella invitación, inmediatamente le pregunté: “Hermana, ayer dijiste que el Señor Jesús ya ha vuelto y que está llevando a cabo la obra del juicio. Pero en la cruz, el Señor Jesús dijo claramente: ‘Todo se ha cumplido’. ¿Acaso no prueba esto que Dios ha cumplimentado Su obra? ¿Por qué sigue necesitando hacer Su obra del juicio? ¿Qué es lo que está pasando de verdad?”
La hermana dijo: “Hermano, crees que cuando el Señor Jesús fue crucificado y dijo antes de expirar ‘Todo se ha cumplido”, eso demuestra que la obra de salvación llevada a cabo por Dios ya había finalizado, y que no habría más trabajo. Pero, ¿esta manera de pensar es realmente la correcta o no? Debatamos sobre ello. Todos sabemos que desde que la humanidad fue corrompida por Satanás, Dios ha estado obrando para salvar a la humanidad. Nos salvará completamente del dominio de Satanás y nos dejará recuperar nuestra santidad original. Pero ahora seguimos viviendo todavía en un estado de pecado y confesión, y aún no hemos alcanzado dicha santidad. Esto muestra que la obra de Dios de salvarnos no se ha completado del todo. De hecho, si estudiamos la Biblia a fondo, no resulta difícil encontrar en ella muchas profecías acerca de la obra del juicio de Dios en los últimos días. Tomemos, por ejemplo, el capítulo 4, versículo 17 en la Primera Epístola de Pedro donde dice: ‘Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios;’ (1 Pedro 4:17). El capítulo 14, versículo 7 del Apocalipsis dice: ‘[...] Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas’. Y el capítulo 16, versículos 12-13 del Evangelio de Juan dice: ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir’. Estos versículos nos muestran que en los últimos días Dios realizará una etapa de la obra del juicio y el Espíritu de la verdad nos guiará hacia la verdad. Leamos algunas de las palabras del Dios Todopoderoso para poder entenderlo mejor”.
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Fuente del artículo: Estudiar la Biblia
Recomendación: Preguntas Cristianas
Leer más sobre la Palabra de Dios: "Tú sólo sabes que Jesús descenderá durante los últimos días, pero ¿cómo lo hará exactamente? Un pecador como alguno de vosotros, que acaba de ser redimido y que no ha sido cambiado o perfeccionado por Dios, ¿puedes ser conforme al corazón de Dios? Para ti, que aún eres del viejo ser, es cierto que Jesús te salvó y que no perteneces al pecado gracias a la salvación de Dios, pero esto no demuestra que no seas pecador ni impuro. ¿Cómo puedes ser santo si no has sido cambiado? En tu interior, estás cercado por la impureza, egoísta y miserable, pero sigues deseando descender con Jesús; ¡tendrías que tener tanta suerte! Te has saltado un paso en tu creencia en Dios: simplemente has sido redimido, pero no has sido cambiado. Para que seas conforme al corazón de Dios, Él debe realizar personalmente la obra de cambiarte y purificarte; si sólo eres redimido, serás incapaz de alcanzar la santidad. De esta forma no serás apto para participar en las buenas bendiciones de Dios, porque te has saltado un paso en la obra de Dios de gestionar al hombre, que es el paso clave del cambio y el perfeccionamiento. Y así, tú, un pecador que acaba de ser redimido, no puedes heredar directamente la herencia de Dios." ("La Palabra manifestada en carne")
Scripture quotations taken from www.LBLA.com . Copyright by The Lockman Foundation.
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