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Estudiar la Biblia | Devocionales cristianos "Testimonio de vida cristiana - Cómo ser un buen vecino"

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Estudiar la Biblia | Devocionales cristianos "Testimonio de vida cristiana - Cómo ser un buen vecino"

Estudiar la Biblia | Devocionales cristianos "Testimonio de vida cristiana - Cómo ser un buen vecino"

“El que desprecia a su prójimo peca, pero es feliz el que se apiada de los pobres” (Proverbios 14:21).
Llevarse bien con los demás, aparte de ser tolerante y paciente, es algo más importante de entender: “Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo” (Efesios 4:32), ya que todos somos pecadores sin importar si uno es rico o pobre. El objetivo común que se persigue es cumplir los designios del Señor.

Antes yo era así
Mi vecino criaba más de 10, 000 codornices en su patio. Y cada vez que vendía el excremento de las codornices, podía llegar a ganar más de 1000 yuanes. El excremento no cabía en su patio, ya que este era pequeño. Para no perder dinero, me vino a ver para que le prestara una parte de mi terreno. Me dijo que sólo ocuparía el tamaño equivalente a una losa de piso del terreno detrás de mi casa. Acepté su propuesta.
Mi esposo y yo nos fuimos a trabajar a otro lado por un tiempo. Al regresar me quedé boquiabierta, ya que mi vecino no solo había ocupado el tamaño equivalente a dos losas, sino que también había construido un pasillo con ladrillos en el espacio que separa nuestras casas, cubrió el techo con tejas y le puso una puerta para poder apilar la paja. Al ver todo esto, me llené de ira y resentimiento, me sentí agredida. Y también me dieron ganas de demoler el pasillo y discutir con mi vecino. Casi perdía la compostura, pero el Señor me iluminó: tú crees en Dios, y, por lo tanto, primero debes tranquilizarte para rezar.
Pero no pasó mucho tiempo para que mi vecino pensara en otra forma de prosperar: no cultivaba arroz, sino que tenía un cultivo secundario (plantaba perales) en el campo. Después de un período de tiempo, fui a caminar por el campo y nuevamente me quedé boquiabierta: el vecino había cavado una profunda fosa que lindaba muy cerca de mi campo y parecía que la habían cavado guerrilleros. La fosa estaba tan profunda que cuando llovía muy fuerte, mi campo colapsaría. Sentí un gran enojo en lo más profundo de mí. Pero me pude contener al pensar que yo era creyente de Dios y que debía amar a mi vecino tanto como a mí misma sin importar que él fuera mi enemigo, lo soporté. Sin embargo, el asunto no paró ahí.
Mi vecino iba a colocar bultos de cemento en el huerto de su peral. Nuevamente vino a mi casa y nos dijo que iba a colocar los bultos de cemento en los caballones de nuestro campo. Al escuchar esto no pude soportar esta situación y le contesté: “Si coloca los bultos de cemento en los caballones, no se podrá caminar por el campo. ¿Y cómo le voy a hacer para rociar el pesticida?” Pero él sonrió y me dijo: ¿acaso no puede hacer un camino si deja un espacio de 30 cm entre los caballones? Al escuchar lo que dijo, me enojé y resigné. Y pensé lo siguiente: “Que astuto es usted. Si hago eso, ¿acaso no se reducirá el área de mi terreno? Lo cual significa que perderé más de cincuenta kilos de grano cada año”. Al pensar todo esto, no había forma de que aceptara su propuesta. Y dado que no acepté, no me podía obligar.
Pero después de todo esto, me sentí agitada y con remordimientos. Pensé: “el hijo de mi vecino tiene leucemia y ha gastado todos sus ahorros para tratar a su hijo y, además, tiene deudas de varios cientos de miles de yuanes. Es entendible que solo piense en cómo ganar dinero, pero él no toma en consideración mis intereses. No obstante, si acepto su propuesta, ¿no será que después se podría volver insaciable al ver que es muy fácil aprovecharse de nosotros? ¿De qué manera debo proceder exactamente?”
Empecé a  cambiar bajo la guía del amor de Dios.
La palabra de Dios dice que: “¡Humanidad cruel y brutal! La confabulación y la intriga, los empujones entre ellos, la lucha por la reputación y la fortuna, la masacre mutua, ¿cuándo se van a terminar?
“Dios es eternamente supremo y por siempre honorable, mientras que el hombre es eternamente bajo y despreciable. Esto es porque Dios está constantemente haciendo sacrificios y dedicándose a la humanidad; sin embargo, el hombre siempre toma y lucha sólo para sí mismo. […] porque el esfuerzo del hombre siempre es para su propio beneficio y no para los demás. El hombre es siempre egoísta, mientras que Dios es eternamente abnegado. Dios es la fuente de todo lo que es justo, bueno y hermoso, mientras que el hombre es el que escala posiciones y logra que se manifieste toda su fealdad y maldad”. Dado que perdí algunos intereses propios, odié a mi vecino y hasta quise demoler el pasillo que había construido. Al reflexionar, vi que me había dejado llevar por las palabras venenosas de Satanás: “Hay que luchar por cada centímetro de territorio y aprovechar cada grano” y “los buenos llegan en último lugar”, lo que me hizo perder la razón y la consciencia. En eso, me acordé de mi suegro, que ya había fallecido. Una vez se enemistó con su vecino por intereses personales y la relación entre ellos se volvió tensa hasta cierto punto que ninguno de los dos se volvió a dirigir la palabra hasta su muerte. De hecho, me pude dar cuenta que fue muy doloroso para mi suegro. ¿Y acaso el día de hoy no estuve a punto de transitar por el mismo camino que mi suegro? Al encontrarme cosas, solo quería proteger mis intereses propios y trataba a los demás de acuerdo a mi temperamento. Estas no son muestras de la humanidad normal, ya que la esencia de Dios es hermosa y buena. Para salvarnos, Dios tomó forma humana y sufrió mucho y finalmente Él nos salvó por medio de su crucifixión. Dios siempre se dedica por completo al hombre sin esperar nada a cambio. El amor de Dios es tan grande y real. Pensé: Como seguidora de Dios, debería manifestar a Dios y glorificarlo y entender y aceptar Su amor, pero no forzarme a ser paciente y tolerante, dado que solo al conocer el amor de Dios, es cuando puedo poner en práctica el amor hacia los demás.
Leí otro pasaje de las palabras del Señor: “Cuando lo has hecho, se produce inevitablemente una batalla en tu interior. Satanás intentará y hará que le sigas, que sigas los conceptos de la carne y mantengas sus intereses, pero las palabras de Dios te esclarecerán e iluminarán en tu interior, y en ese momento está en ti seguir a Dios o a Satanás”. Esta vez, no quise dejarme llevar por el veneno de Satanás para armar un escándalo y tener enfrentamientos con los demás. En vez de esto, solo quise poner en práctica la palabra de Dios, aprender a no dejarme llevar, ser un poco más comprensiva, amorosa y considerada con mi vecino; de esta forma, podría tener una relación armoniosa con mi vecino. Si me seguía dejando llevar por mi naturaleza egoísta en la vida real y si solo protegía mis intereses personales sin poner en práctica la palabra de Dios al enfrentar las cosas, entonces aún era una persona que solo hablaba doctrinas pero era incapaz de vivir la verdad. Al vivir bajo de los venenos de Satanás, no tenía una humanidad normal ni ningún cambio en mi disposición, y vivía en el sufrimiento. Esta vez, me resolví a rechazar a Satanás y a poner en práctica la palabra de Dios para satisfacerlo a Él, dejaría de ser esa persona que solo decía doctrinas, pero no practicaba la verdad.
Gracias al amor de Dios, hoy vivimos en armonía
Al hacer a un lado totalmente el odio por mi vecino, de buena gana acepté su propuesta de que colocara los bultos de cemento en los caballones y le prometí dejaríamos un espacio de 30 centímetros para poder pasar. Al ver que acepté su propuesta, mi vecino sonrió de oreja a oreja. Fue muy gratificante ver su feliz sonrisa.
Un día hubo una interrupción en el circuito de mi casa. Al enterarse, mi vecino vino a mi casa y me ayudó a encontrar la causa, pero como él no sabía mucho de electricidad, me ayudó a llamar a un electricista. Tras revisar, el electricista encontró que nuestra protección contra descargas eléctricas no funcionó y que había que reemplazarlo. Al escuchar que me disponía a comprar una nueva, mi vecino apuradamente dijo: “No lo compre, quizá tenga una en mi casa. Déjeme traérselo”. Después de esto, mi vecino vino y me dio su protección contra descargas eléctricas. Cuando le iba a pagar, me dijo: “Usted me ha ayudado mucho. ¿Qué es esta insignificancia que hice por usted?”.
El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a él” (Juan 14:21).
(Traducido del original en inglés al español por Miguel De La Ferrelle)
Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.
Fuente del artículo:  Estudiar la Biblia
Leer más La palabra de Dios: "Hoy, cuando buscáis amar y conocer a Dios, en un aspecto debéis soportar dificultad y refinamiento, y en otro, pagar un precio. Ninguna lección es más profunda que la de amar a Dios, y puede decirse que la lección que las personas aprenden de una vida de creencia es cómo amar a Dios. Es decir, si crees en Dios debes amarlo. Si sólo crees en Él pero no lo amas, no has alcanzado el conocimiento de Él, y nunca lo has amado con un amor verdadero que procede de tu corazón, entonces tu creencia en Él es fútil; si, en tu creencia en Dios, no lo amas, vives en vano, y tu vida al completo es la más inferior de todas. Si, a lo largo de toda tu vida, nunca has amado o satisfecho a Dios, ¿cuál es, pues, el sentido de que vivas? ¿Y cuál es el sentido de tu creencia en Dios? ¿No es esto un esfuerzo desperdiciado? Es decir, si las personas van a creer y a amar a Dios, deben pagar un precio. En lugar de actuar de una determinada forma externamente, deberían buscar la verdadera percepción en lo profundo de sus corazones. Si te entusiasma cantar y bailar, pero eres incapaz de poner en práctica la verdad, ¿podría decirse de ti que amas a Dios? Amar a Dios requiere buscar Su voluntad en todas las cosas, que explores en lo profundo de tu ser cuando te ocurra algo y trates de comprender la voluntad de Dios, que procures ver cuál voluntad de Dios está en este asunto, qué desea Él que consigas y cómo debes ser consciente de Su voluntad. Por ejemplo: ocurre algo que requiere que soportes dificultades, momento en el cual debes entender cuál es la voluntad de Dios y cómo debes ser consciente de Su voluntad. No debes satisfacerte a ti mismo: primero ponte a un lado. Nada es más abyecto que la carne. Debes buscar satisfacer a Dios y cumplir con tu deber. Con tales pensamientos, Dios te traerá un esclarecimiento especial en este asunto, y tu corazón también encontrará alivio. Sea pequeño o grande, cuando te ocurre algo debes ponerte primero a un lado y considerar la carne como la más inferior de todas las cosas. Mientras más la satisfaces, más libertades se toma; si la satisfaces esta vez, la próxima pedirá más, y cuando esto tiene lugar, llegas a amarla aún más. La carne siempre tiene deseos extravagantes, siempre pide que la satisfagas, y que la gratifiques, con las cosas que comes, con lo que vistes, perdiendo los estribos, o complaciendo a tu propia debilidad y pereza… Mientras más satisfaces a la carne, mayores se vuelven sus deseos, y más disoluta se vuelve ella, hasta llegar al punto de albergar incluso los conceptos más profundos, desobedecer a Dios, exaltarse y dudar de la obra de Dios. Mientras más satisfaces a la carne, mayores son sus debilidades; sentirás continuamente que nadie se compadece de tus debilidades, creerás que Dios ha ido demasiado lejos, y dirás: ¿cómo pudo Dios ser tan duro? ¿Por qué no daría un respiro a las personas? Cuando los seres humanos son demasiado indulgentes con la carne y la valoran demasiado, se abandonan. Si amas realmente a Dios, y no satisfaces a la carne, verás que todo lo que Él hace es correcto y muy bueno, y que Su maldición de tu rebeldía y el juicio de tu impiedad son justificados. Habrá momentos en los que Dios te castigue y discipline, y produzca un entorno para templarte, obligándote a venir delante de Él. Siempre sentirás que lo que Dios está haciendo es maravilloso. Por tanto, te parecerá que no hay tanto dolor, y que Dios es maravilloso. Si complaces las debilidades de la carne y dices que Dios va demasiado lejos, siempre sentirás dolor, estarás deprimido, confundido respecto a toda la obra de Dios, y parecerá que Él no se compadece en absoluto de las debilidades del hombre ni es consciente de sus dificultades. Por tanto, te sentirás miserable y solo, como si hubieras sufrido una gran injusticia, y esta vez comenzarás a quejarte. Cuanto más complaces las debilidades de la carne de esta forma, más sentirás que Dios va demasiado lejos, hasta que las cosas empeoran tanto que niegas Su obra, comienzas a oponerte a Él, y te llenas de desobediencia. Así pues, debes rebelarte contra la carne y no complacerla: tu esposo, tu esposa, tus hijos, tus planes, tu matrimonio, tu familia, ¡nada de eso importa! Tienes que tomar esta determinación: “En mi corazón sólo está Dios, y debo hacer todo lo posible para satisfacerlo, y no a la carne”. Si siempre posees tal determinación, cuando pongas en práctica la verdad, y te apartes a un lado, serás capaz de hacerlo con muy poco esfuerzo. Se dice que una vez hubo un campesino que vio una serpiente congelada en la carretera. La recogió y la sostuvo contra su pecho, y después de revivir esta le mordió mortalmente. La carne del hombre es como la serpiente: su esencia es hacer daño a su vida, y cuando se mueve completamente a su antojo, tu vida se pierde. La carne pertenece a Satanás. Dentro de ella hay deseos extravagantes, sólo piensa en sí misma, quiere disfrutar de comodidades, deleitarse en el ocio, y regodearse en la pereza y la holgazanería. Una vez que la hayas satisfecho hasta un determinado punto, te comerá finalmente. Es decir, si la satisfaces esta vez, la próxima vez vendrá pidiendo más. Siempre tiene deseos extravagantes y nuevas exigencias, y se aprovecha de que la complazcas para hacer que la valores aún más y vivas entre sus comodidades, y si no la vences, te perderás a ti mismo finalmente. Que puedas o no obtener vida delante de Dios, y cuál sea tu final definitivo, depende de cómo lleves a cabo tu rebelión contra la carne. Dios te ha salvado, escogido y predestinado, pero si hoy no estás dispuesto a satisfacerle, a poner en práctica la verdad, a rebelarte contra tu propia carne con un corazón que le ame de verdad, te destruirás finalmente, y sufrirás un dolor extremo. Si siempre complaces a la carne, Satanás te devorará gradualmente por dentro, y te dejará sin vida o sin el toque del Espíritu, hasta que llegue el día en que te encuentres totalmente en tinieblas en tu interior. Cuando vivas en la oscuridad, Satanás te habrá llevado cautivo; ya no tendrás más a Dios, y en ese momento negarás Su existencia y lo abandonarás. Por tanto, si deseas amar a Dios, debes pagar el precio del dolor y soportar las dificultades. No hay necesidad de fervor y dificultades externas, de leer y corretear más, más bien deberías poner de lado las cosas que hay dentro de ti: los pensamientos extravagantes, los intereses personales, y tus propias consideraciones, conceptos y motivaciones. Esa es la voluntad de Dios." ("La Palabra manifestada en carne")

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