Sólo sabes que el Señor Jesús descenderá sobre una nube, pero ignoras que hay otra forma sobre Su regreso
De hecho, en la Biblia se registra claramente las profecías de que el Señor Jesús descenderá en secreto convirtiéndose en el Hijo del hombre. Leamos las palabras del Señor, Él profetizó con Sus propias bocas: “Vosotros también estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no esperéis” (Lucas 12:40). “Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:27). “Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:24-25). Las palabras “Hijo del hombre” y “el Hijo del Hombre vendrá” mencionadas en las profecías se refieren a Dios encarnado, en otras palabras, el espíritu de Dios se viste de carne convirtiéndose en un hombre para llevar a cabo la obra de Dios. “Hijo del hombre” lo que significa que nace del hombre, tiene el proceso normal de crecimiento humano, y las necesidades básicas de la vida.
Tal como Dios Todopoderoso dice: “Esta vez, Dios viene a hacer la obra no en un cuerpo espiritual, sino en uno muy corriente. No sólo es el cuerpo de la segunda encarnación de Dios, sino también el cuerpo en el que Él regresa. Es una carne muy corriente. En Él, no puedes ver nada que sea diferente de los demás, pero puedes recibir de Él las verdades que nunca antes has oído. Esta carne insignificante es la personificación de todas las palabras de la verdad de Dios, la que emprende Su obra en los últimos días y una expresión de todo el carácter de Dios para que el hombre lo llegue a conocer”.
"‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias’. ¿Habéis oído ahora las palabras del Espíritu Santo? Las palabras de Dios han venido sobre vosotros. ¿Las oís? Dios realiza la obra de las palabras en los últimos días y tales palabras son las del Espíritu Santo, porque Dios es el Espíritu Santo y también puede hacerse carne; por tanto, las palabras del Espíritu Santo, tal como se hablaron en el pasado, son las palabras de Dios encarnado hoy. Hay muchas personas absurdas que creen que ya que habla el Espíritu Santo, Su voz debería hablar desde los cielos para que la gente lo oiga. Cualquiera que piense de esta forma no conoce la obra de Dios. En verdad, las declaraciones habladas por el Espíritu Santo son las habladas por Dios hecho carne. El Espíritu Santo no puede hablar directamente al hombre, ni siquiera en la Era de la Ley habló Jehová directamente al pueblo. ¿Acaso no sería bastante menos probable que lo hiciera en esta era actual? Para que Dios haga declaraciones para llevar a cabo la obra, Él debe hacerse carne, o de lo contrario Su obra no sería capaz de conseguir sus objetivos. Los que rechazan a Dios encarnado son los que no conocen el Espíritu ni los principios por los que Dios obra. Los que creen que ahora es la era del Espíritu Santo, pero no aceptan Su nueva obra, son aquellos que viven en una fe vaga y abstracta. Esas personas nunca recibirán la obra del Espíritu Santo. Los que sólo piden que el Espíritu Santo hable y realice Su obra directamente, y no aceptan las palabras o la obra de Dios encarnado, ¡nunca serán capaces de entrar en la nueva era ni de que Dios les traiga una salvación completa!"
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
Al estudiar cuidadosamente la Biblia, no es difícil encontrar que la profecía bíblica del regreso del Señor se divide de dos maneras: una es que cuando Él descienda públicamente sobre una nube, todos lo verán, y la otra es que Él viene en secreto encarnándose. Entonces, ¿cómo se cumplen las profecías bíblicas de estos dos aspectos? Si desea conocer más, haga clic en el enlace para unirse a nosotros y para discutir y comunicarse con nosotros juntos.
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Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.lbla.com.
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