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Testimonios Cristianos | Juzgar por las apariencias es simplemente absurdo

 Por Kaoshen, Italia

Por el bien de vuestro destino, debéis buscar la aprobación de Dios. Es decir, ya que reconocéis que sois miembros de la casa de Dios, entonces debéis traer tranquilidad mental y satisfacer a Dios en todas las cosas. Debéis, en otras palabras, ser personas de principios en vuestras acciones y que estas se ajusten a la verdad. Si eres incapaz, entonces serás detestado y rechazado por Dios y despreciado por todos. Una vez que te encuentres en una situación como esta, no podrás ser contado entre los que pertenecen a la casa de Dios, que es precisamente lo que significa no ser aprobado por Dios” (‘Tres advertencias’ en “La Palabra manifestada en carne”). A partir de las palabras de Dios vemos que Él requiere que nosotros: actuemos con base en principios y nos apeguemos a la verdad para que podamos obtener Su aprobación y satisfacerle en todas las cosas. En el pasado, yo no hice esto, principalmente porque estaba gobernada por mis emociones y siempre vivía y actuaba de acuerdo con mis sentimientos. Aunque nunca parecía que estuviera haciendo algún mal, mis acciones iban contra los principios de la verdad y esto obstaculizaba la obra de la Iglesia. Sin embargo, después de que Dios me juzgó y me castigó con Sus palabras, comencé a comprender la naturaleza y las consecuencias de actuar de este modo. Entonces pude abordar las cosas con la motivación correcta en lugar de basarme en las emociones y pude poner en práctica las palabras de Dios.

En noviembre pasado, cuando cumplía mi deber como líder de la Iglesia, hubo un sondeo acerca de qué tan bien lo estaba haciendo el líder de grupo de cada lugar de reunión. A partir de las respuestas vi que la hermana Li, que era líder de grupo, siempre era descuidada en su deber y que, si se le señalaba alguna de sus faltas, no solo se negaba a aceptar la verdad, sino que argumentaba. Cuando otras personas tenían dificultades, ella no las ayudaba a través de comunicar la verdad, sino que las sermoneaba de una manera condescendiente y las restringía. Después de leer todo esto, supe que, con base en los principios de selección en la casa de Dios, tenía que ser reemplazada. Sin embargo, éramos de la misma ciudad y anteriormente habíamos trabajado juntas en nuestros deberes. Siempre habíamos sido cercanas y había cuidado mucho de mí. Si la despedía, ¿acaso no pensaría que yo era insensible? Hace dos años, ella fue destituida de su puesto como líder de la Iglesia y prácticamente no había podido salir de la negatividad. Si se le quitaba otro puesto, ¿acaso no sería un golpe todavía más grande? ¿Sería capaz de manejarlo? Me pareció que necesitaba hablar con ella de inmediato para que pudiera ver cuán precaria era su situación. Pensé que, si podía cambiar las cosas a tiempo, entonces podría mantener su puesto. Así pues, conversé con la hermana Li acerca de sus problemas, pero descubrí que realmente no tenía ninguna conciencia de sí misma. En esa conversación, compartí con ella todo lo que sabía, y, después de eso, estuvo dispuesta a cambiar, a reflexionar, y, finalmente, dio un suspiro de alivio. Pensé que, si podía expresar algunas palabras amables sobre ella a los compañeros de trabajo, tal vez podría seguir llevando a cabo ese deber.

Posteriormente, mientras discutíamos sobre la obra, algunos colaboradores dijeron que la hermana Li jamás aceptaba la verdad y todos estuvieron de acuerdo en reemplazarla. Escuchar esto me inquietó. Pensé: “La hermana Li tiene algunos problemas, pero está lista para cambiar; ¿acaso no pueden darle otra oportunidad?”. Justo en ese momento la hermana Zhou dijo: “La hermana Li ha estado así desde hace mucho tiempo. Enseña bien, pero no practica lo que dice. Simplemente, no hay ningún cambio. No es apropiada para este puesto”. Me apresuré a meterme en la conversación: “A la hermana Li le ha costado aceptar la verdad, pero ella es realmente proactiva y responsable en su deber. Apenas recientemente, algunos hermanos y hermanas habían sido pasivos en sus deberes y ella los motivó”. La hermana Bai respondió de inmediato: “Parece como si la hermana Li siempre estuviera corriendo de un lado para otro, siendo verdaderamente proactiva, pero, de hecho, todo lo hace como espectáculo y no puede resolver los verdaderos problemas”. Lo que ellos dijeron era cierto, y yo no pude responder nada. Otra líder de la Iglesia, la hermana Zhang, dijo entonces: “Es cierto que la hermana Li no es apropiada para ser líder de grupo, pero no contamos con un candidato apropiado para reemplazarla en este momento. Mantengámosla en su puesto hasta que podamos encontrar un buen reemplazo”. Eso era exactamente lo que yo quería, así que me apresuré a agregar: “Estoy de acuerdo. Reemplacémosla cuando alguien más venga”. Para mi sorpresa, menos de una semana después, la hermana Zhou mencionó nuevamente el asunto después de que habíamos terminado de discutir la obra de la Iglesia. Dijo que el hermano Chen era una buena opción y algunos otros colaboradores estuvieron de acuerdo. Sentí que se me fue el corazón a la garganta. Si el hermano Chen era seleccionado como líder del grupo, la hermana Li sería despedida. Así pues, dije algunas cosas acerca de las corrupciones y deficiencias del hermano Chen, y dije que no era apto para el trabajo. Entonces, todos comenzaron a titubear y yo me sentí un tanto intranquila, pero, aun así, no busqué la verdad.

Posteriormente, mi líder me pidió que le diera un resumen de los líderes del grupo, y cuando llegué a la hermana Li, no reflejé de manera precisa la evaluación que habían hecho de ella los hermanos y hermanas. Después de que se fue, me sentí un tanto apesadumbrada. Me pregunté porque había estado hablando a favor de la hermana Li, y por qué siempre me preocupaba por ella. ¿Acaso no estaba mostrando un favoritismo hacia ella? ¿Qué clase de motivación me controlaba? Entonces leí las siguientes palabras de Dios: “¿Qué es, fundamentalmente, la emocionalidad? Un carácter corrupto. Si calificamos en pocas palabras los aspectos prácticos de la emocionalidad, estos son el favoritismo y la predisposición a proteger a ciertas personas manteniendo relaciones de la carne y no siendo justo; esto es la emocionalidad. Por lo tanto, rechazar la propia emocionalidad no significa, únicamente dejar de pensar en alguien. Por lo general, tal vez no pienses nunca en ellos, pero en cuanto alguien critica a tus familiares, tu localidad natal o a cualquier persona con quien tengas relación, estallas, decidido a salir en su defensa. Te sientes absolutamente obligado a cambiar lo que han dicho de ellos; no puedes permitir que los sometan a un perjuicio no reparado. Tienes la necesidad de emplearte a fondo en defender su reputación, hacer que todo lo malo parezca bueno y no permitir que otros cuenten la verdad sobre ellos ni que los dejen en evidencia. Esto es una injusticia y se llama emocionalidad” (‘¿Cuál es la realidad de la verdad?’ en “Registros de las pláticas de Cristo”). “Si las personas carecen de veneración por Dios y Dios no tiene un hueco en su corazón, no pueden actuar por principios, sean cuales sean los deberes que estén cumpliendo o los problemas con los que estén lidiando. Los que viven inmersos en sus intenciones y deseos egoístas no pueden entrar en la realidad de la verdad. Por esta razón, cuando se topan con un problema, no ven con ojos críticos sus intenciones ni saben reconocer en qué fallan estas. Por el contrario, emplean todo tipo de justificaciones para fabricar mentiras y excusas para sí mismos. Se les da bastante bien proteger sus intereses, su reputación y sus relaciones interpersonales, pero en realidad no han entablado ninguna relación con Dios” (“Registros de las pláticas de Cristo”). Esto muestra cómo, frente a los problemas, no podemos actuar con justicia de acuerdo con los principios de la verdad. Sin embargo, no distinguimos lo bueno de lo malo y favorecemos y protegemos a aquellos con quienes tenemos una conexión o nos benefician. Esto es actuar con base en las emociones y es un tipo de carácter corrupto. Cuando nos gobiernan las emociones, ya sea en nuestro deber o a la hora de lidiar con un problema, simplemente pensamos en nuestros sentimientos carnales y nuestros intereses personales sin practicar la verdad o hacer bien nuestro deber en absoluto. Ese es el estado en el que me encontraba. No quería despedir a la hermana Li porque actuaba según mis emociones. Estaba protegiendo nuestra relación y tenía miedo de que ella se enojara conmigo. Así pues, cuando los colaboradores quisieron apegarse a los principios y reemplazarla, yo hice todo lo que estuvo a mi alcance para protegerla para que pudiera mantener su puesto. Cuando le di a la líder mi evaluación sobre ella, le resté importancia y la encubrí por favoritismo, y utilicé una cortina de humo. Cuando veo en retrospectiva, me doy cuenta de que mis motivos e intenciones estaban gobernados por la emoción. Estaba viviendo en el carácter corrupto de la astucia y el engaño, dispuesta a poner en riesgo los intereses de la casa de Dios para proteger una relación, lista para ofender a Dios antes que ofender a una persona. Carecía totalmente de reverencia hacia Dios. ¡Era muy egoísta y despreciable! Me sentía muy culpable por todo esto, así que, de inmediato, fui con la líder para decirle la verdad. Posteriormente, oré y le dije a Dios: “¿Por qué siempre me dejo llevar por las emociones y soy incapaz de practicar la verdad? ¿Cuál es la raíz de este problema?”.

Un día, en mis devociones, leí las siguientes palabras de Dios: “Nacido en una tierra tan sucia, el hombre ha sido gravemente asolado por la sociedad, ha sido influenciado por una ética feudal, y ha sido educado en ‘centros de educación superior’. Un pensamiento retrógrado, una moral corrupta, una mala visión de la vida, una filosofía despreciable para vivir, una existencia completamente inútil, y un estilo de vida y costumbres depravados, todas estas cosas han penetrado fuertemente dentro del corazón del hombre, y han socavado y atacado severamente su conciencia. Como resultado, el hombre está cada vez más distante de Dios, y es cada vez más contrario a Él. El carácter del hombre se vuelve cada vez más vicioso día tras día, y no hay una sola persona que voluntariamente renuncie a algo por Dios, ni una sola persona que voluntariamente obedezca a Dios, ni menos aún, una sola persona que busque voluntariamente la aparición de Dios. En vez de ello, bajo el campo de acción de Satanás, el hombre no hace más que buscar el placer, entregándose a la corrupción de la carne en la tierra del lodo. Incluso cuando escuchan la verdad, aquellos que viven en la oscuridad no consideran ponerla en práctica, ni tampoco muestran interés en buscar a Dios, aun cuando hayan contemplado Su aparición. ¿Cómo podría una humanidad tan depravada tener alguna posibilidad de salvación? ¿Cómo podría una humanidad tan decadente vivir dentro de la luz?” (‘Tener un carácter inalterable es estar en enemistad con Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”). Entonces me di cuenta de que actuar con base en las emociones viene, principalmente, de ser engañado y corrompido por Satanás. A través de la educación escolar y las influencias sociales, el diablo Satanás siembra en las personas todo tipo de filosofías mundanas y leyes de supervivencia como “Sálvese quien pueda y el último pierde”, “La sangre tira mucho”, y “El hombre no es inanimado; ¿cómo puede carecer de emociones?” Yo vivía de acuerdo con estas filosofías y veía como algo positivo el hecho de proteger a las personas cercanas a mí, además de que veía la conmiseración y la lástima como una muestra de amor. En lo referente a que la hermana Li fuera reemplazada, seguía pensando que éramos de la misma ciudad y que ella siempre me había cuidado, así que, cuando ella enfrentó el hecho de ser despedida, pensé que debía ayudarla y defenderla. Pensé que eso era lo correcto. Yo sabía que ella realmente no asumía su deber como líder de grupo, sino que, a menudo, sermoneaba a los demás y los controlaba. No haberla reemplazado habría dañado a los hermanos y hermanas y habría tenido un impacto sobre la obra de la Iglesia. Pero yo fui contra los principios de la verdad e ignoré los intereses de la casa de Dios, haciendo todo lo que estaba a mi alcance por protegerla y mantenerla en su puesto. Abusé de mi deber para preservar nuestra relación, y utilicé la obra de la Iglesia para retribuirle la amabilidad que había tenido para conmigo. Estaba abusando de mi poder y mi deber para mi propia ganancia personal. ¿Cómo puede alguien como yo ser digno de la obra de la Iglesia? Como líder, debí haber pensado en la obra de la Iglesia y en la vida de los hermanos y hermanas y actuar según los principios de la verdad en mi deber. Sin embargo, yo estaba poniendo por encima de todo el sentimiento, y estaba perfectamente consciente de la verdad, pero no la practicaba. ¿Acaso eso no era traicionar la verdad y los principios y tomar la obra de la Iglesia a la ligera? ¡Estaba mordiendo la mano que me daba de comer! Entonces me di cuenta de que esas filosofías mundanas son falacias que Satanás utiliza para corromper y engañar a las personas. Hablar y actuar de esa manera carece por completo de equidad y justicia y los principios de la verdad no están ahí. Esa es exactamente la misma filosofía de vida de los funcionarios del Partido Comunista: “Cuando una persona es ascendida a un cargo más alto e influyente, esto conlleva la buena fortuna de su familia y parientes”. Cuando alguien se vuelve funcionario, sus parientes también se benefician enormemente, y prácticamente pueden hacer cualquier cosa con impunidad. Una sociedad controlada por el PCCh es sumamente oscura, sumamente malvada, totalmente desprovista de equidad y justicia. Como líder de la Iglesia que no actuaba según los principios, sino que vivía según estas filosofías satánicas, ¿cómo era distinta de un funcionario del PCCh? Mi negativa a despedir a la hermana Li no era por un amor verdadero o por querer ayudar; yo simplemente tenía miedo de que ella dijera que yo era fría e insensible y que ya no me viera de la misma manera. Yo no estaba tomando en consideración su vida en absoluto. Reemplazar a alguien en la casa de Dios se hace para alentar la autorreflexión de modo que esa persona pueda arrepentirse y cambiar con el tiempo. Esta es una forma en la que Dios salva y protege a las personas. Yo también he sido despedida de mi deber, y cuando aprendí mi elección a partir de mi fracaso, la Iglesia dispuso otro deber apropiado para mí. Fue el tropezar y caer lo que me hizo reflexionar y me permitió obtener algo de verdadera conciencia de mí misma. También comprendí más de la voluntad de Dios para salvar al hombre y vi que Su amor contiene tanto misericordia como justicia. Hay principios en el amor de Dios; Él no nos consiente ni nos mima. Sin embargo, mi “amor” por los demás estaba lleno de filosofías satánicas mundanas y se basaba en intereses personales. Era limitado estrecho y egoísta, odioso y repugnante para Dios. Así pues, me di cuenta de que, cuando nos basamos en nuestros sentimientos, eso es dañino para los demás y para nosotros mismos, y que ese era mi mayor obstáculo para practicar la verdad y hacer bien mi deber. Sin la aceptación del juicio y el castigo de las palabras de Dios, sin un verdadero arrepentimiento, yo habría ofendido el carácter de Dios y habría sido rechazada, detestada y eliminada por Él.

Posteriormente, leí otro pasaje de las palabras de Dios: “Si quieres tener una relación normal con Dios, entonces debes volver tu corazón hacia Él. Con esto como fundamento, también tendrás una relación normal con otras personas. Si no tienes una relación normal con Dios, entonces no importa lo que hagas para mantener tus relaciones con otras personas, no importa qué tan duro trabajes o cuánta energía inviertas, todo esto sólo se corresponderá con una filosofía humana de vida. Estás manteniendo tu posición entre las personas a través de una perspectiva y una filosofía humana para que la gente te alabe, pero no estás siguiendo la palabra de Dios para establecer relaciones normales con la gente. Si no te centras en tus relaciones con las personas, sino que mantienes una relación normal con Dios, si estás dispuesto a darle tu corazón a Dios y aprendes a obedecerle, entonces, de manera natural, tus relaciones con todas las personas serán normales. De esta manera, estas relaciones no se establecen en la carne sino sobre el fundamento del amor de Dios. Casi no hay interacciones carnales, pero en el espíritu hay comunicación mutua, así como mutuo amor, consuelo y provisión. Todo esto se hace sobre el fundamento de un corazón que complace a Dios. Estas relaciones no se mantienen por confiar en una filosofía humana de vivir, sino que se forman de una manera muy natural, llevando la carga de Dios. No requieren de un esfuerzo que provenga del hombre. Sólo necesitas practicar según los principios de la palabra de Dios” (‘Es muy importante establecer una relación normal con Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”). Después de leer las palabras de Dios, comprendí que las relaciones con los hermanos y hermanas se basan, principalmente, en el amor de Dios. No se mantienen por las filosofías mundanas de Satanás. Practicar la verdad es la clave. Especialmente en lo que se refiere a la obra de la casa de Dios, cuando vemos que alguien lleva a cabo su deber contra los principios de la verdad, tenemos que comunicar la verdad para ayudarles y apoyarles. Si aun así no se arrepienten después de varias comunicaciones, entonces necesitan ser podadas y tratadas cuando sea necesario. Ni siquiera con la familia y los amigos podemos basarnos en nuestras emociones o guiarnos por las filosofías mundanas. Necesitamos hacer las cosas de acuerdo con los principios de la palabra de Dios: dar enseñanza cuando sea necesario y reemplazar a la familia y a los amigos si eso no ayuda. La obra de la Iglesia y los intereses de la casa de Dios siempre deben enarbolarse. Solo esto está alineado con la voluntad de Dios. Posteriormente, discutí esto con algunos compañeros de trabajo y despedí a la hermana Li con base en los principios de la verdad. También di enseñanza para analizar su desempeño a la luz de las palabras de Dios y promoví al hermano Chen para que fuera líder de grupo. Solo en ese momento sentí tranquilidad en mi corazón. Pasado un tiempo, le leí algunas de las palabras de Dios a la hermana Li y le pregunté cómo le estaba yendo. Dijo: “¡Gracias a Dios! Todo lo que Él hace es bueno. Al principio, tuve una actitud negativa y sufría, pero, a través de leer las palabras de Dios y de orar, comprendí que Dios estaba obrando de esta forma para cambiarme, y si no me hubieran despedido y no me hubieran señalado mis problemas, no me habría conocido a mí misma y tampoco habría cambiado ni me habría arrepentido como lo he hecho”. Cuando escuché esto, sentí lo dulce que es abandonar la carne y practicar la verdad. También experimenté que solo practicar la verdad y actuar conforme a los principios está alineado con la voluntad de Dios. Esta es la única forma decorosa.

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